Emma Rhys-Jones es a Gareth Bale lo que Gala a Salvador Dalí: su musa. Esta joven británica es quien hace quince años robó el corazón del que llaman "el príncipe de Gales" y a quien van dedicados todos los goles del delantero del Real Madrid; los dos de ayer ante el Rayo Vallecano no iban a ser menos, las manos del jugador volvieron a formar un corazón dirigido a su pareja.
Cuando en 2013 pisó el suelo del Bernabéu, en la presentación de Bale como nuevo jugador merengue, la imagen de una nueva Victoria Beckham circuló por la mente de muchos. Pero nada más lejos de la realidad: ni apariciones en grandes fiestas, ni historias de que España huele a ajo, nada de cerrar comercios de lujo y por supuesto nada de escándalos sentimentales. La discreción es su máxima y sus apariciones públicas se limitan a un segundo plano en los escasos eventos a los que asiste el jugador.
Su historia de amor con Bale comenzó cuando ambos tenían once años y cursaban sus estudios en el Wintchurch High School de Cardif. Desde entonces no se han separado, convirtiéndose así en una de las parejas más sólidas del panorama futbolístico. Los orígenes humildes del jugador cuyo padre era conserje en una escuela y el profundo sentido de la familia que tiene Emma al haberse criado en el núcleo de una familia numerosa (segunda de cinco hermanos) han hecho que la pareja a pesar de los triunfos futbolísticos camine con los pies en la tierra.
El nombre de Emma Rhys-Jones forma parte del de la larga lista de WAGs (women and girls friends) de futbolistas pero su afán por andar sin hacer ruido hace que se desmarque de este club de mujeres que rivalizan en cuanto a opulencia, belleza y físico espectacular. Los diez millones de euros netos al año que gana Bale en las filas del Madrid no suponen un plus para la galesa, su belleza natural (melena morena y ojos negros) y estilismo nada ostentoso hacen de ella "una mujer muy completa y familiar" en palabras de su abuela Grace Rhys-Jones.
Son padres de dos niñas Alba Violet (octubre 2012) y Nava Valentina (marzo 2016) y de momento se resisten a pasar por el altar. Tuvieron un intento fallido en el verano de 2013 tras la euforia del fichaje por el equipo blanco, pero decidieron posponer el enlace por la inesperada detención del padre de Emma, Martin, como sospechoso de fraude y blanqueo de dinero a nivel mundial. Un turbio asunto judicial que aún hoy sigue coleando y que es la única mancha en el expediente inmaculado de la pareja.