El Aga Khan, el amigo de Juan Carlos ‘king’ que emplea a Cristina en Ginebra
El padrino de la infanta Cristina en Ginebra se crió con el rey emérito en el exclusivo colegio suizo Le Rosey. Le gusta el lujo y lleva una vida acorde a su fortuna, de casi 1.000 milones de euros.
5 marzo, 2017 02:16Cada vez que alguien nombra a la infanta Cristina, al Aga Khan le resuenen los oídos. Seguro. Porque su nombre está tan ligado a la actual situación laboral e incluso personal de la exduquesa de Palma que es imposible imaginarse su exilio suizo sin nombrar de nuevo al Aga Khan. Pero, ¿quién es? Si ni siquiera damos su nombre cuando hablamos de él.
Se llama Karim Al Yussayni y en 1957 heredó el título de su abuelo, el Aga Khan III. Aga significa señor en persa y Khan es el título de soberano. Al Yussayni nació en Ginebra hace 80 años. Hijo del príncipe Ali Khan (1911-1960) y de su primera esposa, la princesa Tajuddawlah Ali Khan. Sus padres se divorciaron y su padre se casó con Rita Hayworth, con quien tuvo una hija, la princesa Yasmin Aga Khan, hermanastra del padrino profesional de la infanta Cristina.
La vida del actual Aga Khan ha sido siempre de lujo y dispersión. Jets privados, varios matrimonios, fiestas, viajes, participó en los Juegos Olímpicos de 1960 y 1964 en el equipo de esquí de Turquía e Irán, respectivamente. No es difícil vivir a tu manera si tu fortuna se estima en más de 954.000 millones de euros, según Forbes, y con unos ingresos anuales, procedentes de sus numerosas compañías y acciones, de 477 millones de euros al año. Cuenta con intereses en aerolíneas, hoteles…
Su abuelo dejó escrito en su testamento su deseo de que fuera él quien heredara el título, saltándose a su padre y a su tío, para adaptar el reino a los nuevos tiempos. “En vista de las fundamentalmente alteradas condiciones del mundo en años recientes y a los grandes cambios que han tenido lugar, incluyendo los descubrimientos de las ciencias nucleares, estoy convencido que es en el mejor interés de la comunidad musulmán ismaelita, que yo sea sucedido por un hombre joven que haya sido criado y se haya desarrollado durante los años recientes, y en medio de una nueva era, y que brinde una nueva perspectiva de vida a esta oficina”, escribió el Aga Khan III. Por eso los ismaelitas llama a su rey "el Príncipe de la Era Atómica".
Los Aga Khan son los líderes espirituales de los ismaelitas, rama chií del islam que se reparte en 25 países del mundo, como Pakistán, Yemen y Tayikistán. Según su doctrina religiosa, los Aga Khan son descendientes directos de Mahoma, el único profeta según los musulmanes. El reino de esta dinastía no tiene país y está compuesto por casi 20 millones de musulmanes.
El título de Aga Khan fue otorgado por primera vez en la década de 1830 por el emperador de Persia al tatarabuelo del actual príncipe, cuando este se casó con la hija del emperador. Imán de los ismaelitas, es considerado como el líder espiritual y material de sus seguidores.
El actual Aga Khan pasó su infancia en Kenia, donde le educaron profesores particulares, hasta que fue internado en el prestigioso colegio Le Rosey, donde coincidió con el rey Juan Carlos, con quien fraguó una buena amistad que ha terminado sirviendo para ayudar a la infanta.
Fue precisamente la boda del segundo hijo del Aga Khan, el príncipe Rahim Aga Khan, con la top model Kendra Spears, en septiembre de 2013 una de las primeras citas de la hermana del rey Felipe VI en Ginebra. Fue una celebración blindada a la que acudió la aristocracia y la jet internacionales. El Aga Khan tiene cinco hijos fruto de dos matrimonios.
Zahara, su hija mayor, es otra de las valedoras de la infanta en Ginebra y en la fundación de su padre. Ambas trabajan en la Aga Khan Foundation/Aga Khan Developement Network, el gigante conocido como la segunda ONU, que cuenta con 80.000 empleados repartidos por todo el mundo. Zahara se casó en 1997 con el modelo Mark Boyden y a la boda acudieron los entonces reyes Juan Carlos y Sofía. Es como funciona la jet set internacional, es una red de contactos a la que es difícil acceder. Una vez dentro, las cosas no suelen salir mal.