La ansiedad es uno de los grandes males del siglo XXI para el ciudadano occidental. Un trastorno muy frecuente y que produce un gran impacto sobre la calidad de vida de millones de personas. Entre 1990 y 2015, el número de personas con ansiedad ha aumentado cerca de un 50% en todo el mundo. Se estima que el 10% de la población mundial está afectada y se espera que estas cifras crezcan en los próximos años. ¿Hay alguna manera de controlar la ansiedad? Los expertos tratan de encontrar la mejor fórmula.
Un estudio reciente asegura que nueve de cada diez personas en España han sentido algún episodio de estrés en este último año y cuatro de cada diez lo ha hecho de forma frecuente o continuada. Un porcentaje que nos lleva a pensar que más de 12 millones de españoles han podido sufrir ataques de ansiedad en el último año.
Qué es la ansiedad
La ansiedad es un mecanismo adaptativo natural que nos permite ponernos en alerta ante sucesos comprometidos. En ocasiones, sin embargo, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado y no funciona de manera correcta. La ansiedad se vuelve desproporcionada con la situación. En estos casos, en vez de reaccionar con precaución ante los hechos que nos suceden nos sentimos paralizados e indefensos. Se produce en el organismo un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. La ansiedad se vuelve tan duradera que interfiere en las actividades de la persona y se convierte en un trastorno.
El trastorno de ansiedad provoca, por lo general, preocupaciones y miedos intensos en la persona. Estos sentimientos son difíciles de controlar y pueden durar un largo periodo de tiempo. Un trastorno que puede llegar a hacerse crónico hasta el punto de sentirnos en un estado de angustia permanente.
Síntomas de la ansiedad
En términos de ansiedad, cada persona es un mundo. Los síntomas que le pueden sobrevenir son múltiples y variados y se manifiestan de forma gradual. No obstante, hay algunos que resultan muy comunes y habituales.
Los ataques de ansiedad generan sensación de nerviosismo, agitación o tensión. La persona siente que se acerca un peligro inminente o una catástrofe, lo que le produce un ataque repentino de pánico. Estas sensaciones hacen que aumente el ritmo cardíaco, la respiración se acelere y haya sudoración excesiva y temblores. Los ataques de ansiedad también dan sensación repentina de cansancio y/o debilidad. Las personas con ansiedad tienen problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual. Además, tienen problemas para conciliar el sueño y problemas gastrointestinales en muchas ocasiones.
En un ataque de ansiedad no suelen aparecer todos los síntomas anteriores. La intensidad de los mismos puede variar de nivel. Hay personas que no sufren ataques muy fuertes y los pueden controlar. Sin embargo, hay otras que padecen estos ataques de forma más extendida en el tiempo y son episodios que afectan de forma clara a su vida diaria.
Cómo controlar la ansiedad
Cada vez son más los expertos que rechazan el uso de medicamentos para controlar la ansiedad y optan por la terapia cognitivo conductual. Esta terapia trata de hacer frente a la ansiedad a través de una serie de pasos que debemos llevar a cabo. En primer lugar, es muy importante informarse bien sobre qué es la ansiedad y cuáles son sus síntomas. Taquicardias, sudor, aumento de la temperatura, dificultad para dormir, molestias digestivas. Todos ellos son síntomas que aparecen en los ataques de ansiedad. Descubrir los factores que los causan puede resultar determinante para comenzar a controlarlos.
Por otro lado, es necesario reinterpretar el problema y tratar de no magnificar los ataques de ansiedad. La ansiedad es un trastorno que afecta a nuestra vida diaria. Es por eso que debemos razonar si la posibilidad de que ocurra lo peor es tan grande. Poner solo atención en los problemas en los momentos en los que se pueda hacer algo. Es por esta razón por la que tenemos que desviar la atención del problema. Cuando hay ataques de ansiedad, no dejamos de pensar en lo que nos preocupa. Hay que aprender a relajarse, a no centrar toda la atención y en todo momento en el problema. Es cierto que debemos estar alerta, pero también que tenemos que obligarnos a pensar en otra cosa y hacer cosas diferentes para distraernos.
Solo de esta manera conseguiremos interpretar los problemas como un desafío y no como una amenaza. Esto nos permitirá afrontar la situación con motivación, dejando de lado la preocupación. Pero ¿de qué manera podemos conseguir esto? Los expertos recomiendan a los pacientes realizar cada día todo tipo de técnicas de relajación: muscular, progresiva, respiratoria, imaginación, etc. Estas técnicas reducen la actividad fisiológica y logran soltar los músculos. Cuando se entrenan estas habilidades, los problemas se reducen y se terminan resolviendo. Es una manera de aprender a darnos cuenta de los errores y corregirlos.
Los ataques de ansiedad se pueden controlar haciendo y pensando en otra cosa, cambiando el tema de conversación, poniéndose a trabajar en algo, realizando cualquier actividad que nos permita no darle importancia a los síntomas que estamos teniendo y respirando más lentamente. La ansiedad es un trastorno que afecta a toda la población mundial. Un problema que reduce nuestra calidad de vida y que, en muchos casos, interfiere en nuestro día a día. Adelantarse a los síntomas y controlarlos en la medida de lo posible son los primeros pasos que debemos dar para tratar de vencer a este problema.