En el corazón del Alentejo, región portuguesa famosa por sus vinos, se esconde una joya enológica que cautiva a los amantes del vino más inquietos: los vinos de talha. Esta tradición milenaria, que se remonta a la época romana y que concentra casi toda su producción en la freguesia de Vila de Frades, combina la sabiduría ancestral con el paladar contemporáneo, ofreciendo una experiencia única para los sentidos.
La elaboración de los vinos de talha es un arte en sí mismo. Las uvas, cuidadosamente seleccionadas y vendimiadas a mano para asegurar la personalidad de estos vinos, se depositan en enormes tinajas de barro llamadas talhas. Estos envases centenarios, verdaderos testigos de la historia vinícola de la región, son el escenario donde ocurre la magia. El epicentro de una cultura vinícola que está experimentando un renacimiento en manos de los productores locales, orgullosos guardianes de esta herencia, que están devolviendo a estos vinos el protagonismo que merecen.
Hay quien compara a los talha wines con los orange wines, y razones no les faltan pues en ambos casos las uvas fermentan de manera natural dentro de las tinajas en contacto con sus pieles, sin intervención tecnológica ni aditivos, preservando la pureza del vino. Durante este proceso, las pieles y los raspones de las uvas se asientan en el fondo, creando una capa de filtrado orgánica. La porosidad de estas ánforas permite una microoxigenación que confiere al vino una textura y un perfil de sabor excepcionales.
Aunque hay diferencias. Mientras que los orange son vinos blancos, hay vinos de talha de todos los colores. Los tintos destacan por su robustez y carácter, y los blancos sorprenden con una frescura inesperada. La influencia de las tinajas aporta una textura singular, a menudo con un toque ligeramente oxidativo y notas de frutos secos, especialmente en los blancos, creando un contraste fascinante con la fruta fresca predominante.
Mención aparte merece el palhete o petroleiro, que también puede elaborarse en talha. Una rareza rosada y un legado que bodegas como Geraçöes da Talha, situada en el corazón del barrio de las tinajas de la villla de Vidigueira y gestionada actualmente por una nueva generación de elaboradores, se empeñan en recuperar, consiguiendo, poco a poco, convertir el talha wine en tendencia.
La sangre de Cristo
Si los vinos de talha del Alentejo pueden considerarse los orange wines portugueses, el palhete es lo más parecido a nuestro clarete. Se trata de un estilo de vino que proviene de cepas viejas, blancas y tintas, de variedades locales como aragonez, trincadeira, roupeiro o antão vaz, mezcladas en el campo y vinificadas de manera ancestral. Un concepto que en la región se conoce como “la sangre de Cristo”.
En esta línea, Geraçöes da Talha recupera con NaTalha Palhete la técnica de elaboración atávica que trajeron los romanos a la comarca y que todavía se mantiene viva en Vila de Frades. Un vino único y muy especial elaborado a partir del intercambio entre generaciones que, como consecuencia de su técnica, no ha sido estabilizado ni ha sufrido ningún tipo de filtración artificial.
Una suerte de clarete elaborado fresco y varietal, elaborado a partir de la mezcla de distintas variedades blancas y tintas, en busca del equilibrio de color, estructura y taninos. Un equilibrio ya establecido en el viñedo por generaciones pasadas, que adquiere una dimensión compleja y muy gastronómica tras fermentar en talha. NaTalha Palhete es la expresión líquida de la historia, la cultura y el terruño del Alentejo. Un viaje en el tiempo a través de la copa y una conexión con la viticultura portuguesa.
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