Vejaciones sexuales. Ahí queda eso. ¿Una nueva modalidad de ‘edredoning’? ¿Otra forma de entender la nueva televisión tras el desastroso apagón analógico? ¿El novísimo formato que mezcla algo de porno ‘light’ con las tontunas propias de un ‘reality show’? Pues, al parecer, nunca lo sabremos. A no ser que prospere, al fin, esa demanda indemandable de la concejala Carmen López contra Carlos Lozano y un aguerrido juez (¡ay, pobre!, ¡lo que les toca padecer, y sufrir, a los miembros de nuestra judicatura!) dicte sentencia al respecto. ¿Hay algún magistrado que se presente voluntario en la sala?
El caso es que degenera este ‘GHVIP’, en su cuarta edición, a una velocidad terminal. E hipohuracanada. Mucho más propia de la Estrella de la Muerte en plena operación retorno que de lo esperado en un ‘reality’ con tal índice de casposidad por centímetro cuadrado. Lo cual era de prever. Sobre todo, ateniéndonos al personal que se han visto obligados a recluir, en esta ganga -o saldo-, dentro del fastuoso chalet de Guadalix.
Toda una declaración de principios sin fin. ¿Qué otra cosa, más allá del patetismo cruel, puede salir de un plantel como el que lleva encerrado en la ‘cosa’ desde hace poco más de una semana? ¡Por el amor de Dior y los clavos de Risto, pero si nada bueno podía salir de un aquelarre similar! ¿Ahora se enteran? El Pequeño Nicolás, Rappel, Julián Contreras Jr., Laura Matamoros, Javier Tudela, Carlos Lozano... ¡y en este plan! Deja uno, al sexto ejemplar, de contar personajillos de tercera por una mera cuestión de salud mental.
Ciudadana López. O sea, Carmen López. Algo así como ‘Ciudadana Kane’, pero sin chicha ni limoná. Política de altura -¿o bajura?- de la que, hasta ayer mismo, sólo sabíamos que había protagonizado una portada en ‘Interviú’ y que quería que todos los españolitos costeásemos sus vuelos a Chicago. El acabose. Esta es la nueva forma de hacer política que algunos -es decir, los tontos- estaban esperando aquel aciago día en que acudieron a votar en vano. De la casta a la caspa. Con el culo al aire. Y sin transición que valga. Sale Carmen López escopetada del concurso y a todos nos deja claro, con su falta de criterio, que la chica no estaba capacitada ni para vocal suplente de su comunidad de vecinos chicagoniense.
La escena no tiene desperdicio. Por mucho que la lideresa Carmen López le soltase a una cariacontecida Sandra Barneda, en plan Dora La Diplomática del Primark, un “soy muy pudorosa” que sonó a chino y provocó la hilaridad de buena parte del público del plató. Ver a Carlos Lozano y a Rappel embalsamándola, afanados ambos en tan ingrata tarea, pasará a formar parte de los momentos más descacharrantes del telecinquismo del nuevo siglo. Ni los de Muchachada Nuí en sus mejores ‘sketchs’.
De ahí, a hablar de vejaciones, hay un enorme paso. Aun así, ni corta ni perezosa, la Ciudadana Ejemplar se plantó frente al Súper en busca de papel y boli para interponer una demanda contra el pobre Carlos Lozano (¿por qué no incluyó al ‘videntísimo’ Rappel, su compañero de fechorías?), presentador despresentado al que también acusan dentro de la casa de propasarse con los gintónics. Para que luego digan que en ‘GHVIP’ uno recupera su caché.
Esta es la televisión que tenemos. Y que, al parecer, nos merecemos. Esta es la clase política con la que contamos. Y que, al parecer, nos toca padecer. Nos vejan. No sexualmente, desde luego. Pero sí audiovisualmente. Nos someten. Nos imponen una serie de estupideces para las que no estamos preparados. Eso sí, la Ciudadana López se ha librado, en medio de todo este sindiós, de abandonar forzosamente la casa. Que Dios bendiga a ese pobre juez que se ocupe del caso. Quedan, pues, nominados: Julián Contreras Jr., El Pequeño Nicolás y Laura Matamoros. Si por mí fuese, saldrían los tres de la casa a la voz de ¡ar!
Pero resulta que yo no soy juez.
Ni vidente.
Ni concejal.
Ni, mucho menos, Carlos Lozano, el enésimo presentador impresentable que pasea su palmito por los rincones de la casa de ‘GHVIP’.