Tras los penaltis. Con un bochornoso bailecillo perpetrado por Pablo Motos y algún que otro miembro del equipo. Al filo de la medianoche. Con tacto o sin él. Medio adormilado. Es el prohombre más deseado de la televisión española –lo que no significa que también lo sea de TVE, al parecer; que se lo pregunten si no, aunque sea cariñosamente, a Josemanu Peñalosa y al resto de consejeros más peperos que parten el bacalao del ente público– y, como tal, aterrizó anoche, en olor de multitudes, para lucir tipín viejovenero a la vez que publirreportajeaba su nuevo CD en una edición especial de ‘El hormiguero 3.0’, chiringuito catódico de Pablo Motos.
En Antena 3, ¿dónde si no? En plena polémica por su mosqueante salida de La 1, Bertín aprovechaba el tirón que suscita su peliaguda salida del ente público y presentaba en directo las canciones de ‘Crooner’, su último trabajo, que ya es ‘disco de Oro’ (la buena noticia es que, por fortuna para todos, esta vez no incluye ninguna cansina ranchera). ‘Crooner’. Uno tiene que estar muy seguro de sí mismo y de su vozarrón para titular así su disco.
Y la cosa, para qué vamos a negarlo, derrochó campechanía. A raudales. Como estaba previsto en la escaleta del buenismo generalizado. Hasta el punto de que mi televisor, un LG de lo más apañado adquirido a precio de ganga en Media Markt, no ha dejado de babear, embobado y tarareando una almibarada versión de ‘Como un vagabundo’, desde entonces. De hecho, la telefonista del servicio técnico me ha dicho que ya puedo ir pensando en llevarlo al punto limpio más próximo, al pobre aparato. Que no existe solución y que han recibido más de 500.000 llamadas similares en las últimas horas.
Esto es una tragedia catódica sin precedentes. Megaosbornera y apocalíptica. Digna de un chiste de Arévalo, el mellizo de pega de nuestro ínclito ‘crooner’.
Sobredosis de campechanía en pleno prime time. Corrección política en vena.
Desparpajo a cascoporro. Bertín, el hombre más campechano de España –con el debido permiso de Su Majestad El Ex Rey Don Juan Carlos, por supuesto–, aterriza en el magazine más espontáneo y familiar de la televisión mundial. Por fortuna, el mundo sigue rodando a día de hoy. Y anuncian los de la NASA que también lo hará mañana.
Para que luego digan que la programación es aburrida, soporífera o letal. Nada resulta sosainas en esta nación destartalada por un Gobierno en funciones. Los cachondos de El Mundo Today, por ejemplo, zanjaron recientemente la cuestión bertinosbornera con un titular de los que marcan época: “Bertín Osborne abandona TVE tras haberse acostado ya con toda la plantilla”. Muy grande lo suyo.
Confiábamos en que el ‘crooner’ sesentón, presentador, humorista, empresario, jinete, jamonero, mariachi, actor, campeón de futbolín, entrevistador de moda y sobradamente preparado donjuán (este superhombre del renacimiento hace de todo y a la perfección; menos freír un huevo) diese alguna explicación razonable sobre su continuidad o ruptura en la cadena pública, y nos dejó casi como estábamos. “Nosotros entendemos que no podemos mantener un programa al aire como el nuestro sin cierta estabilidad. No pedimos ni un euro más, que quede bien claro. Porque ha habido muchos tontos que ha sido cuestión de pasta. Pedimos estabilidad. No pudo ser”.
Llegó, madrugadora, la pregunta del millón. Aunque la respuesta no estuvo a la altura: “Eso es absolutamente falso. Teníamos autonomía absoluta. Nunca nos ha vetado TVE a nadie. Entrevistábamos a Ágatha Ruiz de la Prada y su marido es Pedro J. Pero no nos han vetado”. Ahí quedó eso. Se echó de menos un “¿y entonces por qué no se emite el programa estando ya grabado?” por parte de Pablo Motos. Aunque, al parecer, no era la noche. Siguieron, sin pisar callos, un rato más con el mismo tema: “Si TVE iguala la oferta, me quedaría encantado”.
Confiesa Bertín acostarse a las diez y quedarse leyendo hasta la una de la madrugada, o por ahí, ya que desayuna cada día con sus hijos. Un ‘crack’. Regala embutidos a la muchachada del público (entre los que encontró, de repente, a un sobrino). Todo muy campechano, repito. Empezando por la pelotillera entrevista de un Motos entregado a las causas perdidas: “Te tengo que decir que estás espectacular”, llegó a decirle.
Lee mucho este renovado Bertín. De ahí su historia sobre la vista cansada. Nos quedamos sin saber qué lee Bertín, cada noche, hasta la una. ¿El Marca? ¿Las obras completas de Faulkner? ¿Las notificaciones de Hacienda? Otra vez será. Visto y comprobado está que el verbo favorito de Motos no es repreguntar. Prefiere dar paso, inagotablemente, a publicidad. También a los jueguecitos y las coñas a lo largo de un programa en el que, por lo visto, lo único que se toman en serio son los jueguecitos y las coñas. Como el lacrimógeno tutorial que se marcó, para pasmo de personal, esa ‘actriz’ del método (¿ogino?) llamada Pilar Rubio. O el de las cajas de seguridad, que, tras lo de Coronado y Tósar, ya huele.
Amagaron Motos y Bertín, cómo no, con cantar a dúo ‘New York, New York’. Por suerte para todos, no pasaron a mayores.