Inés Arrimadas es una jerezana atípica. Igual que la bodega en la que ha decidido celebrar su enlace matrimonial. No hay uvas palomino, variedad que se utiliza para la elaboración de los caldos que dan fama mundial a Jerez de la Frontera. En su lugar, estas tierras albarizas nutren a uvas tintas, algo poco frecuente en la comarca, más propias de La Rioja, Navarra, Aragón o Cataluña.
De allí es su marido Xavier Cima, un 'convergente' también atípico, que se ha mostrado contrario a las teorías separatistas de su partido. Ambos se han dado el sí quiero en la tarde de este sábado en una ceremonia privada con sabor andaluz.
El ya matrimonio ha mantenido el secretismo hasta el último momento. Dentro de su propio partido, la líder catalana pedía silencio a medida que el día del enlace se acercaba. Y el lugar elegido para celebrar el enlace, las bodegas Luis Pérez, es un enclave recóndito, de difícil acceso y escondido a las furtivas miradas de los curiosos.
Unas 17 hectáreas de viñedos rodean la finca en el que los políticos catalanes se han dado el sí quiero. La ceremonia civil, que ha oficiado el compañero de Ciudadanos y concejal del Ayuntamiento de Jerez, Carlos Pérez, ha tenido lugar en un inmenso salón desde el que contemplar la ciudad desde unas cristaleras.
La opacidad ha sido la tónica dominante en las horas previas a la boda entre Arrimadas y Cima. Ninguno de los trabajadores de la finca, mucho menos los invitados al enlace y al posterior convite, ha querido revelar dato alguno de la ceremonia. Apenas algún saludo a la prensa, como el de Juan Marín, el líder de Ciudadanos en Andalucía, que llegaba a la bodega acompañado de su esposa.
IR y venir de vehículos
El silencio se imponía en un ir y venir de taxis y coches a través de caminos de tierra. Ellos, de traje y corbata; vestidos de todo corte y color para ellas. A pocos minutos de las ocho de la tarde, hora prevista para el enlace, tres autobuses con capacidad para unas cincuenta personas entraban en la finca. Unas 200 personas han presenciado el enlace, que comenzaba cuando el sol caía.
Ha tenido suerte la pareja al disfrutar de una temperatura agradable, que ha contrastado con las calurosas jornadas que se han vivido durante toda la semana en la provincia de Cádiz.
El novio entraba en la bodega rápido pasados quince minutos de las ocho de la tarde en un Mercedes Clase E de color oscuro. Conjunto de chaqueta y chalequillo de color negro con una corbata de color gris y unas diminutas flores blancas prendidas en la solapa. Junto a él, su madre. Ambos saludaban tímidamente a la prensa apostada a las puertas de la finca.
Tras él, con unos quince minutos de diferencia, llegaba Inés Arrimadas, que se ha decantado para su boda por un traje blanco de la colección Pronovias 2016, realizado en tul combinado con guipur y chantilly, de silueta sirena y con una espectacular espalda confeccionada en tul cristal y delicadas aplicaciones de encaje. Los pendientes sencillos de diamantes y un recogido clásico del que salía el velo. En la mano, un discreto ramo de flores secas de color malva. El coche, un Maserati de color crema, aminoraba su velocidad para que la novia pudiera intercambiar sonrisas con los fotógrafos. Se le veía serena instantes antes de dar el 'sí, quiero'.
Los asistentes cuentan que ha sido una ceremonia emotiva en la que la novia ha llegado a derramar algunas lágrimas. Tímidamente han sonado algunos aplausos. Pasados pocos minutos de las nueve de la noche y tras el intercambio de los anillos, la pareja se convertía en marido y mujer.
Una boda sencilla
La sencillez se ha impuesto en el enlace del matrimonio Cimas Arrimadas. Boda al aire libre en la bodega más vanguardista de Jerez. Los detalles de la ceremonia y del convite se llevan gestando desde hace varios meses, cuando la pareja confió su boda a Beatriz Amets, organizadora de eventos de la vecina localidad de El Puerto de Santa María. Su equipo guardaba riguroso silencio, entre otras cosas, obligado por un acuerdo de confidencialidad rubricado por contrato.
Amets se lo ha buscado todo. La hacienda, el catering, las flores… Todos los detalles. En todo momento la consigna ha sido huir de la ampulosidad. Sin que se sepan los detalles más íntimos de la ceremonia o más lúdicos del posterior convite, sí se puede asegurar —a tenor de algunos testimonios— que la boda ha tenido un marcado carácter andaluz. Y el “vivan los novios”, en castellano.