El martes me llamó una amiga que lleva ya varios años viviendo con su chico para invitarme a su boda. No me sorprende porque sé que ella es tradicional para este tipo de cuestiones pero muy moderna para todo lo demás. No está reñido. Además es romántica, y en eso me tiene ganada. Me habla de la ceremonia, muy íntima y seguro divertida. Gracias, por ahorrarnos la pamela.
Por supuesto que iré a compartir un día tan especial, que culmina una de mis historias de amor favoritas. Cuando cuelgo pienso, ¿qué necesidad tiene ella de casarse si lleva varios años viviendo con su chico? Son una pareja estupenda. Comparten profesión, aunque no especialidad y creo que forman el tándem perfecto.
No sé si es casualidad, pero esa misma noche recibo un whatsapp de uno de mis mejores amigos, que me confiesa que le va a pedir matrimonio a su chico estas navidades. Que lo tiene claro, le ama y se ha dado cuenta de que quiere pasar el resto de su vida con él. Yo le ánimo, le conozco desde hace muchos años y hasta ahora nunca le había visto así. Le he dicho que lo haga pero que se lo pida en un lugar especial y que sea inolvidable.
Si tengo que quedarme con alguna de las fases de una boda, es en la pedida. Me han contado algunas maravillosas. La mía también lo fue. A los pies del Arco del Triunfo, alguien especial me dijo que quería envejecer conmigo. Que no se imaginaba hacerlo con otra persona. Le preguntó al futuro marido de mi amiga cómo se lo pidió y me dice que no preparó nada, que eso es cursi y que no le gustan esas cosas. Ahí difiero con él y más conociéndola a ella. Reivindico que las declaraciones de amor eterno son más importantes que la boda en sí.
Lavándome los dientes con Ana, una de mis nuevas compañeras favoritas, le pregunto qué opina ella de las bodas. Me confiesa que fue casarse y se le estropeó. Que le iba genial y ese papel fue como firmar una sentencia de muerte. Las dos mantenemos la misma idea: no es necesario seguir las tradiciones y menos aún gastar tiempo y dinero en organizar una ceremonia, que a lo mejor con el tiempo quieres olvidar y no puedes. Qué más da casarse, si la mayor unión es la convivencia. Vivir el día a día con alguien a quien quieres no es fácil, es el reto más grande al que nos enfrentamos los humanos.
Nadie es perfecto y cuando convives con alguien tienes que aprender a respetar sus manías, sus miedos, sus frustraciones, sus horarios, sus necesidades, su espacio, no caer en la monotonía… Si consigues equilibrar todo esto ¿para que necesitas un papel? Cuando alguien me pide consejo sobre si casarse o no, siempre le digo lo mismo, primero convive, pero no un año, varios. Si consigues pasar la prueba, tú mismo. Debería estar prohibido el matrimonio sin una convivencia previa.
De la alegría de las bodas pasé a la frustración, la que se siente cuando pierdes a alguien que ha sido importante en tu vida. Un compañero y amigo se marchó el miércoles de repente sin que le diera tiempo a despedirse. Lloré en casa hasta que no me quedaron lágrimas y recordé los miles de kilómetros que hicimos juntos por toda España. Tú siempre pendiente de mí, la única chica de la expedición. Era como irte de viaje con tu padre.
Juntos nos hemos sentado en los mejores restaurantes del mundo. El jueves me puse un vestido azul en tu honor. Tú siempre decías que los vestidos me quedaban mejor. No voy a borrar tu móvil de mi agenda. Lo que más te gustaba era viajar y esta vez te has ido lejos…¡Buen viaje, Albert!
PD: Desde aquí mi pequeño homenaje a la joven diseñadora Sybilla. La semana pasada me contaba que estaba feliz por haber recibido el Premio Nacional de Moda 2015 en un momento además tan especial para ella. Sybilla ha sido capaz de amar durante años a un hombre, con el que tenía sus idas y venidas. Hace unos años esta persona murió tras haber estado dos años luchando contra una enfermedad.
Ella estuvo a su lado día a día, sin estar casados. Había veces que incluso no iba a trabajar por acompañarlo en el hospital. Él se fue y ella se encerró en su masía balear para sobrellevar el duelo. Ya era admiradora de tus diseños, pero como mujer te admiro más aún. Eso es AMAR y lo demás son tonterías. Suerte en esta nueva etapa ¡Te lo mereces!