El 'cajero' del Pujolismo pone a la venta su barco exclusivo
Conseller de Economía de los gobiernos de mayoría absoluta de Pujol se deshace de 'Dorotea', la embarcación que lleva el nombre de su mujer, ya fallecida. Fue considerado el 'buda' del pujolismo.
9 diciembre, 2016 03:13Noticias relacionadas
Es la única Sunseeker que se vende en la Náutica de Palamós. Se construyó en 1994, tiene 12,85 metros de eslora y cuesta 85.000 euros. La barca en sí, una lancha motora de 2x430 HP de potencia, se llama Dorotea. Porque su todavía propietario, el otrora omnipotente Macià Alavedra (82), la bautizó con el nombre de su mujer. El Dorotea IV tiene una habitación de matrimonio, una cocina y una salita de estar. Más de 20 años después de comprarla, se deshace de ella, tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL. Los tiempos han cambiado.
La caída del pujolismo en Cataluña es una realidad que se constata en los pequeños detalles. Alavedra vende su barca, y también el amarre que tiene en el Puerto de Llafranc. Ya no queda nada de los años dorados más que malos recuerdos.
Porque el que fuera conseller de Economía (de 1986 a 1997) de los Gobiernos de mayoría absoluta de Jordi Pujol en la Generalitat puede que no entre en la historia por pilotar las finanzas catalanas hasta convertir la región en la cuarta potencia económica de Europa. La memoria es más caprichosa, más amarilla si quieren, y la realidad es bien diferente: la entrada en prisión del ex conseller es lo que permanece.
El buda del pujolismo, como lo bautizó en su momento el director de esta casa, Pedro J. Ramírez, fue uno de los principales encausados en la Operación Pretoria, por la que ingresó en la cárcel. El fiscal lo acusó de "percibir de manera ilícita" al menos seis millones de euros. Una cantidad que se embolsó, según el ministerio fiscal, gracias a su posición privilegiada dentro de la estructura de la Generalitat.
El juicio, en manos de la Audiencia Nacional, todavía no se ha celebrado, y afecta a otros ex altos cargos como Lluís Prenafeta, otro buda del pujolismo, a quien acusan de haber obtenido 15 millones de euros en ganancias. Los imputados se enfrentan a peticiones de cárcel -de seis años a diez meses- por delitos de tráfico de influencias, cohecho y blanqueo de capitales. Bartomeu Muñoz, alcalde de Santa Coloma de Gramenet durante aquellos años, es otro de los encausados.
La avanzada edad de algunos de los imputados juega a su favor, según han reiterado los expertos legales en varias ocasiones. Juega a su favor, pero sólo de cara al juicio. La realidad es siempre más complicada. Alavedra entró en la cárcel de Can Brians, donde estuvo unos meses preso, y salió en 2009 acompañado por su mujer. Doris Malfeito (Dorotea), fue uno de los grandes apoyos de Macià durante toda su vida. Falleció en julio de 2014 y su muerte supuso uno de los golpes más duros para el ex conseller.
Malfeito era pintora y sus cuadros cuelgan de las paredes de las mejores familias de Barcelona. En los actos sociales, Alavedra era el marido de Doris, una mujer elegante y con grandes contactos que logró vender mucha de su obra gracias al potente papel de su marido. Unos de sus cuadros preside el comedor del Dorotea IV. Tal y como relata la serie de reportajes El libro negro del periodismo en Catalunya, escrito en EL ESPAÑOL por Jordi Pérez Colomé, hubo incluso periodistas que se negaron a escribir sobre alguna exposición de Malfeito porque no se atrevían a criticar su arte. Eran, lo habíamos dicho, otros tiempos.
Macià Alavedra salió de prisión y volvió a sus tradicionales costumbres. Los veranos en la Costa Brava, concretamente en el plácido Llafranc, donde se le veía cenar en el restaurante Simpsons (la eventual presencia del rey Juan Carlos I en el establecimiento logró ponerlo más de moda de lo habitual). Y aquel verano postcárcel, sentado en una mesa con buenas vistas -y para ser visto-, los comensales se acercaban a saludarle con cierta pleitesía.
La detención de Alavedra y Prenafeta y su exposición bajo la llamada pena de telediario cayó muy mal entre los burgueses de cierta edad, esos que nunca han visto con malos ojos las comisiones y el dinero sucio, siempre que fuera entre ellos. Tot queda a casa (todo queda en casa), dicen. Decían, acaso. Nadie hablaba entonces de independencia ni falta que les hacía. Ahora, se venden los barcos. Los detalles, nunca hay que despreciarlos.