Su padre Pere Ferrer apodado cariñosamente 'El Freixenet' nació en la impresionante finca catalana llamada La Freixeneda, sede de la empresa y fundada en el siglo XIII. Junto a su mujer Dolors Sala, crearon Freixenet, una de las marcas españolas más internacionales. Carmen, una de las hijas del matrimonio, se quedó sin padre con tan sólo 19 años y después de vivir la terrible Guerra Civil consiguió crear con mucho esfuerzo junto a su madre Dolors Sala y sus hermanos una de las empresas referencia de nuestro país. Ferviente católica y discreta hasta la médula, huía de la prensa.
Vivía en la céntrica calle Hernán Cortés de Santander después de trasladarse de Ciudad Jardín, una urbanización de chalets enfrente del Hospital Valdecilla en la misma ciudad. Su familia conserva tres edificios de su propiedad en la también céntrica Plaza Pombo de la capital cántabra. Le gustaba pasear junto a su hermana Pilar, fallecida en enero pasado a los 98 años, ambas llegaron a la ciudad norteña por amor. Carmen se casó con el santanderino Enrique Hevia, padres de Enrique Hevia Ferrer, vicepresidente y director financiero de Freixenet. Enrique está casado con María José Hojas, cuyo hermano es Pablo Hojas, un prestigioso fotógrafo.
Carmen Ferrer fue una viajera incansable, su mayor hobbie era recorrer mundo junto a su hijo visitando las bodegas repartidas en 16 países de tres continentes. Hasta Australia se llegó a trasladar para comprobar el estado de sus viñedos. José, el hermano pequeño de Carmen, ocupa el cargo de presidente de honor de la compañía y es el único descendiente directo de los fundadores que sigue vivo en la longeva familia.
Freixenet ha sido valorada en 500 millones de euros por Henkell, un grupo alemán al acecho para comprar la marca española. Quiere hacerse con el 51% de la compañía tener poder de decisión. Las tres ramas diferenciadas de la familia tenían pensado decidir el futuro de la compañía este miércoles, cita que fue aplazada (que no abortada) por la muerte de la señora Carmen.
La familia prefirió rendir homenaje a Ferrer en su funeral en la iglesia de Santa Lucía de Santander, a escasos metros de su vivienda: “Una buena persona siempre preocupada de los suyos y con unos arraigados valores familiares y cristianos que le permitieron estar cerca de sus seres queridos en Cantabria pero, también en Cataluña”, tal y como expresó su hijo durante el funeral. El cuerpo de Carmen fue enterrado en el panteón familiar en el cementerio de Ciriego, a las afueras de Santander.
La rama de la familia Ferrer con un 26% de la compañía seguirá con su lucha (que no afrenta) para que la compañía siga dentro de la familia por lo que ha pedido un crédito de 120 millones posiblemente al Banco Santander. Carlos Hazas, el máximo responsable territorial del Santander, se encontraba en el funeral.
El superávit de Freixenet fue de tan sólo dos millones de euros cuando las ventas han llegado a cientos de millones de euros por lo que las exigencias pasan por profesionalizar la cúpula de la empresa y recortar costes. Sea como fuere lo primero fue despedir a la discreta y querida Carmen, ya tendrán ocasión de brindar por la venta… O no.