Los empleados de Patrimonio Nacional que trabajan en el Palacio Real de Madrid vuelven a sonreír. Después de tantos meses sin el estrés y la adrenalina que supone para ellos servir una cena de gala, este martes 15 de junio vuelve el espectáculo.
Unas elecciones -que paralizan la agenda de los Reyes- y la pandemia después han sido los culpables en este parón y aunque han seguido teniendo actos, como alguna recepción y reunión de trabajo -la última que tuvo la Fundación Princesa de Girona hace pocas semanas tuvo este maravilloso escenario- es cierto que nada les gusta más que una velada como la que va a tener en honor del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In (68 años) y su esposa, Kim Jung-sook (66).
La última cita que tuvo lugar en el Salón el Trono y en el Gran Salón, fue en febrero de 2019, en honor al presidente de Perú, Martín Vizcarra (58). A todos nos parece que hace un siglo de aquella noche.
Un día antes comienzan todos los preparativos en el Palacio Real para que todo esté perfecto cuando lleguen los invitados. Sin embargo, este martes no se colocará la mesa en el Gran Salón -un mueble al que se le añaden tablas según el número de invitados- sino que tanto los anfitriones como los invitados se dividirán en mesas redondas para garantizar la distancia de seguridad y cumplir con la normativa de la Covid-19 de no más de seis comensales en interior por mesa. El comedor de este edificio emblemático de Madrid tiene más de 400 metros y fue inaugurado en 1879 por Alfonso XII y María Cristina. En sus paredes hay verdaderas obras de arte como los tapices de la colección real o los jarrones franceses del siglo XVIII.
Los Reyes ya conocen a los que serán sus invitados este martes, ya que viajaron hasta Seúl en octubre de 2019 para realizar una corta pero intensa visita de Estado. Letizia (48) compartió agenda con la Primera Dama, a la que en su país llaman Jolly Lady, la dama alegre y con la que nuestra Reina comentó haber hecho buenas migas.
Así que desde primeras horas de este lunes los empleados encargados que la velada del día siguiente sea perfecta han trabajado a destajo. Los de protocolo de Zarzuela supervisarán, cuando ya esté todo colocado, que todo se encuentra en su sitio y que los invitados están bien distribuidos por las mesas.
Las copas de vino, aunque Letizia no vaya a usarlas, se lavan a mano la mañana antes de la cena, con agua muy caliente y un poco de vinagre para que brillen y estén perfectas. Las tres personas encargadas de limpiar la cubertería de plata y los candelabros le dan los últimos repasos para que el escudo de la Casa Real española que llevan en el mango se vea perfectamente.
Y las responsables de la tintorería, que se encuentra en los sótanos del palacio, terminan de planchar la mantelería de hilo que cubrirá las mesas. Así para que todo esté listo de nuevo en una noche en la que vuelve la gala a los salones de la que fue la casa de los Reyes españoles hasta que llegó Juan Carlos I (83) y decidió quedarse en Zarzuela.
Han sido varias las cosas que han cambiado en estas veladas desde la llegada de los reyes Felipe VI (53) y Letizia al trono. Nada más ser proclamados se decidió incorporar la música a este tipo de cenas. Cuando Felipe VI y el presidente de Corea terminen con sus respectivas palabras y brindis y se comience a servir la cena, la banda sinfónica de la Guardia Real, dirigida por el Coronel Enrique Blanco Cebolla, comenzará a tocar lo que esté en el programa esa noche. Mientras se cena, la banda toca en una habitación próxima, lo que hace que sea un bello hilo musical en directo, pero sin molestar en las conversaciones.
También fueron los actuales monarcas los que decidieron que se fueran rotando los chefs que preparan cada cena de gala los menús de la noche, así como cambian los vinos de las diferentes regiones españolas, así la España plural está presente en la mesa.
Las amantes del glamour adoran estas veladas y esperan con ansiedad el modelo elegido por la Reina para comentarlo sin piedad o con ella. A Letizia le gusta sorprender, tanto en vestuario como en joyas, ya que estas son las pocas ocasiones en las que a la esposa de Felipe VI luce las maravillosas piezas que tiene a su disposición en la colección de las llamadas joyas de pasar, un conjunto de piezas reunidas por la reina Victoria Eugenia y ampliadas por la reina Sofía (82). Están vinculadas al jefe de la Casa Real Española y se supone que son para que las luzcan solo las reinas de España.
La experiodista ha usado en más de una ocasión las joyas que lleva en una cena de gala para mandar un mensaje al que quiera escucharlo. Así pasó la primera vez que decidió ponerse los famosos pendientes chatones que forman parte de las joyas de pasar de la Corona española y que nunca antes había lucido hasta que el 22 de febrero de 2017 en la cena de honor que los Reyes ofrecieron al presidente de Argentina Mauricio Macri (62) y a su mujer, Juliana Awada (47) apareció luciendo los dos enormes diamantes.
Aunque todo el mundo dio por supuesto que lo que quería era ganar la batalla de estilo a la esposa del mandatario argentino, lo cierto es que ese mismo día se había hecho pública la sentencia del Caso Nóos en la que se condenaba a seis años de prisión a Iñaki Urdangarin (53). Y resulta que esos pendientes son los mismos que usó la infanta Cristina (56) el día de su boda, el 4 de octubre de 1997, con el ya condenado exjugador de balonmano.
Lo normal es que este martes lleve en la cabeza una tiara, de las siete que hay en Zarzuela, seis de la Corona y una de la propia Letizia, la llamada Ansorena, que le regaló su marido, el Rey por su quinto aniversario de boda en 2009.
En cuanto al vestido que lucirá la Reina este martes para recibir a los coreanos es un misterio. Puede que, siguiendo la política de no estrenar, por lucir una imagen de contención en gastos frente al momento que estamos viviendo, repita uno de los muchos trajes de gala que tiene en su armario de Zarzuela. Pero con Letizia nunca se sabe. Este es otro tema con el que siempre sorprende. Cuando en aquella noche de abril de 2018 estrenó un vestido con toques cut out en los hombros de Ana Locking (50).
O cuando el 7 de noviembre de 2017 estrenó un cuerpo que Lorenzo Caprile (53) le había confeccionado 15 años antes, el año de su boda. Aquel look fue el escogido para recibir en el Palacio Real al presidente de Israel, Reuven Rivlin (81) y su esposa, Nechama. Aquel modelo estaba compuesto por una falda que imitaba un mantón de Manila en negro con bordados blancos que lució por primera vez en el otoño de 2004 en un viaje a Nueva York.
Lo que sí era estreno, porque nunca antes se lo habíamos visto, era el corpiño negro con brillantes con el que la combinó. El problema es que el cuerpo llevaba más de una década en el vestidor de la Reina, no es que Letizia hubiera engordado, simplemente habían pasado muchos años y dos maternidades de por medio. El caso es que las varillas del corsé le dieron la noche a la esposa de Felipe VI, causándole problemas para respirar, tanto fue así que una de ellas le dejó una marca en la espalda que tardó mucho tiempo en borrarse.
El vestuario de la Reina fue también una fuente de polémica tras precisamente la última cena de gala celebrada en el Palacio Real en honor al presidente de Perú, Martín Vizcarra, y su esposa, Maribel. Letizia volvió a lucir un diseño de Felipe Varela confeccionado en tul de color lavanda que estrenó el 28 de abril de 2011, en el banquete de la víspera de la boda de los duques de Cambridge. La tonalidad de este vestido encajaba a la perfección con la banda, también en tonos morados, de la condecoración que le había concedido su invitado: la Gran Cruz de la Orden del Sol de Perú.
Sin embargo, el escote del vestido era palabra de honor, por lo que la doncella de Zarzuela tuvo que cortar la banda y remeterla por el borde del escote. Esto causó un gran revuelo porque muchos tildaron de absurdo y snob este gesto, asegurando que era una frívola al cortar una banda para lucir hombros. Sin embargo, protocolo de la Casa del Rey tuvo que salir a explicar que estaban completamente equivocados, ya que la esposa de Felipe VI había cumplido a rajatabla con las normas, ya que las bandas no deben nunca apoyarse directamente sobre la piel.
También fue en una cena de gala en el Palacio Real la primera vez que Letizia decidió demostrar, sin tapujos su negación al alcohol. La Reina es abstemia y por primera vez nos dimos cuenta en2011, cuando en la velada en la sala de las Columnas en honor de Carlos de Inglaterra (72) y su esposa, Camilla (73), cuando el heredero al trono británico brindó por la amistad de los dos países, la esposa de Felipe VI ni se llevó la copa a los labios. Al parecer, llevaba muchos años disimulando, mojándose la boca con vino para no dar que hablar, pero aquella noche, decidió que ya era suficiente y tras levantar el vaso a salud de todos, volvió a dejarlo en la mesa. "Soy abstemia, no bebo alcohol y me critican por ello todo el día. Pero…", confesó unos meses después Letizia en otro acto.
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