Estragadito estoy. Atiborrado. Colmado. Saturado. Harto de tragarme programas hechos por y para cocinillas del Mundo Libre. Tenemos unos televiseros que sólo piensan en meternos la comida por los ojos. No hay cadena española que no cuente con cinco o seis chefs de postín. Ninguno llega al nivel estratosférico de Jamie Oliver (¡también tiene su coña que el mejor gastrodivulgador catódico del mundo sea ‘british’!), ni hemos logrado alcanzar glorias extremas con formatos similares a ‘Crónicas carnívoras’, pero nos apañamos bien. Vamos tirando, que diría el francotirador. Aunque también es cierto que, en esto de la telerrealidad culinaria, pocos superan a Arguiñano y Chicote. Dos tipos mayúsculos.
Javier y Sergio. Sergio y Javier. Torres en la cocina. Que se vayan preparando los alfiles y las reinas. Duelo de Torres. Hasta puedes votar, desde tu cómodo sofá, cuál de ellos cocina mejor su mejilloncete. Eso sí, hay que hacerse a ello. Al principio, durante los primeros cinco minutos, creerás que tienes un problema oftalmológico de ardua solución. O sea, que ves doble y necesitas otras gafas graduadas para enfocar algo mejor. Ahí estarán, frente a ti. Retándote con su gracejo. Sergio y Javier. Jagio y Sevier. Hermanos y residentes en La 1 de TVE.
¿Era esto lo que llamaban sistema dual de televisión? Una cocina repleta de clones con la bisnieta de la ovejita Dolly dentro del horno y lista para emplatar. “Sergio, hay veces en que lo fácil es lo bueno”, le dice Javier a su ‘gemelier’ del alma, filosofando porque es gerundio, mientras suda la gota gorda tratando de acicalar su mejillón. “Un tigre tiene que estar bien relleno”, tercia Sergio, pero podría tratarse otra vez de su hermano Javier, ya que son idénticos. Y, de repente, musiquilla de fondo: ‘Tigres y Leones’, del mítico Torrebruno. No se matan, no. Los chicos del servicio de Documentación de este programa. Aunque se agradece la coña. ¡Qué chispa! “Yo soy León y Javier es Tigre”, nos informa Sergio, y lo cierto es que nos quedamos mucho más tranquilos tras la confesión.
Duelo de ‘gemeliers’ bajo un sol de bendita vitrocerámica. Se aplican estos hermanos, mientras tiran de perejil a cascoporro. Siguen el duelo, mano a mano: hamburguesa y gamba y bacalao fresco (Sergio) contra hamburguesa de secreto ibérico y torta del Casar (Javier). Un verdadero sindiós. Caín rematará a Abel, una y otra vez, propinándole golpes con la Minipimer. Los Torres se muestran hiperactivos en su cocina catódica. Cansa verlos trajinar.
Un único pero: agota un poco ver trajinar a estos Zipi y Zape en su cocina. Imaginaos, si no, a dos Arguiñanos por el precio de uno. O a dos Chicotes. O a una selección de fútbol como jurados de ‘MasterChof’. Aun así, todo bien. Me quedo con una duda: ¿Queda alguien en este país que todavía no sepa hacer esferificaciones de patata en su casa (o en la mía)? ¿Sí? Veo una mano levantada al fondo. ¡Pues a la cocina de Bertín Osborne, sin postre!
¡Qué cosas! Tanta teoría culinaria y, para nuestra desgracia, todos con el frigorífico en plena orden de desahucio.