Se acabó la fieeeeeeeeeeeesta. En una finalísima que, entre inacabables tandas de anuncios, llegó a estirarse, cual revenido ‘bubble gum’, hasta bien entrada (o salida) la madrugada. Fallece de muerte súbita esta edición de ‘Supervivientes’ y lo hace en pleno caloret julianero. Gran final, decían que era. Y es lo mejor que le ha ocurrido a este reality (tan violento, tan barriobajero y tan tabernario): acabarse de una maldita vez. No sobrevivir a su sandunguera y lamentable condición.
A partir de hoy mismo, que aguanten los monumentales cabreos de Mila sus allegados. Y que lo hagan, si es posible, por favor, en la más estricta intimidad de ese hogar bienaventurado que, imagino yo, en sus días de mal rollito tiene que ser algo así como estar realquilado en una sucursal del mismísimo Averno. Ximénez, Mila. De profesión: la suelta de espumarajos por la boca mientras se cisca en todo lo ciscable. Exceso de ternura; lo llaman algunos por ahí.
La chaqueta de Juasjuasjuás. Esa chaqueta azulhorrobrillantinosa en la que habían embutido al presentador badalonés. Estilistas de Juasjuasjuás: ¿Por qué tanta maldad? ¿Eran realmente necesarias esas sandalias de guiri ‘brexitviejuno’ pululando por Benidorm La Nuit? ¿Chaqueta postinera y chanclas? ¡Aarg!
Once de la noche. En punto. Jorge, Mila y Yola. Los tres finalistas. La noche, en ese preciso momento, prometía ser larga como muy pocas. Con jueguecitos chorra –incluido el de apnea– a cascoporro. ¡Qué festival de la estulticia telebasurera! Qué bocinazos, los de la tal Steisy, cuando llegó al plató, cuando empezó a abrazar a todo bicho ‘superviviente’. Qué cutrevestido más raro el que llevaba la chica. Qué soberano aburrimiento. Qué entrevista más insustancial.
200.000 euros estaban en juego. Es el modelo de televisión que más necesitamos en estos momentos de pertinaz crisis. Se enriquecen estos friquis a costa del ‘share’ de cada día. Sobreviven de estrujar las miserias a nuestras ojipláticas retinas. Son los expertos de la sandez. Los máximos ordeñadores del rastrero y costoso televoto, ese diabólico invento.
“Mila, no sería extraño que te ofreciesen una portada en ‘Interviú’. ¿La harías?”, preguntaba Juasjuasjuás, pelotillero que es, a la Reinamadre de la Noche. “¡Hombre, pues depende de lo que paguen!”, soltaba Mila, a cara de perro. Ver a Mila Ximénez, desnuda, en una portada. Sueño de ‘roadrunners’ sin complejos y condenados a perpetua con exceso de ego. Pesadilla para el resto del mundo. Responsables de la revista ‘Interviú’: ¡no paguéis ni medio euro!
“¡Felicidades, Yola! ¡Eres la Meryl Streep de ‘Supervivientes’! ¡Nueve nominaciones ya!”, soltaba un Juasjuasjuás al que, en el fondo, se le notaba mosqueadillo porque su amiguita Mila se quedase tirada en el arcén. En sentido figurado, claro. Porque también nos tocó tragarnos su casposa y pelotillera entrevista en plató. Mila y Juasjuasjuás, abrazaco de compañeros del metal. Ejemplo de imparcialidad. Hagiografía telecinqueña. Cundió la razón. Y no pudo ser. El tongazo. Aun así, han reconducido la cosa para atenuar los broncazos y salidas de tono de esta señora. Juasjuasjuás: “¿Cómo te has visto?”. Mila: “Como el demonio de Tasmania”. Lo clavó.
La una. Anunciaba Juasjuasjuás un empate técnico entre Yola y Jorge. Volvieron a abrirse las líneas telefónicas. Todo por la pasta. Por rascar el bolsillo del alienado televidente español. ¿Cuántos euros recaudarían a lo largo de la gala? Ni idea. Pero me pongo en lo peor. De lo peor.
Las dos menos cuarto pasadas. Pero que muy pasadas. Y tras casi cuatro horas de infumable pestiño e imágenes de ‘bullying’ selvático ininterrumpidos, la audiencia (que es muy sabia, o eso dicen) decidía convertir en ganador de esta edición a... ¡Jorge! ¡Marchando otra de injusticia poética y hondureña! Se llevó el gato al agua el graciosete desconocido. Pero si hay que quedarse con una verdadera superviviente del reality, esa es nuestra Yolísima. La reacuchutada Yola. Quien ha protagonizado su propio remake de ‘Ana y los lobos’, de Carlos Saura. Algo así como ‘Yola y los lobos’.
Podría haber sido peor. Mucho peor. Afortunadamente, nos libramos del tongo anunciado y dejaron a Milikita a las puertas.
¡Sigamos para bingo! ¡Que reabran una y otra vez el maldito televoto!
¡Esta vez invito yo!
¡Será por pasta!