Los muchos seguidores que tienen en redes sociales los duques de Cambridge no dudaron este domingo 22 de noviembre en darles un cariñoso pésame por la pérdida que han sufrido Guillermo de Inglaterra (38) y Kate Middleton (38). El matrimonio contaba en su cuenta de Instagram que Lupo, su mascota durante nueve años, había fallecido. "Ha estado en el corazón de nuestra familia y le echaremos mucho de menos", rezaba el texto que acompañaba a una preciosa foto del perro, un cocker negro, la raza favorita del hijo mayor de Lady Di.
El caso es que en las redes sociales de la Casa Real española nunca se podrá ver un mensaje semejante. Primero, porque la cuenta de Twitter que dispone la institución -no tienen ni Instagram ni Facebook- solo se usa para dar a conocer actos oficiales, nada que tenga que ver con el ámbito privado. Y segundo, porque en la familia de Borbón y Ortiz hay un solo perro, un labrador marrón, llamado Sara, que Felipe VI (52) y Letizia (48) regalaron a su hija, la princesa Leonor (15), por su Comunión y que no pasa mucho tiempo con ellos. ¿La razón? A la Reina no le gustan los animales.
Así que Sara convive más con el personal de la casa que con su dueña, aunque ella y su hermana, la infanta Sofía (13) la adoran, al igual que el Rey. La mascota de la familia no puede entrar dentro de la casa, por prohibición de la reina Letizia, pero las dos hijas de los Reyes juegan mucho con ella en los enormes jardines de Zarzuela y no dudan en llevársela de paseo cada vez que salen a caminar con su padre por la sierra de Madrid.
Si se tiene en cuenta el historial de Letizia desde su llegada a Zarzuela, Sara no debería ser la única mascota de la familia. Hace 15 años, los entonces príncipes de Asturias estuvieron de visita en Ibiza. Un día antes se había dado a conocer el embarazo de Letizia, así que la expectación era máxima. Las autoridades de la isla quisieron darle una cálida bienvenida al joven matrimonio en la que no faltaron los regalos.
Entre ellos, recibieron un precioso cachorro de podenco ibicenco llamado Valent -Valiente, en mallorquín-. Ante las cámaras, tanto el Rey como la actual Reina le hicieron una carantoña al perrito. Después, Zarzuela informó a las autoridades baleares que las perreras de palacio estaban llenas y que habría que buscarle otro dueño al animal, así que éste nunca salió de la isla. Tampoco llegaron a El Pardo los dos cachorros de mastines leoneses que la provincia de León regaló a Felipe y Letizia por su boda: ellos también tuvieron que buscarse otra familia. Para los que conocen al Rey desde su infancia, este fue uno de los cambios que más les llamó la atención cuando Letizia se trasladó a vivir al Pabellón del Príncipe: la salida de las mascotas de la casa.
Felipe VI ha crecido rodeado de animales y sobre todo de perros, el favorito del rey Juan Carlos (82). De hecho, los canes de la Familia Real aparecían en muchos de sus posados. Son muy famosas las imágenes que los fotógrafos tomaron del príncipe Harry de Inglaterra (35) montado en el lomo de Arky, el pastor alemán del rey emérito durante las vacaciones en Palma que los príncipes de Gales y sus hijos pasaron en 1987; o a Bobby, el perrito Lhasa apso de la reina emérita Sofía (82), junto a Lady Di.
La madre de Felipe VI ha demostrado en muchas ocasiones su amor por los animales. La última vez este mismo verano cuando soltó en aguas del Mediterráneo a una tortuga que había pasado un periodo de cautiverio por estar herida. Además, todo el mundo conoce a los dos burros que adoptó en 2008 y que viven tan felices en las cuadras del recinto con los caballos purasangre de su hija, la infanta Elena (56) y el resto de cuadra de la familia.
Si se echa mano de la hemeroteca, se puede encontrar muchas instantáneas de Felipe VI acompañado de sus perros cuando estaba soltero. Ahora solo posa con su mujer y sus hijas. Sin embargo, cuando la Reina llegó a Zarzuela le pidió a su marido que sacara de la casa a Pushkin, el schnauzer negro del Rey que según aseguran muchas fuentes cercanas, dormía en su misma habitación. Al parecer a Letizia no es que no le gusten mucho los perros, que tampoco, pero argumentaba también que varios miembros de la familia Ortiz Rocasolano son alérgicos y que al estar el perro dentro ellos no podían ir a visitarlos. Al final, el can terminó durmiendo en la perrera del complejo de El Pardo, donde se instalan todos los perros que la Guardia Civil tiene para ayudar a mantener la seguridad del recinto.
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