El entrañable militante de la CNT que se casó con una espectadora y tuvo un hijo cura
Catalán de ejercicio pero de convicción baturro. No acudió de espectador al teatro hasta los 23 años. Tuvo tres hijas bien casadas y un hijo que abrazó la fe pero ninguno ha seguido su estela cómica.
8 julio, 2016 02:21Noticias relacionadas
A la pregunta de si borraría algún capítulo de su vida, formulada por la revista AMA en 1973, el popular actor Paco Martínez Soria respondía lo siguiente: "un hombre debe ser consecuente con sus actos. Si yo soy consecuente conmigo mismo no puedo decir que lo que hice antes estaba mal". Conviene recordar que la entrevista tuvo lugar en las postrimerías de un franquismo que todavía condenaba al garrote vil a sus enemigos políticos. Que ahora descubramos que el actor fue anarquista, con carnet de afiliado a la CNT, parece dar nuevo sentido a estas palabras.
Nacido en Tarazona, hijo de un comisario de policía y un ama de casa, sin antecedentes familiares en la farándula, "catalán de ejercicio pero de convicción baturro", estudiante del Corazón de María, donde fomentaron su pasión con el espectáculo, no pudo acudir al teatro como espectador hasta los 23 años, una vez casado, irónicamente con una espectadora habitual de sus funciones en el barrio de Gràcia.
Tuvo tres hijas, bien casadas, y un hijo que abrazó la fe (como escolapio llegó a oficiar el funeral de su padre en 1982), lo que las crónicas de la época recogían como "una decepción", supuestamente por la descendencia, algo que no fue problema dada la gran familia con nietos y bisnietos que llegó a conocer, aunque ninguno siguiera su estela cómica.
A los 20 años ya era director de cuadros escénicos, iniciando una carrera en la que supo construir personajes que le iban como un guante e inspirados en familiares y amigos, rostros reales que los espectadores reconocían… y en los que se reconocían. Arniches, Paso o Muñoz Seca fueron algunos de los autores que más representó, antes incluso de formar su propia compañía en 1940, primer paso hacia el sueño de contar teatro propio, algo que logró con el Talía, en la Barcelona que lo había acogido, que remodeló e inauguró en 1960.
Don Paco, como gustaba ser llamado, había cosechado una tremenda popularidad gracias al cine de la mano de Pedro Lazaga y la taquillera La ciudad no es para mí, uno de sus grandes éxitos cinematográficos (y en la que Gracita Morales pronunciaba la memorable "¡Tanto Luchy, tanto Luchy, y se llama Luciana!"). La película era la adaptación de una obra teatral que Martínez Soria llegó a representar en más de 3.000 ocasiones. Todo un récord. En los años del desarrollismo, el ya por entonces veterano actor encarnó al español medio, hijo cultural del régimen, ignorante pero divertido, con un ramalazo machista pero de buen corazón, cazurro pero noble, con más éxito de público que de crítica.
El que fuera rostro amable de la España de Franco era heredero de otra España, pero como tantos otros artistas –y españoles, cómo no–, vivía y amaba en tiempos revueltos. Atrás quedaba el recuerdo de su primer papel protagonista en el cine, Paquete, el fotógrafo público número uno, comedia producida por el sindicato anarquista del que había sido miembro y dirigida por Ignacio F. Iquino, el director con el que más veces trabajó a lo largo de su carrera.
Amante del ajedrez y de la pintura, siempre quiso trabajar "para el pueblo”, iniciándose en unos escenarios colegiales prohibidos para las mujeres y donde, de manera autodidacta a base de mucha lectura y muchos ensayos, se dejó inocular el veneno del teatro. Eso sí, ni clásicos ni vanguardia, Paco Martínez Soria siempre tuvo debilidad por el sainete, género que le permitió abordar ese “teatro popular” de risa fácil y nulo compromiso. Su receta fue todo un éxito, como quedó patente con el éxito que TVE cosechó en 1990 al programar su primer ciclo de películas en un homenaje al cómico: las audiencias llegaron a los 9 millones de espectadores, cifras propias de las finales de la Eurocopa o de Eurovisión.
¿Qué hacemos con los hijos?, Abuelo made in Spain, Hay que educar a papá… Pedro Lazaga supo sacarle partido al concepto "ser un yayo de pueblo es cool" con una ristra de enredos sobre una paternidad concebida a la vieja usanza. Que los cejijuntos tienen gancho queda patente en estas tramas de choque cultural entre la España que muere y la España que nace.
Don Erre que Erre. Si decimos que es la historia de un hombre que se enfrenta a u banco y gana la batalla, podemos creer que aflora algún guiño anarquista en esa comedia. Pero olvídenlo, es de Sáenz de Heredia, el padre del humor falangista. Don Paco no se enfrenta al banco por ideología sino porque es un tacaño de tres pares de narices.
¡Vaya par de gemelos! Hay cierto paralelismo entre la trayectoria de Martínez Soria y Lina Morgan. El mismo deseo de llegar al público, la misma naturalidad para conseguirlo, la apuesta por un teatro en propiedad… La película de Lazaga no tiene nada que ver con el musical ¡Vaya para de gemelas!, pero no deja de ser curioso que ambos tuvieran en su currículo un título similar.
El calzonazos. Un delirio machista de Ozores en el que no puede faltar el momento de travestismo-bochorno que tan buenos resultados suele dar en los enredos casposos de risa a la inglesa… Por ingle, no por británica, no se me asusten. Don Paco dominado por una Florinda Chico que deberá finalmente asumir quién lleva los pantalones en casa.
El alegre divorciado (Lazaga). Martínez Soria cruza el charco y se queda ojiplático al descubrir que el matrimonio es algo de quita y pon. Así que decide sacudirse la caspa y darle rienda suelta a la próstata.
El padre de la criatura (Lazaga), Estoy hecho un chaval (Lazaga). Los españoles son muy españoles. Y por muy españoles entendamos muy hombres, a nivel semental si me apuran. Sin Viagras ni otras zarandajas, un español se reproduce aunque sea por esporas, con la mujer que se le acerque, ya sea Margot Cottens o Florinda Chico. Si la naturaleza se empeña en desairar a un muy español, como en Es peligroso casarse a los 60 (Ozores), ya aparecerá alguna hija de la nada para confirmar la españolidad. Y si no se reproduce, qué demonios, tiene cuerda para convertir la tercera edad en una juega, compruébenlo en El abuelo tiene un plan (Lazaga).
La tía de Carlos (Luis María Delgado). Don Paco hecho draq queen contenida en su última película, un enredo que su propio representante, Dionisio Ramos, perpetró en teatro inspirándose en la obra de un Brandon Thomas que, si levantara la cabeza, habría cometido un Anna Karenina en un cercanías.