La realeza llega para quedarse a Los Ángeles. La mudanza del príncipe Harry (35 años) y Meghan Markle (39) al exclusivo barrio de Montecito, ubicado en uno de los lugares más tranquilos de la ciudad de las estrellas, no está siendo del agrado de muchas de las personas que habitan en él desde hace años. De sobra es sabido que cada uno de los movimientos que la pareja realiza genera un gran revuelo mediático que se traduce en hordas de cámaras y paparazzi, fenómeno que resulta de lo más habitual en Europa y que parece haber pillado de sorpresa al selecto grupo de vecinos de los duques de Sussex.
La prensa busca en estos momentos las primeras imágenes de Harry y Meghan disfrutando de su nueva vida alejados de la encorsetada corte británica, fotografías que aún no han sido captadas y que conllevan la incesante presencia de los medios gráficos por las calles de Montecito. Por si esto no fuera suficiente, el famoso barrio a las afueras de Santa Bárbara ha pasado a ser un punto más de las rutas turísticas a consecuencia de la presencia de la pareja, ya que son muchos los curiosos que se acercan hasta allí para probar suerte y poder verlos en personas.
Según relata este lunes el portal americano de noticias TMZ, los vecinos del hijo pequeño de Carlos de Inglaterra (71) y Lady Di, comienzan a estar hartos de que el que ha sido durante décadas un territorio libre de prensa rosa y cargado de tranquilidad se esté trasformando desde hace algunas semanas en un hervidero de periodistas y visitantes. Una situación que estaría poniendo de muy mal humor a personalidades tan conocidas como Ellen DeGeneres (62), Oprah (66), Rob Lowe (56), Carol Burnett (87), Jane Lynch (60) o las Kardashian. Estrellas del cine, la televisión o las redes sociales que hasta ahora caminaban con total tranquilidad por las calles de su barrio y que actualmente se sienten cohibidas.
Tal y como apunta el citado medio, los helicópteros sobrevuelan el barrio hasta cuatro veces diarias, los comerciantes de la zona son preguntados constantemente si han visto o no a los Sussex y las zonas antes ocupadas únicamente por los habitantes del mismo comienzan a estar repletas por personas de fuera. Una situación que está incomodando mucho a los vecinos de este residencial, que ven como su intimidad y tranquilidad se está poniendo en juego. Además, temen que tras la pandemia todo vaya a peor, cuestión que les preocupa profundamente.
Por el momento, el príncipe Harry y Meghan Markle continúan sin aparecer por las calles de su nuevo hogar, aunque se encuentran desde la semana pasada en Los Ángeles. De hecho, el pasado 21 de agosto hicieron acto de presencia en una actividad organizada por una asociación benéfica que se encarga de ayudar a los niños necesitados. Labores altruistas que se perfilan como una de sus principales dedicaciones de la pareja en Estados Unidos, además de la gestión y monetización de sus respectivas figuras mediática.
La mansión de ensueño de los Sussex
Tras llevar más de cuatro meses viviendo en la mansión del actor, Tyler Perry (50), la pareja ha decidido abandonar este hogar temporal en Los Ángeles y trasladarse a su nueva mansión situada en Santa Bárbara. Una vivienda que, según apuntan las fuentes, les ha costado más de 16,5 millones de euros. Gasto que se suma a la facturas que aún tienen pendientes por las reformas realizadas en Frogmore Cottage.
El inmueble tiene más de 1300 metros cuadrados, está emplazada en un terreno de casi tres hectáreas de superficie y, además, en dicha parcela también se encuentra disponible una casa, de menores dimensiones, para invitados que cuenta con dos dormitorios.
La nueva casa de Meghan Markle y Harry fue construida en el año 2003 y cuenta con nueve dormitorios, una piscina, una pista de tenis, un cine privado, un gimnasio, un spa y, también, cuenta con una sala de billar. Para acceder a la vivienda hay que pasar por un pequeño camino pavimentado hasta llegar a la entrada que se encuentra cubierta de enredaderas. Un lugar de ensueño en el que la feliz pareja espera criar con total tranquilidad a su hijo, el pequeño Archie.
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