Los reyes de Holanda, Guillermo (51 años) y Máxima (47), y sus hijas, Amalia, Alexia y Ariane, se encuentran haciendo las maletas en estos días de celebración navideña. La familia real holandesa pretende estrenar el año 2019 en una nueva residencia después de haber residido en Villa De Eikenhorst durante 15 años, una casa palaciega situada en el municipio de Wassenaar. Su nuevo hogar tiene por nombre Huis ten Bosch -la casa del bosque, en neerlandés- y cuenta con una gran historia detrás, ya que ha sido la residencia oficial del monarca reinante en el país desde 1981. Sin embargo, en los últimos años el hogar ha sufrido severos daños propios del paso del tiempo y, por eso, ha protagonizado una magna reforma que ha durado tres años y que ha costado 63 millones de euros.
Una nada desdeñable cantidad que ha suscitado polémica en Holanda, pues ha costado un montante dos veces superior a lo previsto. Fue la reina Beatriz quien dio uso al palacio durante 30 años, y a medida que avanzaba la renovación actual aumentaba la cuenta de gastos. En concreto, el Parlamento ha reclamado explicaciones en este tiempo, hecho por el cual el ministerio del Interior, el responsable de la reforma, se vio obligado a salir al paso hasta en dos ocasiones. Y es que, dado que la cantidad fijada originalmente rozaba los 59 millones, esos millones de más han escamado a la sociedad. Bien es cierto que las cuentas de los Orange siempre han creado polémica en el país.
No hay que olvidar que el asunto de la reforma de Huis ten Bosch viene coleando desde el año 2014. Entonces, Mark Rutte, el primer ministro, anunció que la renovación del palacete costaría 35 millones de euros pretextando el mal estado en el que se encontraba. Sin embargo, los problemas arreciaron aun más cuando apareció el amianto y, dada la subida de presupuesto, se encargó una auditoría externa para esclarecer el asunto. En ese momento, los antecedentes hablaban por sí solos. Sin ir más lejos, en 2010 Guillermo y Máxima adquirieron una casa de asueto veraniego en Mozambique que, sin remedio, zarandeó los cimientos políticos. El motivo era el que sigue: la residencia se encontraba en la playa de Machangulo, en el océano Índico, y -teniendo en cuenta la paupérriuma pobreza del continente- los gastos de seguridad para proteger a la Familia Real no cayó demasiado bien en la sociedad.
Ahí no se detuvo la controversia: tras descubrirse que los reyes habían abonado parte de la casa a un agente inmobiliario que tenía una cuenta corriente en la isla de Jersey, un paraíso fiscal en el Canal de la Mancha, optaron por poner tierra de por medio. La casa se terminó vendiendo a un irrisorio precio. Tampoco ayudó a la imagen de la familia el hecho de que en 2012 se compraron una fastuosa villa en Kranidi, en el Peloponeso griego. El desembolso que hicieron de 4,5 millones supuesto un escándalo en Holanda dada la recesión económica. Sin duda, un suma y sigue de escándalo que no han hecho más que mancillar, de algún modo, la imagen de los reyes. Sea como fuere, y escándalos aparte, Guillermo y Máxima, junto a sus hijas Amalia, Alexia y Ariane, estrenarán nuevo hogar. Año nuevo, casa nueva.
Cabría señalar que parte de la indignación del país obedece a que Huis ten Bosch es propiedad del Estado Holandés y tan solo se halla a seis kilómetros de la residencia actual de Guillermo y Máxima. Los reyes ya han señalado lo que extrañarán su hogar actual, "el lugar donde hemos formado una familia". Por su parte, Guillermo también ha querido detenerse en el recuerdo de los años vividos en la villa, "donde hemos pasado 15 años maravillosos". Allí han residido desde 2003. El Servicio de Información del Estado no ha indicado, por razones de seguridad, el día exacto en el que tendrá lugar la mudanza de los reyes, pero el palacio está a punto de abrir sus puertas a sus nuevos inquilinos.
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