"¿Cómo va mi vida? ¿Realmente soy feliz? ¿Hay algo que siempre he querido hacer y no lo he hecho? ¿Estoy estancada?". La reina Letizia (45 años) ha llegado al momento de su vida en el que comienza a plantearse algunas estas cuestiones. En su caso, los logros y metas personales y profesionales la alejan de la frustración que caracteriza las llamadas crisis de los 40 o 50 que, en realidad, pueden darse a cualquier edad.
"Se trata de crisis evolutivas en las que se producen cambios, preocupaciones y temores que hay que enfrentar", asegura la especialista María Gutiérrez. "Existe frustración si algo no se ha logrado conseguir y la crisis puede complicarse si uno no es capaz de aceptar que algunas cosas forman parte del pasado y llegan otras nuevas, diferentes, que no serán ni peores ni mejores. Y, efectivamente, puede aparecer a los 45 años".
En el caso concreto de Letizia, sus preocupaciones irían más por otro lado, según el análisis de los expertos consultados. Para la especialista Ana Corbalán, puede aparecer un sentimiento "de miedo a envejecer, a cambiar, a evolucionar, a perder capacidades, al deterioro... Otras personas en cambio presentan sentimientos de alegría y satisfacción y lo viven como un proceso natural", señala.
Sin embargo, a aquellos que presentan pensamientos negativos irracionales les cuesta "aceptar una realidad que es inevitable y natural. Encontramos, cada vez más, tanto en hombres como en mujeres, conductas obsesivas enfocadas a evitar a toda costa que el paso del tiempo quede reflejado tanto en su aspecto físico como en sus capacidades", explica Corbalán.
De la misma opinión es María Gutiérrez, quien añade a la conciencia del paso del tiempo y a la preocupación por la imagen y el cuerpo otros síntomas igualmente relevantes que podrían afectar a personas de la misma edad que la reina Letizia. "Estas personas tienen miedo a no ser atractivas, ven que sus cuerpos envejecen, salen arrugas y tienen una preocupación constante por querer adelgazar. Por eso se meten en una dieta tras otra o deciden operarse para mantener dicho aspecto juvenil", revela. "Pero también hay una conciencia de la muerte (...) y una intención de vivir una segunda adolescencia, ligar, tener aventuras extramatrimoniales, hacer ejercicio físico para sentir que se tiene aquel cuerpo de joven, luchar por equilibrar los tiempos de ocio con el cuidado de los hijos o, si no se tienen, puede aparecer ansiedad por tenerlos".
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