Hay varios factores que influyen en que el metabolismo consuma más o menos calorías. Entre ellas se encuentran la edad, la genética o la altura. Pero también entran en escena un elemento como la musculatura, que es el tejido más que activo que disponemos y que también se presenta como el que consume más energía. De ahí que el trabajo físico de fuerza se presenta como la propuesta más interesante para activar el metabolismo.
En lo que se refiere a la alimentación es importante prestarle una cierta atención a las proteínas, que son esenciales para la ganancia y conservación de la musculatura. Todo ello sin descuidar la ingesta de carbohidratos, ya que de lo contrario se acabaría con la masa muscular.
La doctora Anna Costa, dietista nutricionista, detalla al portal de 'Saber Vivir' qué elementos contribuyen a que nuestro metabolismo resulte más lento o despacio, y cuáles son las formas de activarlo.
Explica que el 60% del consumo energético que el organismo invierte a diario se destina a sobrevivir, que es lo que se conoce como metabolismo basal. La mitad del metabolismo basal se destina al mantenimiento de las funciones esenciales, como son la frecuencia respiratoria, el latido cardíaco y la temperatura corporal. Un 40% corresponde al metabolismo celular. Nuestras células requieren de ácidos grasos y glucosa para trabajar y fabricar moléculas. Las células del hígado producen por ejemplo proteínas, mientras que otras crean hormonas. Por su parte el 10% se dedica al funcionamiento muscular interno, como puede ser el trabajo de los músculos del estómago a la hora de triturar la comida o del corazón para realizar el bombeo de sangre.
Cualquier actividad o ejercicio físico que se lleve a cabo implicará un gasto de energía o calórico, que se unirá así al esfuerzo que hace nuestro organismo para funcionar.
Qué factores influyen en que un metabolismo sea rápido o lento
El metabolismo basal de una persona en edad adulta gasta en torno a unas 1.400 calorías. Ese consumo puede llegar a resultar más elevado en función de cada persona, que dependerá de una serie de factores como:
- La edad: con el paso de los años hay una tendencia a perder masa muscular y ganar grasa. Con esto lo que se consigue es no dispongamos de tanta energía calórica y no haya la posibilidad de quemar tantas calorías y pasemos más frío.
- La musculatura: el tejido metabólico más activo en el organismo son los músculos. Es el que se ocupa de producir más energía calorífica. De ahí que cuando una persona cuenta con mucha musculatura consuma más energía, incluso permaneciendo en reposo.
- Volumen corporal y altura: cuanto mayor sea el volumen del cuerpo y la altura, el cuerpo precisará de más energía en reposo.
Cómo se puede activar el metabolismo
Hay una serie de factores que no podemos modificar y que participan de forma importante en el metabolismo. Es el caso, por ejemplo, de la edad y la altura. Llegados a un cierto punto no hay manera de alterarlos. Eso sí, tenemos en nuestra mano la posibilidad de hacer algo para activar el metabolismo y conseguir que consuma más calorías. Para ello habría que trabajar más a fondo la musculatura.
Por lo tanto habrá que hacer más ejercicios de fuerza, como pueden ser las pesas. La doctora Costa cuenta que no existen los milagros en este sentido. "Cuanto más mayores nos hagamos, más trabajo de fuerza deberíamos realizar para intentar conservar esta masa muscular que tenemos tendencia biológica a perder".
Recuerda que no hace falta llegar a una cierta edad o a perder la musculatura para ponernos manos a la obra. Cuando antes se empiece, mucho mejor. Lo más correcto sería introducir en nuestra rutina de entrenamientos una serie de ejercicios de fuerza, que contribuirán a frenar esa eliminación de masa muscular que típica de la edad. Además, se activará el metabolismo y se podrá remedir la aparición de tejido adiposo en ciertas partes del cuerpo como puede ser el abdomen.
En qué consisten los ejercicios de fuerza
Es posible que mucha gente no esté familiarizada con el concepto de ejercicios de fuerza. Son una serie de actividades destinadas al fortalecimiento de los músculos y al incremento de la resistencia. Para conseguir unos resultados óptimos se hace imprescindible hacer un trabajo lo más completo y equilibrado posible, en donde se ejerciten los diferentes músculos del cuerpo, como son hombros, brazos, piernas, caderas, pecho, abdomen y espalda.
Podemos trabajarlos en el gimnasio con la ayuda de las máquinas, pero también con materiales como las bandas, mancuernas o lastres. Otra forma que resulta menos lesiva es con el propio peso.
Los expertos en preparación física aconsejan incluir en nuestra rutina de entrenamiento un par de días de entrenamiento de fuerza a la semana, que servirá de complemento al ejercicio aeróbico. Por lo tanto, esto nos llevará a practicar una actividad aeróbica de intensidad moderada entre tres y cuatro veces por semana, a los que habría que añadir un par de jornadas más de fuerza.
Hay una serie de ejercicios que se pueden realizar en casa sin necesidad de aparatos y que te llevarán unos pocos minutos. Es el caso de los burpees, que combinan desplantes, sentadillas y flexiones de pecho; las planchas, los sit-ups, el peso muerto, el curl de bíceps, el puente con glúteo o los ejercicios de tríceps. Todos ellos nos permitirán ganar músculo.