Carlota Casiraghi (32 años) y Dimitri Rassam (37) lo han vuelto a hacer. Sin dar pistas a nadie y consiguiendo que los medios de comunicación no destripen sus planes más íntimos, la pareja ha contraído matrimonio religioso en secreto en un pequeño pueblo de la Provenza francesa llamado Saint-Rémy. La hija de Carolina de Mónaco (62) y su marido se dieron el 'sí, quiero' el pasado 1 de junio en el Palacio de Grimaldi y a continuación lo celebraron en Roquebrune-Cap-Martin, la impresionante villa donde el recientemente fallecido Karl Lagerfeld, íntimo amigo de la familia Grimaldi, vivió casi diez años.
Ha sido la bloggera y fiel seguidora de las bodas reales Eugenia Garavani quien ha dado la primera pista sobre el enlace religioso entre Carlota y Dimitri. A través de su cuenta de Instagram ha publicado una imagen que no ha dejado lugar a dudas: "El matrimonio religioso de Charlotte y Dimitri es hoy". En la doble instantánea se observan los regalos que los novios han brindado a sus invitados: husos de lavanda, con sus nombres y la fecha de la boda religiosa, sábado 29 de junio de 2019.
El lugar elegido por los contrayentes para jurarse amor eterno ante los ojos de Dios no ha sido elegido al azar. El Sur de Francia, y más concretamente, el mágico pueblo de Saint-Rémy, es muy especial para la familia Grimaldi. Fue en aquel lugar donde la princesa Carolina de Mónaco permaneció varias semanas de duelo con sus tres hijos tras la muerte de Stéfano Casiraghi, su segundo marido. Un lugar que, lejos de traer malos recuerdos a los Grimaldi, los traslada a un ambiente de paz y encanto.
Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam han continuado los pasos de los hermanos de la novia, Andrea (35) y Pierre (31), junto a sus respectivas esposas, Tatiana Santo Domingo (35) y Beatrice Borromeo (33). Celebraron un primer enlace civil en su hogar, el Palacio de los Grimaldi en Montecarlo; y a continuación, una boda religiosa, más íntima, aunque también rodeada de amigos y familiares.
Este domingo por la tarde ha trascendido, por fin, el secreto mejor guardado: el vestido de la novia. Se trata traje de aire bohemio con un toque romántico y mucho más clásica que las dos opciones que Carlota seleccionó para su boda civil. Cabe destacar que por el primer enlace, la Casa Real monegasca cedió una preciosa imagen donde se veía a la pareja de recién casados, felices, con la Côte d'Azur de fondo.
Para la ocasión, la novia eligió entonces un primer vestido en tono gris piedra, con encaje, manga larga y rematado en la parte delantera con tres lazos, firmado por uno de sus diseñadores de referencia: Anthony Vaccarello para Saint Laurent. El segundo, mucho más formal, y con guiño a su abuela, Grace Kelly, era un vestido blanco marfil de Chanel con escote en palabra de honor, cuerpo entallado y falda vaporosa.
El homenaje definitivo de Carlota a su abuela, la célebre actriz que se casó con el príncipe Rainiero de Mónaco, vino en forma de joya. La hija de Carolina de Mónaco recuperó del joyero familiar un collar que perteneció a su abuela, de la casa Cartier, con tres hileras de diamantes tipo bagguette engastados.
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