Cuando Xavier Gourmelon acudió al parisino Puente del Alma el 31 de agosto de 1997 no sabía que la persona que se encontraba atrapada entre los amasijos de hierro de aquel Mercedes era la mismísima Diana de Gales. "No la reconocí. No leo la prensa rosa. Simplemente la vi sentada en el suelo del coche, con los pies en el asiento trasero y una herida leve, aunque visible, en el hombro, pero por lo demás parecía ilesa", confesaba el bombero a Le Parisien este mismo miércoles en una entrevista inédita.
Se limitó a rescatarla del interior, con el fin de que fuera trasladada a un hospital lo antes posible. "Entonces se volvió hacia mí y me dijo: 'Dios mío, ¿qué ha pasado?' y justo después sufrió un paro cardíaco. Fue mi último contacto con ella". Tras varias maniobras de reanimación cardiopulmonar, Lady Di pareció recuperar la conciencia y fue colocada en una ambulancia, pero durante su traslado al centro médico cayó en un coma del que ya no despertó.
"Para ser sincero, pensé que viviría", añadió Gourmelon. "Cuando entró en la ambulancia estaba viva". En aquel momento, el bombero seguía sin saber que se encontraba delante de la princesa del pueblo.
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Lo cierto es que la versión del bombero no es la única que circula en torno a las que fueron las últimas palabras de Diana de Gales antes de fallecer. El doctor que atendió a la princesa en el lugar del siniestro, Fréderic Mailliez, asegura que ésta le habló mientras murmuraba. Lo hacía al tiempo que éste colocaba una mascarilla de oxígeno sobre el rostro de Lady Di y le prestaba los primeros auxilios. Según el Times, las últimas palabras fueron a este médico: "Ay Dios mío, me duele tanto, no puedo aguantar el dolor".
Ya en la ambulancia, los médicos intentaron reanimar de nuevo ala princesa. El corto trayecto hasta el hospital tardó en realizarse cerca de una hora, a fin de evitar sacudidas y frenazos que pudieran resultar perjudiciales para Diana, que a esa hora sufría ya una hemorragia interna grave, una lesión interna que provocaría su muerte un par de horas después, ya en el quirófano.
"En vista de que seguía viva dos horas después del accidente, de haberla metido en urgencias en una hora, quizá la habrían salvado", se atrevió a afirmar uno de los médicos más reputados de Nueva Orleans entonces.