Las plazas de esta edición se agotaron en tres minutos. Una recompensa de 40.000 euros a repartir entre las tres mejores parejas de catadores es un aliciente, pero no se trata (sólo) de dinero. El Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas es un reto excepcional, la medalla que todo amante del vino desea lucir en la solapa. Por la dificultad que conlleva conseguirlo y por el prestigio que ofrece estar en los primeros puestos. “Este premio te acredita como el mejor o uno de los mejores catadores a ciegas”, sentencia el ‘enodivulgador’ y líder de Colectivo Decantado, Santi Rivas. “El despliegue no tiene comparación, ni siquiera el campeonato de España lo supera”.
Con participación nacional e internacional, la 16ª edición consolida a este certamen como el más esperado del año tanto por parte de aficionados como de profesionales. Es uno de los más prestigiosos galardones del mundo del vino dado el altísimo nivel de dificultad de la cata a ciegas y la excepcional calidad de los vinos presentados. “Los catadores, en muchos casos, se preparan durante meses para poder aspirar a ganar esta competición”, explican desde la organización. Los vinos están seleccionados personalmente por Quim Vila, propietario de Vila Viniteca, y su secreto se custodia como el mayor misterio a resolver para cientos de personas.
Las 120 parejas prueban siete vinos en la Fase Clasificatoria que se presentan servidos en copas Riedel sin decantación previa. Tan sólo 10 parejas pasan a la Gran Final, donde se catan siete vinos más. El concepto “a ciegas” hace referencia a que las botellas están tapadas. La prueba consiste en acertar el mayor número de características de cada uno de los vinos (país de origen, zona geográfica, añada, tipo de uva, elaborador y marca de vinos de todo el mundo) de manera consensuada, ante un jurado formado por profesionales de diversas áreas del mundo del vino.
“La Cata por Parejas es una competición de prestigio internacional en la cual la clave es trabajar en equipo para conseguir adivinar todos los detalles de uno vino: país, zona, denominación de origen, uvas, añadas, bodega y marca”, adelanta Pilar Cavero, crítica de vinos en ABC y mejor sumiller España en 2013, que se presenta al concurso junto a Rosa Molinero, periodista de gastronomía en Comer La Vanguardia, El País Gastro, Tapas y El Nacional. “Es una de las máximas distinciones de los concursos de cata a ciegas”, añade esta última.
Tras el destacable tercer puesto de Inma Aleixandri y Juani Piñana en la XI Cata por Parejas de Vila Viniteca, Pilar Cavero y Rosa Molinero forman una de las pocas parejas femeninas del certamen, algo que les llena especialmente de orgullo y que supone un hito para el posicionamiento de la mujer en el mundo del vino. “Creemos que para mejorar el reconocimiento de todo el esfuerzo de tantas mujeres en el mundo del vino hacen falta muchas más acciones. Sin embargo, conseguir un primer premio dejaría claro para quien lo dude que las mujeres también somos buenas competidoras, a pesar de que por cuestiones sociales y culturales tendamos a presentarnos menos a concurso, tal y como demuestra la baja participación femenina de este premio”, defienden.
No hay ningún secreto para ganar, pero el entrenamiento previo es fundamental. “Se trata de catar con atención, en general, y también practicar la cata reproduciendo condiciones de concurso. En cuanto a teoría, hay que estudiar tanto el catálogo de Vila Viniteca (aunque puede aparecer cualquier vino del mundo, la mayoría son los que distribuye la empresa organizadora) como cuestiones específicas sobre los aromas de cada vino, las distintas denominaciones, los vinos que elabora cada bodega y sus nombres”, puntualiza Molinero. “También es conocer bien a tu pareja de cata: saber los puntos fuertes y débiles en la cata de cada una y ver cuál es la mejor forma de complementarse para llegar a una conclusión conjunta. En nuestro caso, a Rosa se le dan bien los orígenes y las añadas, y a mí el conocimiento profundo de productores y marcas”, destaca Cavero.
“Nosotros con el tiempo hemos optado por entrenar el modelo de decisión”, comenta Santi Rivas, que vuelve a presentarse al concurso con Jaime Fernández, más conocido en el mundillo como Jimmy Bubbles, tras haber conseguido tres finales y una tercera posición en ediciones anteriores. “Es nuestra novena participación, y eso es un gran bagaje. La experiencia ayuda mucho porque cada año vas puliendo los fallos. Ambos tenemos claro que catamos al máximo nivel, así que lo que entrenamos es la manera de decidir, el protocolo a seguir para que cuando no estemos de acuerdo en un vino, sepamos qué poner, negociar. O cuando no tienes ni idea, callarte para no contaminar. Ceder y decidir. Hacemos simulacros del concurso todo el año”.
¿Cómo son las horas previas al certamen?
“Esta es la primera vez que nos presentamos, pero sospechamos que estaremos nerviosas. En cuanto a protocolo, no beberemos alcohol ni bebidas o alimentos de sabor fuerte en la hora previa, nos lavaremos los dientes un par de horas antes para que no nos influya el sabor del dentífrico y, por supuesto, no nos perfumaremos”, confiesa la crítica de ABC.
¿Qué es lo peor que puede pasar el día del concurso?
“Que ese día tengamos una gran congestión o anosmia por Covid, que nos durmamos y lleguemos tarde o que nos pongamos tan nerviosas que nos bloqueemos”, teme la sumiller. “Que vayas de resaca, porque no deja de ser un fin de semana que estás de fiesta”, bromea la cara visible de Colectivo Decantado. “No puedes ir al baño, lo cual supone una gran dificultad, al menos para mí. De hecho, en algún concurso esto me ha condicionado”.
¿Utilizáis trucos a la hora de catar?
“El vino, ya en un primer sorbo, golpea en un lugar de la memoria, y nos fiamos de esa primera toma de contacto y de lo que nos transmite”, explica Molinero. “La mayoría de veces, cuando lo percibimos claramente a la primera, acertamos. Y si nos cuesta más, vamos paso a paso: identificamos bien los aromas en nariz y luego, al beberlo, nos fijamos en el grado de acidez, de calidez en boca, dulzor, notas de añejamiento y demás características para poder ser certeras en nuestra decisión”.
“Normalmente, uno de los vinos es dulce, y suele ser el último; yo sólo cuando tengo claro los otros seis voy a ese, porque me cuesta mucho catar un vino dulce y luego volver a los demás”, aporta Rivas.
¿Hay algún vino especialmente difícil de identificar?
“Últimamente nos están costando un poco las garnachas francesas y los albariños: son mucho más cálidos de lo normal por el cambio climático y nos despistan”, responde Pilar Cavero.
“A mí me cuestan los vinos dulces que tienen botritis, porque hay diez mil y puede ser desde un Tokaj, un Sauternes, ciertas cosas de Alsacia, de Alemania, españolas... Todas me saben un poco igual, así que es un poco a voleo. Pero, en general, normalmente se nos dan peor los blancos que los tintos”, añade Santi Rivas.
Consejos para principiantes
“Lo primero que os diríamos es que fuerais a catar a lugares en los que fuera completamente desaconsejable catar a ciegas, como una gasolinera, una perfumería o una tienda de especias, porque la idea es afinar la pituitaria y aumentar esa sensibilidad, ya que los vinos el 3 de marzo van a estar realmente fresquetes”, recomiendan Alberto Ruffoni y Boris Olivas, ganadores del 14º Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas celebrado en Barcelona hace dos años.
“Otro consejo que os damos es que os leáis las bases del concurso para no meter la pata: no llevéis chuletas ni catálogo a la zona de cata, no intentéis decir que es un albariño del Wachau, del Loira o Nueva Zelanda porque os quitan el vino entero y, por supuesto, poned el numerito, si no lo demás no cuenta para nada”.