Estas son las reinas que a mí me ponen… ¡combativo, visceral y metafórico! Las únicas sultanas de ese pálido ‘swing’ que se susurra de noche y a un compás de lo más jondo. De esas que saben que el único sexo débil, tanto aquí como en Nueva York, siempre, siempre, siempre, serán los otros. Toda una monarquía absoluta y pugnazmente femenina puesta ahora en pie de guerra por culpa de un reality ‘cuatrero’, machista, burdo e intolerable.
Un grupo salvaje de mujeres airadas que se fuman las clases de yoga en virtud de entuertos mayores. Nada que ver con esas emperatrices chuscas a las que todo, todo, todo huele a ‘merde’. Este es el matriarcado que, transfigurado en ‘share’, decide aquello que está bien o está mal en el territorio machirulo y comanche de la televisión patria. Por eso cambian de canal, cuando las cosas no funcionan, y lo hacen a golpe de manifa. Único zapeo eficaz que entienden los programadores desde esa inopia en la que se encuentran.
Se plantan las combativas ‘queens’ de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, con los brazos en jarras y expresión malhumorada, frente a la sede de Mediaset España, porque consideran que programas como ‘Los Gipsy Kings’ denigran a la comunidad gitana. Y añaden, contundentes, que la emisión de este tipo de memeces sólo sirven “para fomentar la discriminación, la mofa y el esperpento de todo un pueblo”.
Poco hay que añadir, después de aplaudir hasta que a uno le duelan las manos. No es la primera vez que las principales organizaciones romaníes piden la retirada del programa. Aquí mismo lo dejamos bastante claro en su momento. Justo cuando volvían los González, los Montoya, los Fernández-Navarro y los Salazar, como invitados estelares, a ocupar el mercadillo de Cuatro para instalar sus puestecillos de compraventa de machirulismo de garrafón, amarillismo sandunguero y desfasado neorrealismo en un mundo repleto de ‘gorditas’ en el que los patriarcas deciden, rebasada la sesentena, meterse a boxeadores en plena sobredosis de testosterona. Para que luego digan que no es mejor que los experimentos sociológicos se hagan en casa y con botellines de gaseosa. Ahí queda eso.
Por su parte, sostienen los responsables del engendro que ‘Los Gipsy Kings’ no es un documental catódico al uso, sino un reality con toques de humor y personajes televisivos. Pura ficción, según ellos. Yo, por mi parte, sigo sin creer que el respetable pueblo gitano se merezca, por mucho más tiempo, un Romancero Patatero como esta sandez que nunca vino a cuento. Mientras tanto, me sumo al mosqueo de las Gipsy ‘Queens’ y celebro su valentía.
Estas son las reinas que a mí me gustan. Las que saben distinguir, al primer vistazo, entre ficción y realidad. Entre mentira y verdad. Entre seriedad y esperpento. Las que alzan su voz, sumándola en una queja rotunda, frente al estrépito de la insensatez.
Con la actitud propia de quienes tienen claro lo que desean ver.
Y cómo desean verlo.