Los Reyes han entregado esta mañana los Premios Nacionales de Investigación 2018 en el Palacio de El Pardo, de Madrid. Parece que toca la semana de dar galardones, el lunes en Córdoba, el miércoles al rey Felipe (50 años) y este jueves a los científicos Rafael Rebolo, Ramón López de Mántaras, Pedro Jordano, Luis Liz Marzón y Pablo Artal. Sabemos que este tipo de actos son justos y necesarios, pero seamos sinceros, no van a pasar a la historia ni por divertidos y tampoco porque la reina Letizia (46) se haya esforzado mucho en su atuendo.
De hecho, tengo la sensación de que la Reina se ha visto un poco abrumada al estar rodeada de tanto talento científico y ha decidido dejar de lado la frivolidad del glamour y vestirse de niña buena total. No vaya a sentirse fuera de lugar.
Letizia ha elegido para este invierno los estampados que aman las royal británicas. Si el otro día vestía de pata de gallo, este jueves le ha dado por los cuadros Príncipe de Gales. La Reina ha sacado del armario de Zarzuela un vestido de Massimo Dutti que estrenó hace poco más de un año en una reunión con el patronato de la Fundación Princesa de Girona.
Como el día que lo estrenó, la esposa de Felipe VI ha decidido combinarlo con unos salones de talón abierto y tacón de ocho centímetros de Magrit. Estos son de la colección de la firma española, por lo que si os interesan podéis comprarlos en su web. Lo único que no podréis es encontrar ese tipo de piel, imitación de serpiente en tono azul, porque es de la temporada pasada, pero el modelo sí.
A juego con los zapatos, Letizia ha llevado una cartera de mano de la misma marca que cuando ella la compró (porque hemos leído en muchos portales que ella paga su ropa y de hecho se le va el 60% de su sueldo en el armario) costaba 230 euros. Un precio nada despreciable con el tamaño que tiene la carterita que yo lo llamaría más bien monedero.
En cuanto a las joyas, la Reina ha elegido los pendientes de aro de Bvlgari, hechos en oro blanco, diamantes y pequeñas aguamarinas. Esta vez ha quitado la gran lágrima de aguamarina que se puede poner o quitar según le apetezca.
El vestido que ha elegido Letizia era correcto; aburrido pero correcto. El único problema es que era de manga corta y en el palacio de El Pardo nunca hace calor, más bien lo contrario. Cuentan siempre las personas de Patrimonio Nacional que trabajan allí que cuando era la residencia oficial de Franco, doña Carmen, su mujer, iba con la estufita pegada a todos lados porque siempre tenía frío. Pues nuestra Reina es atérmica, ya lo ha demostrado muchas veces al no llevar medias en enero o vestido sin mangas en febrero.
Precisamente este jueves, al dejar los brazos al aire, nos hemos percatado de que las horas de ejercicio que hace la esposa de Felipe VI dan unos buenos y evidentes resultados. Los músculos que ha demostrado en su antebrazo dejan claro que ella está fuerte.
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