“Mucha gente me ha preguntado si digo algo fuerte. Yo tampoco soy el diablo hecho periodista”, decía Pedro J. Ramírez en el especial previo de Mi casa es la tuya emitido este lunes en Telecinco y en el que se daban pequeñas pinceladas de por qué su entrevista y la de Ágatha Ruiz de la Prada ha terminado viéndose en esta cadena en vez de TVE. El debut de Bertín obtuvo un 15'6% de media y congregó a 2.814.000 espectadores de media. Hubo momentos del programa en los que llegaron a reunir a 6.000.000 de espectadores frente al televisor.
“A los de TVE no les gustó que le enseñaras los libros”, decía por su parte la diseñadora. “Para todo aquel que tenga que ocultar, Pedro J. sí debe ser temido. Hay determinados lobbys que no les interesa tenerlo en la primera línea”, decía la consejera delegada de EL ESPAÑOL, Eva Fernández. “Ahora que veo que estamos tan prohibidos voy a ir a todos los programas para fastidiar”, añadía Ruiz de la Prada.
La primera confesión política de Pedro J. tuvo como protagonista a Adolfo Suárez. El director de EL ESPAÑOL recordó la última cena que compartió junto al fallecido expresidente del Gobierno cuando éste aún estaba lúcido.
“Yo cumplía 50 años e invitamos a Aznar y Adolfo Suárez, que es con el que siempre me he identificado más. Estaba el debate sobre la sucesión de Aznar y Suárez decía que tenía que ser Mayor Oreja porque venía de UCD. También estaba el independentismo catalán. Y Suárez dijo que estaba retirado de la política, pero que si el soberanismo crecía, desenvainaría la espada para defender los valores constitucionales” confesaba Pedro J. Ramírez a Bertín en el programa debut emitido este lunes en Telecinco.
No fue el único expresidente del Gobierno que ha pasado por casa. “Tenía muy buenas reuniones con Zapatero, sobre todo al principio. Es el mejor ser humano que ha pasado por la Moncloa. No diría que es el hombre de Estado ni que es el mejor político. Pero sí como ser humano. Era de una manera, lo fue y siguió siéndole tras salir del poder”, comentó.
Durante la comida, Osborne también preguntó cómo vivió Ramírez el golpe de Estado del 23F. “Nos avisaron de que había ya un pelotón que venía al periódico para tomarlo. Lo único que se me ocurrió es que tenía una litografía de Botero ‘Retrato de la junta militar’ y la escondí. Ya es ofensa lo que publicamos, cómo para que vieran eso. Luego no llegaron porque les dieron la contraorden”.
Una autodidacta soñadora
Agatha habló de sus orígenes, su padre era de Madrid y su madre de Barcelona, y confesó haber vivido entre las dos localidades. “Cuando viajaba a Barcelona era como una vida de cuento total para mí. La casa de mis abuelos en Pedralbes era como un castillo blanco de hadas”.
Reconoció haber sido mala estudiante y autodidacta. “Mi madre me llevo al colegio tarde y fui una inadaptada toda mi infancia” ha confesado la aristócrata afirmando que pasaba las horas dibujando para inventarse su mundo”.
Su primer desfile lo hizo a los 20 años y seis meses después ya la conocía todo el mundo reconociendo que el mundo televisivo había tenido buena parte de culpa. “Estudie un poco en Barcelona pero no me gustó nada y no tarde en escaparme” confesó entre risas. Su popularidad le llegó cuando el Corte Inglés le pidió que hiciera ropa para niñas. “Yo pensé… joder que putada pero cuando vía que vendí como 700.000 prendas es cuando me di cuenta de la repercusión que tenía”.
"Si puedo demostrarlo, lo publico"
Tras la comida, aprovechando que Ágatha estaba ‘agathizando’ a la mujer de Bertín, Fabiola Martínez, Pedro J. enseñó su despacho al presentador. Allí, el jerezano confesó al periodista que siempre que sale su nombre en conversaciones todos coinciden en decir “lo que tiene que saber que no cuenta”.
“Siempre que sé algo y puedo demostrarlo, lo cuento. Hay otras personas que utilizan la información para conseguir favores. Yo lo único que quiero es darle el placer a la gente de darle noticias. Nunca he dejado de publicar tanto si les perjudicaba a uno como a otros”, contestó Ramírez.
Y puso el ejemplo de cuando publicó el tema Ibercorp. “Había una lisa de gente a la que habían avisado. Y uno de los clientes era el padre de Ágatha. Yo no podía dejar de publicar esa lista. Si hubiera salido mi padre, lo hubiera publicado igual”, se sinceró el periodista.
Una defensa del periodismo que le ha llevado a ganarse más de un enemigo. “Te hace perder constantemente amigos. Si publicas algo del GAL, estás contra el PSOE. Tenía una relación estupenda con Felipe González. Pero fue publicar lo del GAL y pasé a ser su enemigo”, recordó.
“Rajoy venía a casa, teníamos relación permanente. ¿Qué culpa tengo yo de que Rajoy le mandara los SMS a Bárcenas? Joder, yo los publico y ya hay una conspiración: que si El Mundo manipula, que si El Mundo tergiversa. Yo simplemente pongo el espejo”.
“La hora de cerrar es fabulosa”
Pero antes de estas confesiones políticas, durante la entrevista también hubo tiempo para la parte más personal de Ramírez y Ágatha. “Somos distintos pero hay algo en común que es que cada uno estamos muy entregados a lo que hacemos. La vitalidad de Agatha es algo contagioso y formidable”, comentaba Pedro J.
“Tantos corazones y yo no soy nada romántica. No nos influenciamos en el trabajo pero si no me leo sus artículos se enfada”, decía Agatha que recordó cómo se conocieron. “Vamos a hacer treinta años. Nos conocimos en un puente aéreo. Era director de Diario 16, que era el que más hablaba de la movida madrileña. Se me presentó, le dí las gracias por sacarme tanto y le invité a un desfile”, recordó Ruiz de la Prada.
“Yo he hecho tantas cosas porque Pedro J. es muy trabajador. Como trabaja como un loco, te aceleras... “, explicaba la diseñadora. “Es una persona muy lista. Te acostumbras a ese nivel y la gente normal te da pereza. Siempre está entusiasmado porque para él, las noticias son como para mi un desfile. La hora de cerrar es fabulosa”.
Ruiz de la Prada también recordó la etapa en la que el actual director de EL ESPAÑOL estaba en el punto de mira de ETA. “Durante años hemos ido forrados de guardaespaldas (...) Recuerdo una vez que se fue con unos de la ETA en Francia. Tenía ilusión de entrevistarles. Le estaban apuntando, pero yo no me preocupaba. Fue una época muy pesada. Incluso recuerdo una vez que él se sentaba con unos de la ETA y yo en la otra mesa”.