Hay quien vive la Semana Santa entre procesiones, mantillas, saetas y torrijas. Y hay quien aprovecha los días de culto y vacaciones para llevar a cabo hazañas de difícil ejecución en el día a día. Les proponemos una selección de las pijotadas que la Semana de Pasión nos ha dejado, no sin antes mostrarles los buenos deseos para estas fechas que desde Internet nos envían Mario Vaquerizo y Rebeca como imagen de unos talleres de coches. Enfundados en sendos monos azules, no sabemos si estos mecánicos serán o no duros de pelar…
Desde el país del sol naciente nos llega lo último en cosmética. Se trata de una mascarilla con la forma del osito Winnie The Pooh que además de dejarnos la piel como el culito de un bebé puede provocar un efecto aterrador en quien se atreva a cruzarse con la persona que se la está aplicando. El tratamiento facial se ha convertido en un must entre las jóvenes asiáticas y por tan solo dieciséis dólares se puede adquirir en Amazon.
El piloto Lewis Hamilton ha querido marcarse una gracieta en las redes sociales y se ha inmortalizado en los aseos de un avión mostrando al resto de la humanidad sus dificultades a la hora de hacer de vientre. Fibra, mucha fibra es lo que le hace falta al británico para no pasar por este trago o quizás el estreñimiento sea ocasional con motivo de las altas presiones.
En Instagram se puede publicar de todo, aunque mostrar ciertas partes del cuerpo está prohibido. La cantante Amber Rose se ha convertido en la abanderada del movimiento contra la censura del pezón femenino. Y como buena activista, la ahora novia del jugador de los Raptors, Terrence Ross, publicó en su red social una imagen de su pecho al descubierto con el hashtag #freethenipple. Minutos más tarde fue censurada, pero ella volvió a la carga y su pezón, esta vez tapado, volvió a mostrarse.
Al pequeño Paquirrín no hay forma de encauzarle. Por estas fechas suele sacar su cara más seria vistiéndose de traje y de procesiones por Sevilla, pero este año ni por esas. Quizás ya haya cubierto su cupo de formalidad ejerciendo de padre pomposo en el bautizo de su hija Ana y ahora le toca hacer la gamberrada. Lo último: plantarse un cabezón de Piolín a modo de capirote.