Divorciarse, separarse o cesar la convivencia conyugal supone un trago que, ya sea amargo o no, implica de entrada la búsqueda de un nuevo nido. Un proceso engorroso que hay quienes lo llevan mejor cuando las miras están puestas en el nuevo “casoplón” que van a estrenar. Así el proceso de embalar y desembalar tanto objetos como sentimientos se lleva con un ánimo muy distinto… ¿Será una mudanza la solución al mal de amores?

Echando un vistazo al panorama social, esta semana asistíamos al cambio de vida y también de hogar de Antonio Banderas. Con su divorcio de Melanie Griffith atrás quedaron las fiestas, el folklore de Hollywood y la impresionante hacienda que compartía la pareja en Los Ángeles. En su nuevo horizonte se respira la estabilidad que le brinda su novia Nicole y la satisfacción de estrenar casa en la tranquila localidad de Surrey, a una hora de Londres.

Un nuevo nido de amor en plena naturaleza por el que habrían pagado la módica cantidad de tres millones de euros. Algo insignificante si lo comparamos con los dieciséis millones de dólares por los que el malagueño habría vendido su antigua residencia conyugal. No es de extrañar que el presupuesto le dé para redecorar la choza londinense con obras del prolífico artista británico, Banksy.

Superar una grave enfermedad y romper con tu pareja bien merece dar un carpetazo sobre la mesa y de paso, como quien no quiere la cosa, comprarse un triplex. Terelu Campos no se lo pensó dos veces y mientras decía “adiós” a Carlos Pombo y “hola” a José Valenciano adquiría a través de una subasta bancaria un nuevo inmueble en una exclusiva zona residencial de Aravaca.

Seis habitaciones, tres cuartos de baño, jacuzzi y una piscina privada cubierta alegran la vida a cualquiera. Pero la felicidad no es eterna y la adquisición de una nueva casa tampoco la asegura. Poco después de la compra, los rumores sobre una desorbitada rehipoteca se dispararon y la ruptura con el entrenador José Valenciano llegó.

Parece ser que la cienciología pudo más que los besos y arrumacos con los que Katie Holmes y Tom Cruise nos deleitaron en innumerables ocasiones sobre la alfombra roja. Tras cinco años de convivencia en la mansión del actor en Hollywood, con el divorcio pusieron tierra de por medio a la hora de acomodarse en sus nuevas casas.

Ella, una enamorada de Nueva York, se instaló en un lujoso apartamento de la ciudad de los rascacielos por el que pagaba más doce mil dólares mensuales y él atravesó el Atlántico para acomodarse en Islandia coincidiendo con el rodaje de una nueva película. Eso sí, para que las penas no fueran tan amargas, Cruise cambió la caravana de rodaje por una casa de estilo minimalista con dos plantas, jacuzzi y piscina exterior.

Hay para quienes la mudanza no es consecuencia de una ruptura sentimental sino más bien profesional, aunque a juzgar por las lágrimas de Iker Casillas en su despedida del Real Madrid el corazón se le quedó bien partido.

Pero a rey muerto, rey puesto y con nuevas expectativas en Portugal, la familia Casillas-Carbonero abandonó su lujoso chalet de la Finca para instalarse en una exclusiva vivienda en el barrio de Foz (Oporto). Con impresionantes vistas al mar, cinco habitaciones, tres cuartos de baño y cuatro plazas de garaje las rupturas son menos dolorosas para formar un nuevo hogar.