Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que los amantes de la alta joyería histórica contaban los días, los minutos y los segundos para que llegase algún evento de elevado rango en el que la reina Letizia (48 años) sacase a pasear las conocidas como joyas de pasar.
El lote de joyas de pasar es un impresionante conjunto de piezas de valor incalculable reunidas por la reina Victoria Eugenia y que sólo pueden ser lucidas por las reinas de España. Así lo manifestó la esposa de Alfonso XIII en las últimas voluntades de su testamento y así se ha respetado hasta la fecha.
El cómputo total de alhajas de ese joyero no es propiedad de la reina Letizia, pero, como consorte, puede disponer de ellas para la ocasión que desee. Si bien durante un tiempo la esposa del rey Felipe VI (53) sólo recurría a esas exclusivísimas piezas para cenas de gala con presidentes de Gobierno u otros jefes de Estado y sus primeras damas, últimamente les estaba dando un uso más habitual.
Pero con la pandemia, el contoneo y el brillo de aquellos diamantes se apagó. Un año exactamente se cumple desde la última vez que la reina de todos los españoles desempolvase de su extraordinario joyero una de esas piezas, la más importante de todo el lote: el collar de perlas de Isabel II. Desde entonces, ni rastro.
Fue en París, apenas unos días antes de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (49), decretase el estado de alarma sanitaria en España por la pandemia de coronavirus. Aquella gélida mañana de mediados de marzo los reyes Felipe VI y Letizia llegaban al Palacio del Elíseo para un presidir un encuentro con Emmanuel (43) y Brigitte Macron (67) en el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo y ya entonces no hubo besos.
Para la ocasión, Letizia recurrió a un elegante traje de chaqueta y pantalón en color azul navy firmado por Hugo Boss y una sencilla blusa en mismo tono. La sobriedad del look se rompía directamente por el poder visual de ese legendario collar de perlas. Los expertos hablan de él como la joya más valiosa de todo el lote de pasar, por encima de la tiara de la Flor de Lis. Este collar fue un regalo de compromiso de Francisco de Asís de Borbón a la que después sería su esposa, Isabel II.
Isabel II era la primogénita del rey Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Su ascenso al trono, cabe recordar, fue a la edad de tres años, lo que provocó una regencia que desembocaría en la Primera Guerra Carlista. A la temprana edad de 14 años, a Isabel II se le concedió la mayoría de edad, asumió el trono y, dos años más tarde, el Gobierno arregló su matrimonio con su primo hermano, el infante Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. Como regalo para sellar su compromiso y jurarse amor eterno, él le regaló este exquisito collar de 37 gruesas perlas naturales con un enorme diamante y un colgante de perla perilla.
No es Letizia una reina demasiado asidua a los collares -los evita en todo momento-, pero mucho menos a los de perlas. Tan sólo en contadas ocasiones se ha visto a la soberana exhibiendo este tipo de complementos. Y en concreto, este modelo único, histórico e inigualable, el collar de Isabel II, sólo lo ha lucido en dos ocasiones -al menos, de manera pública-.
La primera fue en octubre de 2018, en el Palacio Real de Madrid, en una recepción en honor al presidente alemán Frank-Walter Steinmeier (65) y su esposa, la juez Elke Büdenbender (59). La segunda, en la capital francesa, hace justo un año. La reina Isabel II murió un 9 de abril los 73 años en París -¿nuevo guiño de Letizia?-, el último escenario donde el mundo pudo contemplar esa maravilla única, máxima representación del lote de pasar. ¿Cuándo llegará el momento en el que la Reina recupere sus pulseras gemelas de Cartier, sus pendientes de chatones o una de sus impresionantes tiaras?
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