Periodista, escritora y psicóloga. Por muchas facetas se puede decir que Irene Villa (40 años) es un personaje sobradamente conocido para el gran público, aunque el origen de esa fama tuvo unos tintes dramáticos. El 17 de octubre de 1991 ella y su madre fueron víctimas de un atentado de la banda terrorista ETA, una situación, la de los ataques de este grupo terrorista, que tristemente formaba parte de la actualidad de aquella España que cabalgaba en los inicios de la década de los 90.
Todo ese contexto es clave para entender que si Risto Mejide (48) dedicaba un Chester al perdón era imprescindible que Irene Villa se sentara en ese sofá. La madrileña ha sido siempre un ejemplo en este sentido, como volvió a quedar patente en el talk show de Cuatro de este domingo.
"Es lo que ha definido mi vida, sin quererlo, esa decisión y una elección. Depende de uno mismo, y lo elige uno mismo, como ser feliz, y acarrea no mirar hacia atrás". Así define la propia Irene el perdón, algo que, para ella, "es una liberación". "No se puede vivir con odio y rencor. Mi madre me enseñó que el odio sólo hace daño a quien lo siente, que bastante tienes con superar algunas cosas en tu vida como para hacerlo con rencor", expuso.
Pesadilla del pasado
Pero sentarse en el sillón de Risto Mejide conllevaba, inevitablemente, recordar los duros acontecimientos de aquella mañana de octubre de 1991. "Sólo me acuerdo de que esa mañana había habido un atentado y mi hermana con 15 años estaba atemorizada porque mi madre trabajaba en una comisaría y pensaba que podría producirse otro ataque. Mi madre me dijo que las bombas sólo se las ponían a gente importante. No me acuerdo de nada más".
Después del brutal atentado llegó un tiempo de convalecencia en el hospital y de mucha desinformación. "Me despierto rodeada de tubos y con una cara de mi padre desconocida: miedo, pánico, incertidumbre, dolor… le pregunté por mi madre, pensaba que estaba muerta. No sabía lo que me había pasado, sentía las piernas. Pensé que me había roto algún hueso y que había tenido un accidente de coche. Cuando me pasaron a planta, levanté la sábana, dicen que los gritos se oyeron en todo el hospital. Cuando mi padre se recompuso me cambió el foco: 'Te podías haber quedado ciega'".
De forma paralela, la madre de Irene Villa también sufría ante la falta de noticias. Por eso, Risto Mejide decidió también invitar al plató a María Jesús González, para que relatara en primera persona cómo vivió aquellos duros momentos: "Cuando desperté en la UVI me acordé de mi hija y pregunté por ella. Pasó el tiempo y no me contestaba nadie. Decidí no volver a preguntar porque no quería que me confirmaran lo que presentía. Salí de la UVI, llegué a la habitación y seguí sin preguntar. Mi padre me dijo que estaba en el Gómez Ulla; no puedo explicar lo que sentí, me habían desaparecido los dolores, fue mágico. Hablamos por teléfono y ninguna nos preguntamos qué teníamos, sólo queríamos saber que estábamos vivas", evocó.
Y es a partir de ahí, cuando Maria Jesús e Irene toman la decisión que marcaría sus vidas a partir de ese momento: "Le dije a mi hija que teníamos dos caminos: odiar y maldecir a esta gente, esto te envenena la sangre y eso no les llega a los que nos han hecho esto; o pensar que hemos nacido así y poner todo en ser felices. Yo te voy a acompañar en lo que decidas. Ella, que es muy lista, me dijo: 'Mamá, ya lo he pensado, hemos nacido así'".
Para María Jesús, este sentimiento tiene un punto "egoísta". "De lo contrario no podría vivir, es más, imagina que estuviéramos amargadas, nadie querría estar con nosotras. También entiendo y es lícito aquel que no perdona".
Testimonio de impacto
Un caso parecido pero con desenlace mucho más triste fue el que sufrió el hijo de José de Jesús, un Guardia Civil al que ETA segó su vida a los 22 años. José estuvo en el plató para asegurar que él no perdona: "Irene, te conozco desde hace mucho, te respeto y te aprecio, pero no puedo hacer borrón y cuenta nueva. Aunque pidieran perdón no lo haría jamás. Los que han hecho desde la cárcel lo han hecho para eludirla o para que les acerquen a la comunidad vasca para estar más cerca de sus familiares. Lo único que puedo decir es que a mi hijo lo tengo a un kilómetro escaso, veo la tumba pero a él no le veo. Jamás perdonaré".
Pasado ese momento, el protagonismo volvió a recaer sobre Irene Villa, quien hizo hincapié en la necesidad de "buscar la paz y la reconciliación, pero no se puede olvidar algo que forma parte de tu día a día". En este sentido, contó cómo le relató a su hijo el atentado que había sufrido: "Se lo conté porque la verdad sólo tiene un camino. Le dije que a su abuela y su madre nos dicen que somos valientes porque tuvimos un ataque. El día que me preguntó si esa persona que nos puso la bomba estaba en la cárcel le dije que sí, le mentí".
Para cerrar el programa, Mejide preguntó a Villa por un asunto peliagudo: el humor negro que tanto se cebó con ella, aludiendo a los famosos tuits del edil del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata (40): "Los chistes no me importaron en absoluto. Me preocupa más lo que puedan leer mis hijos que lo que haya sufrido yo. Cuando tú estás viva y lo has superado no te importa, por eso me dolió más lo de las niñas de Alcásser. Sobre mí, algunos de ellos incluso me hacen gracia. Desde aquí un llamamiento a madres y padres a hacer hijos resilientes al bullying y a la crítica para que no se vean afectados por esa falta de respeto", finalizó.
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