A Paco León le gusta romper moldes. Y para su tercera película, Kiki, el amor se hace, no ha dudado en adentrarse en el mundo del sexo y descubrir a los espectadores las filias sexuales más impresionantes. Pero, ¿está España preparada para hablar tan abiertamente de sexo? ¿Lo están nuestros famosos?
“Con los medios, sí”, confiesa una de las protagonistas de la cinta, Candela Peña. “Pero a la hora de hablar con otras gentes, no. Yo no he tenido ese problema. Sí que es verdad que, igual que los chicos tienen esa cosa como de pajearse en grupo, las chicas somos más prudentes. En mi caso también tuve suerte de tener amigas que vivían el sexo de una forma bonita”.
“Eso sí, en esta película he sido bastante vergonzosa porque te ves mayor, no te ves tan mona. Un día me tocó sacar una teta y me pareció como si fuera un productor de otra época. Y me dio vergüenza”, añade la actriz catalana.
En este mismo sentido se muestran Natalia de Molina y Mari Paz Sayago, otras de las protagonistas. “Las chicas, entre las chicas, también hablamos de sexo. Quizá incluso más explícitas. Pero es verdad que hay de todo. Depende de la persona. Cuando es tu amiga de verdad, no da tanta vergüenza”, dice la ganadora del Goya. “Entre amigos y con confianza, al contrario, soy lanzadilla”, añade la actriz de Allí abajo.
“Aquí con los medios, sí. En mi vida, no. Soy bastante sexual. Tengo todo el día la palabra follar en la boca”, confiesa el actor y cantante Pablo Puyol. “Yo hablo de lo que sea. Con los medios da más vergüenza”, comenta la presentadora Marta Torne. “Yo, no. De hecho, peco de desvergonzada”, añade la galerista Topacio Fresh.
“Sí que soy vergonzoso, supongo que soy víctima de la educación cristiana. Con los colegas igual me suelto más. Este país tiene todavía una mentalidad cristiana con todo lo que implica de represión del sexo. España es aún muy católica”, zanja Antonio de la Torre.
Una timidez, una vergüenza, que llevan también a la hora de hablar de filias sexuales o su primer ‘kiki’. “Yo soy muy de mi intimidad. Pero de gustarme, me gusta Pedro Pascal, un actor de Juego de tronos y Narcos. Un tipo muy guapo pero sin serlo. Atractivo”, comenta Belén Cuesta, que interpreta a la alocada Belén en la cinta. “Scarlet Johansson”, confiesa Puyol.
“Lo del morbo es relativo. Me puede gustar desde el portero de mi escalera, hasta el presidente del Gobierno. Es piel, es energía. Los guaperas me aburren un poco. Prefiero alguien con el que cenar y pasarlo bien, que un tío para mirar. Para eso me compro un cuadro”, explica Torné. “Me ha gustado mucho Jeremy Irons y me encanta ahora, por su dualidad, Eddie Redmayne”, comenta Carmen Lomana.
“Yo me he prestado a casi todo, menos a lo escatológico. Luego tuve uno que le gustaban los pies y a mi cómo no me gustan mis pies, le tuve que dejar. Me gusta la lencería erótica y algún latiguito suave, una palmadita, dejarte el cachete colorado”, se sincera Topacio Fresh. “Me pone mucho el nuevo James Bond: Daniel Craig. Me gustan los hombres grandes, no los niñatos”, añade.
“Mi personaje se excita al ver llorar a su marido. En el fondo no es tan extraño. Muchas veces, después de una gran bronca con tu pareja, terminas pinchando”, cuenta Candela Peña, que confiesa no haberse escandalizado en exceso por las filias aparecidas en la cinta salvo por la elifilia o la obsesión por determinados objetos. “A mí me parece que echarse un 'kiki' está muy bien. Es muy sano”, defiende Lomana.
¿Y su primer kiki? “Muy chulo. Muy guay. Me eché un novio inglés. Salíamos de paseo con diccionarios pequeños y me propuso echar un ‘kiki’ y lo recuerdo con mucho cariño”, cuenta Mari Paz Sayago. “Sí, perfectamente. Con mi primera novia. Regular tirando a mal. Son estas cosas que cuando la haces por primera vez, estás nervioso, y no fluye como tiene que fluir. Ya por suerte uno va aprendiendo y con mucha práctica”, dice Pablo Puyol.