En el ya legendario Teatro Chino acontecía el que ha sido el estreno del año de la cinta de Disney que espera recaudar 2.000 millones de euros. El mismo lugar elegido 38 años después del visionado de la primera película de Star Wars. Las estrellas que hacían el largo pase por el desfile de la alfombra roja -hasta 11 carpas cubiertas- se contagiaron del ambiente festivo que reinaba (tanto dentro como fuera) en la cita ineludible:
La princesa Leia Organa se desvivía junto a su hija la también actriz Billie Lourd después de que el ejército de stormtroopers y alguno que otro chewaka estrenara la pasarela.
Las medidas de seguridad fueron exageradas pero, necesarias ante la alarma mundial de un posible atentado. Arcos de seguridad, policía registrando a cada individuo, agentes caninos y hasta guardias apostados en las azoteas blindaron el estreno cuando en el interior más de cinco mil personas disfrutaban el Despertar de la fuerza.
Las carpas levantadas refugiaban a los asistentes mientras un Hollywood Boulevard lluvioso y con temperaturas de diez grados paralizaba la ciudad de Los Ángeles en un despliegue mayor que en la Gala de los Oscar. Dentro cinco mil personas observaban atónitos la película superlativa entretanto fuera se hacinaban miles de fans. Los verdaderos freaks de la película llevaban desde el 5 de diciembre pernoctando en las inmediaciones. Una pareja llegó a casarse en directo. "Será un taquillazo acompañado de buenas críticas", aconsejaba nuestro compañero de redacción Miguel Ayanz (redactor de Miradas para EL ESPAÑOL) toda una declaración de intenciones viniendo del experto cinéfilo.
Estrellas de cine como Spike Lee, Geena Davis, Steven Spielberg, Sofia Vergara y Joseph Gordon-Levitt disfrazado de Yoda (o por lo menos lo intentó) y el mundo empresarial representado en Sheryl Sandberg, número dos de Facebook, asistieron a la sala Dolby y al Chinese Theatre, donde el filme fue proyectado simultáneamente.