La reina, siempre observada, no lo tenía fácil en Londres. El viaje de Estado a Inglaterra, el más importante del reinado de Felipe VI, no podía tener ningún fallo y pieza fundamental en el engranaje era la maleta de Letizia. La capital británica esperaba engalanada a los reyes y el estilismo de Letizia era básico: España se jugaba también su imagen y aunque la reina no siempre acierta en sus estilismos, ante las grandes citas se crece y a los británicos, como han demostrado los titulares de sus periódicos, se los ha metido en el bolsillo. Y lo curioso de todo es que lo ha hecho con los dos colores de la bandera nacional: el rojo y el amarillo.
Letizia escogió el amarillo para su primera aparición pública en Gran Bretaña, pero no un amarillo cualquiera sino el tono “lemon curd”, que es la tonalidad de una popular mermelada inglesa hecha de limón y queso. Ese fue también su primer guiño hacia la reina Isabell II, ya que este es su favorito. El conjunto, además, tenía un aire ‘british’ total con ese punto de cursilería tan encantador y, sobre todo, completado con un tocado ladeado con flores firmado por María Nieto. El abrigo de tweed era de un tono de amarillo más claro que el del vestido y las dos piezas, de largos diferentes, acababan con un bordado, obra de Felipe Varela.
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Para ir a tomar el té a Clarence House con Carlos de Inglaterra y la duquesa de Cornualles, la reina tuvo un detalle con la moda británica, y eligió un vestido gabardina en color burdeos de la firma Burberry. Además de la tela, el modelo tenía también un diseño con trabillas en los hombros y solapas cruzadas que recordaba a las piezas icónicas de esa marca que ha extendido por el mundo las gabardinas inglesas. Un modelo que no pasará a la historia por ser el más recordado de la historia de nuestra reina. De hecho, en un par de meses ni nos acordaremos de él.
Y llegó la cena de gala en el Palacio de Buckingham, uno de los momentos más esperados del viaje. Letizia confió en Felipe Varela para un traje de noche que era una filigrana. De tul rojo estaba bordado con hilo y cristal en tonos amapola, rubí y rosa con una pequeña cola. La Rreina lució la tiara de la Flor de Lys, lo más parecido a una corona que hay en el joyero de la familia real española. En su muñeca, una de las pulseras gemelas de Cartier.
En la cena no hubo oportunidad de duelo, que tantos estábamos deseando, con Kate Middleton porque en ningún momento estuvo junto a la reina. Las normas de la Casa Real británica limitaron las fotos a las dos parejas, Isabel y el duque de Edimburgo, todavía muy lozano a sus 96 años, y Felipe y Letizia. Aún así, se produjo un efecto óptico, ya que cuando las dos parejas posaban en la foto oficial de la cena en el espejo situado tras ellos se reflejaba la figura de la duquesa de Cambrige charlando con su cuñado, el príncipe Enrique.
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A la mañana siguiente, los reyes visitaban la Abadía de Westminster. En este tipo de actos la Reina tira de armario y saca uno de sus conjuntos ‘comodín’. Son estas prendas que le sirven para una almuerzo, visitar una exposición o realizar un homenaje a los caídos. Esta vez el elegido fue un conjunto de blusa y falda estampada en flores de Carolina Herrera. Se trataba de la sexta vez que la lucía, aunque se cambió de zapatos y lo combinó con unos pendientes de oro viejo y turquesas del joyero real y que su suegra, la Reina Sofía, ha llevado en muchas ocasiones.
Letizia pisó las baldosas ajedrezadas de la abadía con unos impresionantes tacones de 12 centímetros, que muy pocas mujeres aguantan con tanta serenidad.
Ese fue el único acto antes de uno de los grandes momentos del viaje. Era difícil superar el look de gala de la noche anterior, pero el estreno de unos pendientes hizo que nadie se acordara de la tiara Flor de Lys ni de Buckingham Palace. Letizia acudió a la cena de gala que en honor a los reyes de España celebró el alcalde de Londres, con un vestido de noche en azul tinta, de escote asimétrico que dejaba uno de sus hombros al aire. Sin duda un ‘look’ elegante pero super sexy, nada que ver con los trajes aburridos que suele llevar las ‘royals’ a las veladas de este tipo. Parece que la reina ha decidido meter a Armani entre sus favoritos y como ya hizo en Japón, para los momentos en los que quiere impactar busca un diseño del italiano. El vestido es de la línea Armani Collezioni y tiene el módico precio de 1.700 euros.
Ha sido el viaje de Estado en el que había que poner toda la carne en el asador. La reina ha sacado la artillería en forma de joyas. Ella, que es capaz de llevar pendientes de Zara de tres euros, ha viajado a Londres con todas las piezas del joyero de la familia real española.
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Pero el Oscar al joyón se lo llevaron los pendientes en zafiros y diamantes de la cena con el alcalde de Londres. Son una pieza nueva, que nunca le habíamos visto y que dejó a todo el mundo alucinado. Con forma de galón de militar, hay quien especula que son el regalo del rey Felipe por su décimo aniversario de boda, y que Letizia ha esperado tres años para lucirlos en público. No ha podido escoger un mejor momento que este histórico viaje a Reino Unido.
Y para despedirse hoy de Isabel II y la Gran Bretaña, la reina escogió su look más lady de todos para el último día. La reina dio el puntillo a su viaje de estado a Inglaterra con un estilo bailarina, tan de moda, compuesto por una falda estilo años cuarenta en tono rosa empolvado y una camisa cruzada en blanco. Lo mejor del estilismo, el detalle de la cartera de mano realizada en mimbre y las sandalias en color burdeos de la firma Lodi.
Este es un 'look' que le quita años a Letizia, en parte gracias al ligero maquillaje y al semirrecogido que le ha hecho su peluquera, amiga y confidente, Luz Valero.
Letizia vuelve a Zarzuela triunfal. Los periódicos británicos la han ensalzado a las alturas de la elegancia y el estilo gracias a estos ‘looks’ tan bien elegidos. La reina de España se ha graduado con matrícula de honor donde tenía que hacerlo, en el imperio de la realeza. Ahora hay que esperar que la racha de su Majestad continúe y no se venga abajo ya en territorio nacional.
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