Así se casó el Papa del Palmar: "Que me perdone Dios pero no sé vivir sin ti"
- Los contrayentes dieron rienda suelta a su pasión en una ceremonia íntima cargada de referencias a la vida religiosa que vivieron ambos. Hubo lágrimas y besos apasionados.
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"Que me perdone el Santo Padre pero yo no sé vivir si no te tengo a mi vera". Jamás pensó la Niña Pastori, la misma que cantó delante del Papa Juan Pablo II el Ave María, que una de sus canciones se usaría para abrir la boda de otro Papa, el que fuera Gregorio XVIII líder de la iglesia Palmariana, un cisma de la Iglesia Romana. El enlace, que se rubricó en la intimidad del Sacromonte granadino, pone punto y seguido a una relación furtiva nacida entre hábitos. Las dudas generadas cuando se anunció la relación entre una ex monja y un Papa (del Palmar) apóstata se han disipado este domingo cuando ambos se han dado el sí quiero ante la presencia de familiares y amigos.
Pocos hoy en la finca La Chumbera, donde se ha oficiado la ceremonia, se acordaban de los rumores que corrían por Monachil, el pueblo donde ambos residen, a principios de mayo, cuando el que fuera máximo responsable de la orden de los Carmelitas de la Santa Faz abandonase la sede donde se erige la iglesia y dijera abiertamente que lo hacía por amor.
Nadie, al menos manifiestamente, duda hoy de que la relación que han formalizado Nieves Triviño y Ginés Jesús Hernández es sincera. Y muchos aplauden la valentía que ha demostrado la pareja para "luchar contra el mundo", como decía la oficiante —una de las concejalas de Monachil— para alcanzar juntos el estatus que deseaban. El día amaneció pronto en el domicilio de los ya marido y mujer. "No hemos pegado ojo, y eso que ayer nos tomamos algo para poder conciliar el sueño", explica Nieves minutos antes del enlace.
Recibe a EL ESPAÑOL en chanclas, maquillada y esperando a que Ginés termine de vestirse para poder enfundarse el vestido nupcial, un diseño sin mangas de Pronovias de color rosa palo con drapeados y una sutil cola de tul. Él salía del dormitorio de ambos de azul, con un conjunto de pantalón, chalequillo y chaqueta hechos a medida.
En su mano izquierda, un reloj de oro que en su día le regalaron los fieles de la iglesia Palmariana; en la solapa, una rosa blanca que prendía Nieves con mimo. "¿Habéis visto esa talla del Sagrado Corazón de Jesús? La compré en Valencia el año que me ordené sacerdote, en 1975; desde entonces me acompaña durante toda mi vida", cuenta Ginés, que en su piso de Monachil agrupa varias imágenes de su etapa pasada.
En mitad del dormitorio un crucifijo y una pintura al óleo de Nuestra Señora del Palmar le recuerdan lo que un día fue. "Yo soy creyente, eh", recalca. "Lo que pasa es que no creo en la iglesia católica y, después de lo que descubrí, tampoco en la palmariana; pero soy creyente", subraya. Ambos salían del piso que ambos comparten al rededor de la una de la tarde con dirección al Sacromonte. Él en el BMW X6 que se llevó al abandonar la orden y ella en un coche clásico de color blanco. Y ambos fueron comiéndole metros a su destino común sorteando las estrechas calles del Albaicín. Cruzándose con turistas que poco saben de las vicisitudes que han debido vencer para darse el 'sí, quiero'.
Su historia arrancó en noviembre, cuando ambos investigaban una trama que pretendía golpear con fuerza la jerarquía de la iglesia Palmariana. De esas pesquisas ambos dedujeron casos de abusos sexuales en la orden, robos y un sinfín de transgresiones de la norma palmariana. Y una relación que se mantuvo oculta para muchos hasta la salida de Ginés —o padre Sergio María, nombre que adoptó al ordenarse—. La pareja recordaba hace días sus furtivos encuentros en una entrevista en exclusiva con EL ESPAÑOL.
En ella detallaban cuestiones de alcoba que, a buen seguro, han hecho temblar los cimientos de la iglesia Palmariana."Ay, quién me iba a decir a mí hace años que iba a terminar con el padre Sergio María", se pregunta Nieves. "Soy un hombre afortunado", replica Ginés, que no ha parado de solicitar la complicidad de su esposa durante toda la ceremonia. Caricias, besos, roces intencionados y lágrimas para inaugurar una vida en común. Incluso risas, cuando en mitad de la ceremonia se iban sucediendo varias alusiones a la pretérita vida religiosa de ambos. "El amor está inspirado en el mismo Dios", narraba la oficiante, que atribuía varias citas a San Agustín. Y mientras, un torbellino de abanicos trataba de sofocar las altas temperaturas que se registraban en el Sacromonte, la zona más alta de Granada.
El vaivén al compás de los sones flamencos con los que un cuarteto amenizaba la ceremonia. Y que interpretó el ‘Cómo han pasado los años’ de Rocío Durcal, la canción de la pareja y en la que ambos terminaron mojando los pañuelos.Un paraje que conquistó hace escasos meses a la primera dama estadounidense Michelle Obama o al ex presidente Bill Clinton, asiduo a esta zona de Andalucía oriental. De fondo, la Alhambra enmarcaba una ceremonia repleta de geranios, bugambillas y rosales."Una boda que ni el mismo Papa de Roma", repetía Nieves. Y así fue.