La biodinámica es una práctica agrícola nacida tras el ciclo de conferencias impartidas por Rudolf Steiner en 1924. Sus pilares teóricos se asientan en devolver a la tierra más de lo que le quitamos al cultivar y criar animales. Para ello, se trabaja con las energías vitales en la naturaleza y no solamente con las necesidades materiales.
En el caso de la viticultura, el viñedo se considera como un organismo vivo en el que se interrelacionan las plantas, los animales, la vida microscópica del suelo, la influencia del cosmos y los seres humanos. Se trata de una modalidad de agricultura que parte de un enfoque holístico en el que la vitalidad es la prioridad.
Hace más de 40 años que la agricultura biodinámica se implantó en España, y más de 25 desde que podemos disfrutar de vinos biodinámicos procedentes de regiones como Penedés, Ribera del Duero, Jerez, Requena o Ribeiro. Actualmente, la viticultura supone en nuestro país el 20% del total de los cultivos biodinámicos, con 2.500 hectáreas y 61 operadores. Esta extensión es alrededor del 10% del total mundial, según datos de Demeter, la principal certificadora internacional.
Sergio Ávila, viticultor y enólogo de Cruz de Alba, bodega pionera en la implementación de esta práctica agrícola a orillas del Duero, nos da las razones para dar una oportunidad a los vinos biodinámicos este año.
1. Son más que naturales
La viticultura biodinámica va mucho más allá de la simple omisión de fertilizantes, pesticidas químicos o aditivos alimentarios en la viña. Es una práctica firmemente ligada a una filosofía de trabajo y también de vida, que entiende la naturaleza como un solo organismo y la viña como un ente vivo que se relaciona con su entorno. El concepto de sostenibilidad va unido al de biodinámica, y amplia el significado de vinos naturales, ecológicos o verdes: los vinos biodinámicos son vinos sinceros, honestos, nobles, fuertemente conectados con el hábitat natural en el que nacen.
La biodinámica se esfuerza por rehabilitar, dinamizar e intensificar la vida orgánica en el medio donde viven las vides desde el respeto a los ciclos naturales, por eso se dice que es una forma de agricultura ecológica y al mismo tiempo holística, regenerativa y positiva. “Somos invitados a esta tierra, y cuanto más la respetemos, más profundo llegaremos a conocerla y más nos dará en el futuro”, defiende Sergio Ávila.
2. Fomentan una viticultura sostenible
“El objetivo principal de la viticultura biodinámica es aportar al suelo lo necesario para su armonía y para una buena nutrición de la vid”, continúa Ávila. Entre las hileras, esta bodega ribereña planta cultivos complementarios, como avena y leguminosas, que ayudan a oxigenar y reequilibrar. “Se aplica compost elaborado a partir de estiércol orgánico, se utilizan preparados vegetales y minerales a base de manzanilla, árnica montana, sílice y otros”.
En cuanto a las vides, su cuidado es detallista y minucioso, con la finalidad de equilibrar la relación planta-suelo-entorno a largo plazo. “No se busca un rendimiento alto, ni siquiera óptimo. La noción clave es un rendimiento equilibrado. Sin presiones ni estrés añadido, las cepas responden con sutilidad y alegría”, asegura el viticultor. Una alternativa real y efectiva para hacer frente al cambio climático.
3. Expresan la identidad del terruño
“La viticultura biodinámica es la herramienta para estimular la relación entre el suelo y las raíces, entre el cosmos y las hojas de la vid”, defiende Sergio Ávila. “Utilizamos los distintos tratamientos biodinámicos para favorecer la conexión y la armonía entre todos los elementos. El objetivo es claro: velar por el equilibrio del ecosistema y lograr que el vino exprese su origen con toda la salud, definición y pureza”.
Años de práctica consciente y de búsqueda de la expresión del terroir constatan un hecho fundamental que se aprecia en el vino final: “En Cruz de Alba, la biodinámica contribuye a una mayor acidez y a un perfil de la uva más jugoso y afrutado”. Pero no sólo hay que mimar la viña, el trabajo en bodega también es crucial para que los vinos sean el fiel reflejo del lugar y de las condiciones climatológicas del año: “Elaborar vinos expresivos, vibrantes y de una gracia singular en la que late la vida del viñedo se consigue seleccionando levaduras indígenas del viñedo, vinificando cada parcela por separado, trasegando según el calendario biodinámico y utilizando formatos grandes, como barricas de 500 litros, para fermentar y afinar”, destaca Sergio Ávila.
4. Tienen un lado “cósmico”
Sin duda, una de las características que más ha trascendido en lo que se refiere a vinos biodinámicos es su componente astrológico. Los ritmos de la luna, el sol y los planetas, son fundamentales en el calendario biodinámico, que define los días del año y los trabajos agrícolas en función de la influencia del cosmos. “Seguir este calendario para las labores del campo, la bodega o los días de cata nos ayuda a conseguir la máxima expresión del terruño”, asegura Ávila.
Según el enólogo de Cruz de Alba, “se ha hablado mucho de la biodinámica, y a veces, desde fuera, el público y los mercados pueden haber tenido la percepción de que es algo que transita entre la moda, lo críptico y lo anecdótico”. Sin embargo, a pie de viña se ha seguido trabajando y profundizando en conocimiento y práctica. “Creemos que es un buen momento para mostrar lo que se viene haciendo en distintos orígenes”, invita Ávila.
5. Algunos de los mejores vinos del mundo son biodinámicos
Para esos escépticos que todavía consideran que la viticultura biodinámica tiene más de extravagancia que de verdad, merece la pena recordar que algunos de los grandes vinos del mundo, entre ellos los elaborados por Domaine de la Romanée-Conti en Borgoña o por Vega Sicilia en Ribera del Duero, se elaboran siguiendo este método.
La biodinámica es mucho más que fases lunares y cuernos de vaca enterrados junto a la viña. Cada vez son más los elaboradores comprometidos con el entorno y concienciados con el medioambiente que solicitan el certificado Demeter para amparar sus vinos bajo este paraguas verde. Un interés a tener en cuenta, pues se traduce en una mayor garantía de calidad.