Padre exigente, suegro frío y abuelo ejemplar. Así se podría definir a Felipe de Edimburgo en todos sus roles familiares. En 73 años de matrimonio con la reina Isabel II (94 años), el duque, que ha fallecido este viernes a los 99 años, formó un extenso clan compuesto por cuatro hijos, ocho nietos y nueve bisnietos, con quienes mantuvo una relación llena de desigualdades.
Felipe de Edimburgo y la monarca británica se dieron el 'sí, quiero' el 20 de noviembre de 1947, cinco años antes de que Isabel II ascendiera al trono. A partir de allí construyeron una historia de amor que, si bien tuvo momentos de cuento de hadas, también sufrió baches y crisis. Aun así, hasta la mañana de este viernes se mantuvieron inseparables y al pendiente de una familia que comenzó a crecer en 1948 con el nacimiento de su primogénito, el príncipe Carlos (72).
La relación padre e hijo nunca fue fácil. Tenían ideales distintos y su forma de afrontar la vida era totalmente opuesta. De su choque de personalidades ha llegado a hablar el heredero en varias ocasiones, dejando claro que la convivencia entre ambos fue tormentosa desde el momento de la infancia. "La enérgica personalidad de mi padre me tenía totalmente intimidado, sus regaños constantes me llevaban a las lágrimas", declaró Carlos de Inglaterra. "Él es un romántico y yo soy un pragmático, y eso significa que vemos las cosas de diferente manera", expresó. En los últimos años, tenían un trato más cordial. Sin embargo, las marcas del pasado se hacían notar.
Dos años después del nacimiento de Carlos llegó al mundo la princesa Ana (70), considerada por muchos como la favorita del eterno consorte. Por su carácter y la similitud de sus aficiones -los caballos y el campo- ambos mantuvieron una relación mucho más cercana. "Cuando todos los hermanos estábamos creciendo, quien nos contaba cuentos a la hora de dormir y jugaba con nosotros corriendo por los pasillos como otro chiquillo, era nuestro padre y no una nanny... Nuestro padre era nuestro padre, y una nanny jamás tomaba su lugar", expesó la hermana del heredero en un documental dedicado a la Familia Real británica. "Es muy cariñoso cono nosotros y con sus nietos", añadía.
Con respecto a sus hijos menores, Andrés (60) y Eduardo (57), nacidos en 1960 y 1964, respectivamente, se ha dicho que Felipe de Edimburgo fue menos severo que con su primogénito. En los últimos años, se llevó una gran pena con el duque de York por estar vinculado al caso Epstein. El menor, por su parte, nunca le dio un disgusto.
Como abuelo, el marido de Isabel II fue excepcional. Él, de hecho, consoló a los príncipes Guillermo (38) y Harry (36) tras la muerte de su madre, Diana de Gales, en un fatídico accidente de coche en 1997. Entonces, los hijos del príncipe Carlos se encontraban en Balmoral con el duque de Edimburgo y la Reina de Inglaterra. En la gran fiesta del 90 cumpleaños del consorte, los hijos de Carlos calificaron al consorte como un "un abuelo ejemplar y divertido, siempre dispuesto a unirse a nosotros en entretenimientos y chistes, y a retarnos a juegos de palabras". Ambos, además, encontraron en el duque una fuente de inspiración durante su instrucción militar.
Zara (39) y Peter Phillips (43), hijos de la princesa Ana, así como Beatriz (32) y Eugenia de York (31), hijas del príncipe Andrés, también estaban muy unidos al duque de Edimburgo. "El abuelo es increíble. Es realmente fuerte y consistente. Ha estado ahí durante todos estos años. Es la roca de la familia", comentó la hija menor de Sarah Ferguson (61) en el documental Our Queen at Ninety. A una de sus nietas más jóvenes, Louise Windsor (17), contagió su pasión por el deporte y las carreras.
En cuanto su rol de suegro, su apariencia fue la de un hombre frío, especialmente con Diana de Gales. Sin embargo, en el programa francés Secrets d'Historie se ha llegado a contar que Felipe de Edimburgo y la recordada Princesa mantenían una excelente relación. Él, de hecho, intentó mediar para evitar la separación entre Lady Di y su hijo Carlos. "Viendo la situación deteriorarse después del nacimiento de Guillermo y Harry, Felipe no dudó en intervenir para arreglar la situación", han desvelado en el medio galo. El duque sentía culpabilidad por haber presionado a que se llevara a cabo este matrimonio.
"Durante mucho tiempo escribía a Diana largas cartas llenas de afecto en las que le daba numerosos consejos", han desvelado en el mencionado programa. "Él comprendía la dificultad que ella tenía, porque él sabía mejor que nadie lo difícil que es integrarse en una familia como la suya", han añadido.
Con Camilla Parker Bowles (73), actual esposa del príncipe Carlos, la relación fue más tormentosa. En un principio el duque no aprobaba el romance entre ambos y la duquesa de Cornualles le manifestaba cierto recelo por sus discrepancias con el heredero al trono británico. El trato entre el marido de la Reina y la que fuera su nuera, Sarah Ferguson, tampoco fue bueno. Por años mantuvieron diferencias irreconciliables por el supuesto daño que causó a la monarquía la exmujer del príncipe Andrés.
Pero independientemente de la relación que haya tenido con cada uno de los miembros de su descendencia, Felipe de Edimburgo siempre fue un refugio y un fiel consejero para sus allegados. Él mismo llegó a confesar que su prioridad fueron su mujer, sus hijos y sus nietos. "La familia y el hogar son lo mejor de mi vida", dijo en alguna ocasión el marido de Isabel II, quien siempre será recordado como el bastón de la reina británica y su descendencia.
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