Antonio David Flores se sentó ante el juez el pasado 23 de marzo acusado de un presunto delito de alzamiento de bienes. Y allí, aseguró que participó en dos reportajes publicados por la revista Lecturas a principios de 2017 sin cobrar un solo euro. ¿El motivo? Un fotógrafo le presionó con unas imágenes comprometidas. Unas fotografías de carácter "íntimo" y "delicado" tomadas en una discoteca -según él mismo relata al juez- y con las que un paparazzi le presiona para participar gratis en dos reportajes. Por sendos trabajos, Lecturas pagó más de 60.000 euros, que según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, fueron remitidos en enero de 2017 a una empresa ubicada en Sevilla, y controlada por un empresario llamado José Alberto Romero Megía.
La revelación del colaborador televisivo se hizo en el marco de su declaración como investigado por un presunto delito de insolvencia punible y alzamiento de bienes, iniciado por el Juzgado de Instrucción número 2 de Alcobendas en un procedimiento instado por la defensa de su exmujer, Rocío Carrasco, que intenta cobrar una deuda desde hace cinco años. En su comparecencia, Flores fue interrogado por varios pagos vinculados a sus reportajes y exclusivas, desde que en 2012 presentó ante la Justicia un escrito declarándose insolvente.
Además de diversas intervenciones televisivas, el juez se interesó por ejemplo por los 18.150 euros que la revista ¡HOLA! abonó en 2013 a una de las sociedades del representante de Flores, llamada Espilce SL. Según sus propias cuentas, en ese ejercicio la empresa llegó a facturar 506.161 euros y a manejar un millón de euros en activos. En enero de 2013, cuando la firma cobró esa factura, hacía justo un mes que el exmarido de Rocío Carrasco se declaró carente de ingresos para no pagar sus deudas.
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La empresa de su representante, también con embargos
En su declaración ante el juez, Flores reconoce que la sociedad de su representante cobró varias de sus intervenciones y exclusivas. Y lo justifica por las deudas supuestamente contraídas con Francesc Mohamed Parellada durante tres años. Según Flores, su hombre de confianza le prestó dinero entre 2011 y 2014 para su manutención y la de su familia, años en los que estuvo sin empleo estable. En compensación por esos fondos, las empresas de Parellada llegaron a recibir después facturas de 30.000 euros según la investigación del caso.
Sin embargo, las cuentas no cuadran con la versión aportada por Flores en el juzgado, ya que los registros oficiales de Espilce SL dicen lo contrario. Según las cuentas presentadas en el Registro Mercantil en 2014, la empresa atesoraba en esa fecha solo 8.959 euros en el apartado de “deudores comerciales y otras cuentas a cobrar”. Es decir: esos son los únicos derechos de cobro declarados, sean de Antonio David Flores o de cualquier otro de sus clientes.
En otro de los casos, la aparición de Flores en la revista Lecturas en febrero de 2015 supuso un beneficio de 30.000 euros cobrado con la firma Exeo Dei SL. Abierta en Barcelona en diciembre de 2009, la firma está controlada también por Perallada, pero está dada de alta como una constructora. La sociedad no presenta cuentas desde 2010, por lo que es imposible conocer las cuantías supuestamente adeudadas por Antonio David que legitimaron el cobro de esa factura. Además, tiene sobre ella un embargo decretado el 14 de abril de este mismo año por el Ayuntamiento de Barcelona.
Una sociedad recién creada en Sevilla
Los últimos interesados por el juez corresponden -según la comparecencia judicial- a sendos reportajes publicados el pasado enero en la revista Lecturas. Dos apariciones sobre las que Antonio David Flores asegura que no hubo transacción financiera alguna en su beneficio: "A mi me hacen unas fotografías de carácter delicado, íntimo, y la persona que me hace las fotografías me dice que, o se publican las fotografías, o se hacen varios reportajes. Y yo he aceptado realizar varios reportajes [...] yo no recibo ningún tipo de beneficio. El pacto que existe es que se guardan esas fotografías en un cajón para que no se publiquen y nada más. No recibo ningún dinero ni recibo nada”.
Sin embargo, la documentación recibida por otro juzgado desmiente la versión aportada por Flores. Al menos en parte. Sí hubo una transacción económica por esos reportajes, aunque no a nombre de Antonio David, sino de una sociedad domiciliada en Sevilla. Lecturas pagó 60.500 euros por ellos a una empresa llamada Puchindehan SL, domiciliada en la calle San Vicente de Paul de la capital hispalense.
Según el Registro Mercantil, la sociedad fue abierta como una productora de televisión y cine en marzo de 2016 y está administrada por un empresario llamado José Alberto Romero Megía. Él es también responsable de una segunda sociedad llamada Kanafrem Films y abierta en Sevilla en 2013. Romero Megía, a sus 47 años, no presenta ninguna actividad anterior como empresario. Y ninguna de sus dos empresas ha presentado cuentas en el Registro Mercantil, por lo que es imposible conocer su actividad comercial, sus ingresos o el volumen de facturación que hayan tenido en los últimos años. Hay un indicio: la sociedad que cobró los 60.500 euros de Lecturas emitió solo ocho facturas en todo el ejercicio 2016. La última, a 24 horas de que se cerrara el ejercicio fiscal, fue la que sirvió para adelantar el dinero del citado reportaje.