Quizá usted no se puede imaginar que en sus vidas hay algo más que reuniones para intentar formar gobierno. Es cierto que el panorama sentimental de los políticos españoles no da para cubrir portadas mundiales, como la que protagonizó Francois Hollande cuando fue pillado viéndose a escondidas con la actriz Julie Gayet cuando Valérie Trierweiler todavía era primera dama.
España no protagoniza un escándalo de tal dimensión desde que un súperministro de Economía como Miguel Boyer dejara tirada su cartera para ponerse el mundo por montera con Isabel Preysler a su lado. Desde entonces, los políticos de la 'casta' y los nuevos siguen moviéndose por los mismos patrones que el común de los mortales: flirteos, divorcios, segundos matrimonios y algún que otro verso suelto, como el popular Javier Maroto, que consiguió que hasta Mariano Rajoy bailara hasta la madrugada en su boda con Josema Rodríguez.
Si hay una regla que se cumple en política es que los polos opuestos se atraen. Que se lo pregunten a las catalanas Meritxell Batet, Inés Arrimadas y Andrea Levy. Por partes, y por orden de investidura. La socialista Batet, inmersa estos días en el equipo negociador que busca a la desesperada apoyos para encumbrar a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, está casada con José María Lasalle, del PP, secretario de Estado de Cultura, firme aznarista al que conoció en el Congreso de los Diputados cuando los dos debutaron como parlamentarios, justo cuando Mariano Rajoy llegó a la Moncloa. Tras diez años juntos, tienen dos hijas gemelas y conviven, con sus discrepancias a cuestas.
El amor también se impuso a las diferencias ideológicas en el caso de Inés Arrimadas, que conoció a su novio Xavier Cima en una comisión de trabajo parlamentario en las Cortes catalanas. La líder de la oposición en el Parlamento de Cataluña, la joven que defiende España en el lugar desde donde quieren romper la unidad del país, es novia desde hace algún tiempo de un diputado independentista que, aunque no formó parte de la lista rupturista de Junts pel Sí, trabaja día a día para conseguir esa desconexión que tanto horroriza a su chica.
La misma atracción que Arrimadas sintió durante un tiempo Andrea Levy, una de las jóvenes más cercanas al líder del PP. La catalana, que también defiende diariamente la permanencia de Cataluña en España, conoció entre tertulia y tertulia al escritor y profesor universitario, reconocido separatista, Enric Vila. Una relación que no fructificó pero que dio mucho de qué hablar en la clase política catalana.
En el amor, como en la política, el Partido Popular no destaca por sus amoríos. Si hay que destacar una relación entre los altos cargos del PP resalta una que fue de culebrón: la del exministro de Cultura, José Ignacio Wert, con la mujer más rica de la pasada legislatura, Mercedes Gomendio. La chispa surgió cuando el propio Wert fichó a la que ahora es su mujer para colocarla de secretaria de Estado.
En ese momento, ella estaba casada con Eduardo Roldán, al que no dudó en dejar después de que su affaire extramarital se convirtiera en amor. Tras un divorcio millonario nada civilizado y una boda que casi no se celebra, la nueva pareja pusieron tierra de por medio y se mudaron a París, en otro polémico cambio de trabajo. Él es embajador de España ante la OCDE y ella su directora general adjunta.
Wert es la excepción que confirma la regla. En el lado opuesto se sitúa otra exministra, la de Sanidad, Ana Mato, que enterró su carrera política por su exmarido, el exalcalde de Pozuelo de Alarcón al que conoció cuando los dos formaban parte del PP. Jesús Sepúlveda, implicado en la trama Gürtel, fue un mal partido para la conservadora, que la abandonó por irse con su jefa de prensa, veinte años más joven que él.
Ana Mato pasará a la historia como la política que pagó el confeti de la comunión de sus hijos con dinero público y la persona que no veía el Jaguar que su ya exmarido escondía en el garaje de la casa que ambos compartían.
Desde que la formación de Pablo Iglesias decidió el 15M que había que dar el salto a las instituciones han pasado algunos años y algún que otro romance. El más sonado fue el que protagonizó el mismo Pablo con la entonces diputada de Izquierda Unida, Tania Sánchez, que terminó abandonando la formación de Cayo Lara para unirse a la marea morada.
Aunque Pablo y Tania siempre defendieron la privacidad de sus relaciones, decidieron anunciar la ruptura a través de un comunicado. Ahora, los dos comparten escaño en el Congreso de los Diputados y mantienen una buena relación. Entre los cronistas que siguen los pasos de Podemos se rumorea que el líder ahora se desvive por otra joven con gran peso dentro de la formación, pero como solo son rumores seguiremos la pista hasta que se confirme.
Íñigo Errejón es otro de los seductores de su partido. Estuvo durante varios años con la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, pero su relación no llegó a buen puerto. Ahora se relaciona al joven que quiere ser ministro del Interior con una periodista de LaSexta. Los cronistas del Ayuntamiento de Madrid aseguran que la portavoz del Ejecutivo local también ha rehecho su vida y son muchos los que ven entre ella y Nacho Murgui, mano derecha de la alcaldesa Manuela Carmena, algo más que amistad.
Nadie duda de que a las chicas de Podemos les atrae los chicos comprometidos con las causas sociales, que defiendan sus ideales y con capacidad de movilizar masas. Y, si no, que se lo pregunten a la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, la chica del alcalde de Cádiz, José María González Kichi. Se conocieron en asambleas ciudadanas cuando él estaba casado y acababa de nacer su segundo hijo. Ahora, Teresa y Kichi son los Clinton andaluces.
El más deseado de Ciudadanos es, sin duda, su líder. Albert Rivera, que rompió con la madre de su hija tras veinte años juntos, sale ahora con una desconocida azafata que responde al nombre de Beatriz y que le sigue allá donde va: al congreso, a los mítines, a los Goya. ¿Tendrá miedo a que el amor sea una mentira?