La estrecha relación entre rey Juan Carlos (82 años) y los líderes de los Emiratos Árabes es una realidad que nunca han escondido ninguna de las partes, pero que en los últimos años están generando grandes quebraderos de cabeza a la monarquía española. Varios son los escándalos que llegan desde Oriente vinculados al rey emérito, y este viernes se ha conocido el último, que no ha dejado indiferente a nadie por su excesiva extravagancia.
Juan Carlos I llevó a Suiza, cuando aún era Rey de España, en el año 2010, un maletín repleto de dinero, concretamente con 1,9 millones de dólares -lo que equivale a 1,7 millones de euros- que le había entregado el sultán de Bahréin. Así aparece establecido en la declaración de su gestor Arturo Fasana en 2018 al fiscal jefe del cantón de Ginebra, Yves Bertossa, tal y como recoge El País.
La cifra exacta que Hamad bin Isa Al Khalifa (70) entregó al padre de Felipe VI (52) fue de 1.895.250 dólares. Una poderosa cantidad que, sin embargo, no resulta escandalosa para el sultán ni siquiera para sus 1,3 millones de súbditos, quienes están habituados a ser testigos del siempre desmesurado derroche de sus miembros de la realeza.
No es ningún secreto que al líder de Bahréin le fascina el exceso y el lujo, como a la mayoría de las monarquías del Golfo Pérsico. Hamad bin Isa Al Khalifa es de los que hace sus deseos realidad, así como los de aquellos a los que aprecia o le ofrecen algún tipo de beneficio. Pero su ambición y sus sueños siempre están por encima de los del resto, por encima incluso de los de sus doce hijos o cuatro esposas. Y es que la familia del sultán, al igual que su poder y patrimonio, es extensa.
Contrajo matrimonio con su primera esposa, Sabika bint Ibrahim al Khalifa, el 9 de octubre de 1968. Fruto de esa relación nacieron cuatro hijos: Salman bin Hamad bin Isa al Khalifa (50), Abdullah bin Hamad al Khalifa (44), Khalifa bin Hamad al Khalifa (42) y Najla bint Hamad al Khalifa (38).
Con su segunda esposa, la jequesa Sheia bint Hassan Al Jrayyesh Al Ajmi, natural de Kuwait, Hamad sumó dos vástagos más, los jeques Nasser (33), oficial de la Guardia Nacional, y Jalid (31). Con la tercera, una qatarí, los hijos fueron seis: Faisal (nacido en 1991 y fallecido en enero de 2006 en un accidente de automóvil en Manama), Sultan, Hessa, Nura, Munira y Reema. Con la cuarta cónyuge, una saudí de la que tampoco se sabe el nombre, el rey no ha tenido descendencia.
Solo sus dos primeras mujeres han obtenido tratamiento real, y las otras dos han preferido siempre mantenerse fuera del foco, ya que sus matrimonios obedecían, principalmente, a una política tradicional de estrechamiento de vínculos con las monarquías vecinas.
El sultán siempre pudo crecer rodeado de comodidades en el palacio real de Riffa. Después voló a Inglaterra para estudiar en la Universidad de Cambridge, y siguió con su educación en colegios militares de Reino Unido y Estados Unidos. Cuando volvió a su tierra, formó su amplia familia y llegó al trono en 2002, momento en el que quedó patente su obsesión por el derroche y por hacer regalos caros a sus amigos más influyentes, algo que se convirtió en lo más destacable de su turbulento inicio de mandato.
Nada más reivindicarse como Rey de Bahréin decidió que su territorio debía albergar un gran premio de Fórmula 1, ya que como seguidor acérrimo del automovilismo no quería perder la oportunidad de que el mundo viera su poder al hacerse con un cita en el calendario de la categoría reina del motor. Y lo logró, con un gasto superior a los 150 millones de euros, consiguió que este deporte pasara por su país gracias al circuito de Sakhir. La llegada de la F1 generó una gran oleada de críticas, porque, una vez más, el Rey solo pensaba en satisfacer sus deseos sin pensar en las consecuencias negativas para el país y sus vecinos; por lo que muchos colectivos sociales quisieron boicotear la inauguración del gran premio.
El dinero, el oro y el poder son los tres elementos sagrados que rodean a Hamad bin Isa Al Khalifa mientras su discurso a sus súbdito 'justifica' sus derroches con la palabra "progreso": "Nuestro pueblo ha demostrado su deseo de continuar con las reformas. Completamos la marcha hoy con aquellos que tienen un deseo patriótico honesta para más progreso y la reforma", es una de sus frases más famosas. Aunque lo que sus ciudadanos ven es a un líder repleto de billetes y deseos personales que ni siquiera se esfuerza en ocultar sus excesivos escándalos.
[Más información: Juan Carlos llevó a Suiza siendo Rey un maletín con 1,7 millones de euros, según su gestor]