Kalina de Sajonia-Coburgo-Gotha y Gómez-Acebo (46 años), más conocida como la princesa Kalina de Bulgaria no es de las royal que prefieran mantenerse discretas y seguir estrictamente el protocolo y la corrección más absoluta. La mujer de Kitín Muñoz no teme al qué dirán y aunque en su boda en el año 2002 se mostraba con la cara lavada y un tono rubio en su cabello muy naif, ahora parece otra mujer. Su transformación es innegable.
Aquel día en el Monasterio de Rila se reunieron cientos de aristócratas, de personalidades de poder y de representantes de Casas Reales como una sonriente infanta Cristina (52) del brazo de un risueño Iñaki Urdangarin (50). La boda estuvo rodeada de glamour y alardes típicos de las élites europeas, pero la novia era el toque más sencillo y clásico del evento.
Kalina llegó con un vestido de color blanco roto, de corte recto, un cinturón con un cierre algo llamativo y un velo que enmarcaba totalmente su rostro. Su cara lucía despejada al máximo debido a su tirante recogido, un peinado que es de sus favoritos, ya que desde entonces nunca se ha desecho de él.
El estilismo y la cara sin maquillaje de la princesa ese 26 de octubre de 2002 pasó a la historia. Desde el año 2006 el cambio físico y de vestuario de Kalina dio un giro de 180 grados. Se hizo amiga de los pañuelos y los turbantes y optó por un estilo transgresor en sus prendas y colores flúor en sus párpados y labios.
La última vez que apareció públicamente con un estilismo tradicional y protocolario fue en la boda de los entonces príncipes de Asturias, Felipe (50) y Letizia (45), el 22 de mayo de 2004. Escogió para la ocasión un vestido hasta la rodilla en tono mostaza y con volantes en la falda; el bolso a juego, una chaqueta en blanco y un tocado en tonos naranjas. Pero dos años después, para las bodas de plata de los Grandes Duques de Luxemburgo apareció con un extravagante vestido negro con un turbante del mismo color que acentuaba su blanca piel. Su rostro también había sufrido un radical cambio.
Desde esa fecha 'jugó' con su maquillaje, con los colores dorados para toda la cara, los pañuelos de tonos vibrantes, estilismos excéntricos y retoques estéticos tan evidentes como la desaparición completa de sus dejas. Kalina de Bulgaria es personalidad pura, sin complejos y sin miedos.
El pasado 26 de junio volvió a sorprender a todos cuando apareció en un evento en Madrid con el pelo trenzado, la línea del ojo y los labios en fucsia y las pestañas teñidas de amarillo intenso. Cada año se reinventa y no hay moda que vaya con ella. No existe miembro de la realeza más 'real' que Kalina.