El vaginismo lo sufren aquellas mujeres que, ante el coito, tienen contracciones de forma persistente e involuntaria de la vagina. A veces se confunde con la dispareunia. La diferencia principal entre el vaginismo y la dispareunia es que las mujeres con vaginismo no pueden tener relaciones sexuales con penetración y las mujeres que sufren dispareunia sí pueden, pero con dolor.
Esta disfunción sexual se presenta en diferente intensidad según los casos. Por suerte, este problema que afecta a muchas mujeres tiene tratamiento y éste es bastante eficaz para su salud mental y sus relaciones de pareja.
Causas del vaginismo
A pesar de que las causas pueden ser múltiples, la psicología alerta que los problemas psicológicos son los que están detrás de la mayoría de los problemas de vaginismo. En ocasiones el miedo de no alcanzar el orgasmo puede impedir el sexo placentero.
En general, la mujer ha asociado la penetración con un peligro, es decir, ha generado un aprendizaje fóbico capaz de generar la respuesta de contracción vaginal involuntaria. Y nunca pensemos que es una enfermedad de transmisión sexual como muchos piensan ya que el simple hecho de mantener una vagina sana y cuidada es suficiente para evitar todo tipo de enfermedades físicas.
A continuación, presentamos algunas de las situaciones que pueden provocar este problema:
- Que el coito se relacione con el dolor. Que exista un conocimiento pobre sobre la anatomía y sobre la respuesta sexual puede dar lugar a pensamientos equivocados y temores en torno a las relaciones sexuales y, más concretamente a la penetración.
- Que el sexo sea concebido como algo sucio y pecaminoso. Esta situación acaba generando sentimientos de culpabilidad si se lleva a cabo, y obstaculiza de alguna manera tanto su ejecución como el placer asociado al mismo. Deberemos tener una buena autoestima para no caer en este error.
- Si se han experimentado situaciones sexuales negativas con anterioridad. Haber sufrido malas experiencias en el pasado puede afectar a las relaciones sexuales de presente.
- Si existen problemas en la relación de pareja. Los conflictos con la pareja sexual pueden exteriorizarse físicamente de este modo.
- La ansiedad. La preocupación puede hacer que se cree un anticipo al desempeño de las relaciones sexuales creando un entorno de intranquilidad, capaz de activar señales de alarma que provocan el vaginismo.
En lo que se refiere a las causas orgánicas, cabe señalar que son mucho menos habituales que las psicológicas, pero debemos tenerlas en consideración, aquí te mostramos unos ejercicios de autoayuda:
- Algunas causas suelen estar relacionadas con algún tipo de lesión o intervención pélvica, también tras un parto. Puede haber cicatrices que provoquen dolor, haberse pasado por un parto que haya sufrido complicaciones o haber vivido experiencias traumáticas como por ejemplo un aborto.
- La falta de estimulación sexual, los cambios hormonales originados por la menopausia e incluso algunos medicamentos pueden provocar una inadecuada lubricación vaginal, llegando a influir de forma negativa en las relaciones sexuales.
- Afecciones médicas como la endometriosis, pueden ser también un problema que desencadenen en vaginismo, al igual que sucede con las enfermedades de transmisión sexual, las infecciones de diferente tipo o cualquier dolencia que pueda provocar inflamación, verrugas, tumores o quistes en la zona pélvica.
- La existencia de un himen rígido e inflexible o trastornos relacionados con los músculos pélvicos, que pueden dificultar la penetración.
- Por último, un factor importante pueden ser también las alergias, causantes de molestas irritaciones que pueden estar provocadas por los materiales de algunos métodos anticonceptivos, así como para desodorantes íntimos o jabones.
Síntomas
No se tienen que dar todos los síntomas a la vez, normalmente cada mujer tiene unos síntomas diferentes ante el vaginismo, y pueden ser los siguientes:
- Relaciones sexuales dolorosas o imposibles. Sensaciones de ardor o irritación cuando el hombre intenta penetrar a la mujer.
- El dolor continúa tras el encuentro sexual.
- Se siente dolor cuando se intenta poner un tampón o al retirarlo.
- Contención de la respiración durante el intento del acto sexual.
Soluciones
Tratar el vaginismo es posible. El método más sencillo de llevar a cabo y con resultados más eficaces, tiene como base el autoconocimiento y el desarrollo de la sensación de control sobre uno mismo de manera que sea capaz de disfrutar de las relaciones sexuales sin ningún tipo de problema.
Existen distintos métodos relacionados con la psicología como son: la terapia sexológica cuyo tratamiento consiste en explicar a la paciente lo que está ocurriendo y en tratar de eliminar todas aquellas ideas distorsionadas respecto al sexo, cambiándolas por planteamientos más ajustados a la realidad. La terapia educativa se puede ilustrar a la afectada sobre la anatomía sexual, descubriéndole los secretos de una respuesta sexual dentro de la normalidad, con el objetivo de eliminar temores.
Por otro lado, también se buscará crear un ambiente de confianza en el que se pueda dar respuesta a cualquier duda que se planteé y que pueda constituir un muro de contención entre la persona y la satisfacción sexual. Es fundamental este ambiente de confianza para que la relación entre paciente y psicólogo sea buena y el problema alcance su solución antes.
Durante el tratamiento del vaginismo se suele proceder al planteamiento de una serie de ejercicios graduales que tienen como misión aumentar el conocimiento del propio cuerpo. El simple hecho de conocer y de estar familiarizada con los propios genitales será una tarea fundamental para la paciente, así como localizar los músculos vaginales que se contraen involuntariamente, obstaculizando la abertura vaginal. La realización de ejercicios, como los conocidos "ejercicios de Kegel", que consisten en contraer de forma voluntaria los músculos vaginales de forma rítmica, pueden ayudar a dominar esta musculatura.
El último paso para completar un tratamiento de vaginismo mediante terapia finaliza incluyendo a la pareja sexual de la afectada, de modo que ambos puedan realizar ejercicios guiados, con el objetivo de que puedan lograr la penetración y disfrutar plenamente de sus relaciones sexuales.