Hace unos días, Terelu Campos (52) destapó una polémica lejana casi sin darse cuenta: las molestias que ocasionó la llegada de las hijas de los reyes al colegio en el que estudiaba su hija Alejandra. Fue el 15 de septiembre de 2008 cuando, mochila al hombro, llegaba ilusionada la por entonces infanta Leonor de Borbón (12 años) a su primer día de clase en el colegio Nuestra Señora de los Rosales. Era un día emocionante para la pequeña, como para cualquier niño. Conoció a nuevos amigos lejos del protocolo que con los años la ceñiría cada vez más. Leonor no era aún consciente de quién era y lo que representaba. Se acostumbró sin más a esos señores con cámaras ruidosas que le hacían fotos.
Ella se sentía una niña más con su falda tableada, pero a su alrededor se desplegaba todo un arsenal en pos de su bienestar que poco tenía de corriente para los demás niños. Claro que ningún compañero era hijo de los Príncipes de Asturias y tampoco nieto de los reyes por entonces, don Juan Carlos I (80) y Sofía (79).
Los demás compañeros de clase de Leonor vieron en ella algo especial, pero tampoco supieron descubrir el qué. La verían, en su imaginación, como una niña siempre rodeada de hombres serios de uniforme. Los que sí tomaron cuenta cabal de lo que se estaba gestando en el colegio fueron el director, los profesores y los padres de los alumnos. Ese día se respiraba agitación, no era un día vulgar.
Algo estaba cambiando seriamente en el centro a nivel interno. "Los cambios no se notaron de manera drástica, fueron notándose poco a poco. Una de las primeras cosas que cambió fue la alimentación. La reina Letizia (45) se interesó por ella y manifestó su opinión en las reuniones", asegura a JALEOS la madre de una pequeña que estudia en el centro.
Toda la grasa, fuera; en las cocinas se cambiarían los menús poco saludables por alimentos como lentejas, pollo asado o a la plancha. Había un menú especial para las edades comprendidas entre 3 y 9 años y otro para los alumnos de 10 en adelante. "La verdad es que eso fue un cambio pero para bien. Es cierto que fue algo rígido, pero beneficioso", apunta la citada fuente a este medio.
Esa fue una de las primeras muestras de la educación alimentaria taxativa de la reina con sus hijas. La segunda, la formación; la elección de este centro fue meditada por parte de Letizia: "Ella tiene buena sintonía con el director desde que llegaron las niñas. Cuando llegó Leonor, se entrevistó, por así decirlo, personalmente con cada profesor. Siempre ha estado muy pendiente de los estudios de sus hijas".
El control también se redobló; cada mañana, antes de que cualquier alumno pise el centro, este es concienzudamente examinado. Otro de los aspectos que experimentó un gran cambio fue el tecnológico: "Las pizarras de toda la vida se cambiaron por electrónicas, por ejemplo, y parte del mobiliario se cambió por uno más moderno". Para esta mujer, la llegada de las hijas de los reyes al centro supuso una "revolución, pero no desde el punto de vista malo". En su opinión, reforzó y mejoró aspectos susceptibles de hacerlo, como la seguridad.
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Terelu: "Me molestó que los niños no pudieran comer una croqueta"
Hace unos días, la colaboradora de Sálvame desveló que su hija Alejandra compartió colegio con Leonor y Sofía. Bueno, más bien al revés. "Ellas fueron al mismo colegio que mi hija, porque Alejandra estaba antes", comenzó su experiencia, entre risas. Para la hija de Teresa Campos (76), el centro dio un viraje de 180 grados: "Cambió mucho y lo comprendo. Lo que sí me molestó un poco fue el tema de la alimentación porque a los niños de vez en cuando se les puede dar una croqueta y no pasa nada". Terelu recuerda la intensa seguridad que se vivía en el colegio: "Yo me acostumbré a ver a la seguridad con perros. En esos días levantaron la valla del colegio unos 2 metros, lo que molestó a muchos padres. A mí me dio tranquilidad al ver un colegio seguro". Eso sí, lo que puso el grito en el cielo para muchos progenitores fue la restricción que se vivía en los actos oficiales: "Yo recuerdo que para cualquier evento en el colegio se debía entregar el DNI y solo podían asistir los padres, nada de abuelos. Eso también molestó mucho". En definitiva, ser compañero de las hijas de Felipe VI (50) y Letizia tiene sus pros y sus contras. Son los 'daños colaterales' de la élite.