Son muchas las personas que sufren de callos en los pies. Se trata de durezas que suelen aparecer normalmente en los dedos y otras zonas determinadas del pie. Los callos suelen producirse cuando se somete al pie a demasiada fricción o presión. Esto hace que la piel cree un mecanismo de defensa, protegiéndose contra la formación de ampollas o úlceras.
Todo aquel que hace ejercicio físico al aire libre o en gimnasios, sabe lo que es el dolor que se puede sentir con los callos.
Características de los callos
Los callos no suelen presentar dolencias en primeras etapas. Con el paso del tiempo y si no se tratan, pueden llegar a ser dolorosos. Los callos en los dedos de los pies pueden hacer de un paseo una auténtica pesadilla.
Uno de los errores más comunes que cometen muchas personas es el de arrancar o cortar los callos. Con ello se busca eliminar su fea apariencia, pero puede llegar a ser muy doloroso. Además, puede producir infecciones que pueden agravar el problema y mermar la salud de nuestros pies. Por ello, hay que buscar alternativas fiables para acabar con los callos y ser pacientes en el proceso.
Tipos de callos en los pies
Existen varios tipos de callos en los pies como, por ejemplo:
- Heloma blando: Se encuentra entre los dedos de los pies con una apariencia semiblanda. Se produce cuando se usa calzado estrecho que provoca roce entre las falanges.
- Heloma duro: se forma por presión y fricción crónica en la zona que hay entre los dedos o en la yema de los dedos.
- Heloma seco: aparece en zonas donde no hay ni presión ni roce.
- Heloma peri y subingueal: es un callo muy doloroso que se desarrolla bajo o alrededor de la uña. Se produce por un exceso de presión del calzado. También por alguna lesión ósea o patología de uñas.
- Heloma neurofibroso: se desarrolla en zonas donde hay mucha presión como la cara lateral del primer y quinto dedo.
- Heloma plantar: el callo crece hacia adentro debido a un calzado no conveniente. Se considera grave cuando presenta dolor que deriva en cojera o problemas para caminar.
- Heloma vascular hemorrágico: es un callo duro que se acompaña de hemorragia frecuente en pacientes diabéticos. También se da en personas que tengan enfermedades vasculares periféricas.
Cómo acabar con los callos
- La piedra pómez es uno de los remedios caseros con el que ir poco a poco acabando con los callos. Lo primero que hay que hacer es meter los pies en agua caliente durante 20 minutos. Después rasparemos los callos con la piedra, haciendo movimientos de lado a lado. Debemos enjuagar la piedra y los pies de manera periódica para ir quitando los residuos que queden de raspar los callos. Es importante no frotar demasiado la piel dura para no llegar a la capa de piel sana.
- El tomate, además de ser un producto delicioso que tenemos que introducir en nuestra alimentación , también nos ayudará a ablandar y acabar con el callo. Hay que extraer la pulpa del tomate y aplicarla sobre el área afectada. Lo cubriremos todo con un vendaje y dejaremos que actúe toda la noche. Hay que repetir el tratamiento a diario antes de irse a dormir.
- Con cebolla, limón y sal puede hacerse un buen tratamiento. Con él, podremos eliminar tanto las bacterias como células muertas que puede haber acumuladas en el callo. Tanto la cebolla como el limón ayudan a limpiar la piel para ablandarla y la sal la exfolia de forma natural. Cortaremos una rodaja de cebolla y le pondremos unas gotas de limón y sal. La pondremos en la zona afectada y la sujetaremos con una venda. La dejaremos toda la noche actuar y repetiremos el procedimiento. Así acabaremos con el callo.
- Con limón y ajo también se puede acabar con un callo rebelde, además de desinfectar la zona. Lo que hay que hacer es mezclar manzanilla seca con zumo de limón y un diente de ajo machacado. Se aplica en la zona afectada y se deja secar 20 minutos. Se retirará con agua tibia.
- El bicarbonato de sodio también puede ser otra excelente opción para acabar con los molestos callos. Hay que disolver tres cucharadas soperas de bicarbonato en agua tibia y remojar los pies durante media hora.
Prevención, la mejor ayuda
Para prevenir y eliminar los callos hay que reemplazar el calzado que produce esa molestia. Puede que nos gusten mucho los zapatos, pero no podemos ir con ellos si nos hacen daño. Normalmente, el calzado que queda demasiado ajustado, sobre todo en las puntas, acaba produciendo callos.
Se debe apostar por un calzado cómodo que permita un correcto flujo de aire. Además, hay que usar calcetines cuando se use calzado cerrado. Esto no solo apartará de nosotros los callos sino que además evitará los hongos en las uñas.
Debemos mantener los pies limpios y secos en todo momento y los calcetines sintéticos favorecen la sudoración. Por eso no son recomendables, aunque sean cómodos. Hay que mantener siempre la piel de los pies limpia y seca. Si se traspira mucho, hay que usar un producto específico contra ello.