“Si hablamos de un vino que me haya marcado recientemente y que sin duda podría estar entre mis vinos favoritos, destacaría El Cerrico de Bodegas Cerrón, de la D.O Jumilla”, defiende sin miramientos Shua Ibáñez. Formada en el Basque Culinary Center, es la joven es segunda sumiller en Arzak, el tres estrellas Michelin de San Sebastián donde se incorporó a finales de 2019.
Esta profesional del vino es uno de los talentos jóvenes de nuestra gastronomía. Con apenas 30 años tiene el medallero repleto de reconocimientos: Premio Juli Soler al Talento Joven en Madrid Fusión, premio Talento Gastro de El Diario Vasco, ganadora del campeonato de sumilleres de Euskadi... Y los que le quedan.
“El Cerrico es un vino que me emociona por muchos motivos”, explica. “En mi humilde opinión, a la región de Jumilla no se le ha dado el valor que merece como productora de grandes vinos. Me alegra que exista gente joven como los hermanos Cerdán (Juanjo, Carlos y Lucía) que luchan por darle valor a su tierra y dejar en alto el nombre de sus abuelos y sus padres, que ya elaboraban vino en la región”.
Shua habla de esa nueva Jumilla en la que una nueva generación de elaboradores comprometidos con el paisaje ha empezado a defender la sostenibilidad, trabajando sus viñedos en ecológico y biodinámico. “Los Cerdán tienen la suerte de contar con algunos de los viñedos más antiguos de Jumilla, entre los cuales se encuentra la variedad airén plantada en pie franco. Se trata de un viñedo plantado por su bisabuelo, Francisco Cerdán, en los años veinte del siglo pasado, sobre suelo calcáreo con algo de arcilla a una altitud de casi 1000 metros. Esto aporta un valor añadido al vino, así como la variedad que lo compone”.
Aunque este dato apenas se conozca, la airén fue, durante mucho tiempo, la variedad más plantada de España, aunque estaba lejos de ser considerada una uva noble. Lo explica Ibáñez: “Era una variedad poco apreciada por los viticultores. Sin embargo, Bodegas Cerrón ha sido capaz de elaborar un vino mágico con menos de una hectárea de viñedo”.
El Cerrico es un 100% airén que realiza una maceración con sus hollejos y fermenta en tinaja de barro de manera espontánea y sin control de temperatura. “En nariz es delicado, floral, fresco, tiene ciertos aromas a pipas de girasol o palomitas”, aprecia la sumiller de Arzak. “En boca es estructurado, sápido, untuoso y largo, y sorprende por su marcada acidez. Es un vino que enamora, intrigante, con cada sorbo quieres saber más de el. Creo que tendrá una larga vida en botella”. Tomamos nota.