Dos años y medio han tenido que pasar para que los reyes de España, Felipe VI (53 años) y Letizia Ortiz (49), hayan devuelto el esplendor al Palacio Real de Madrid con una de esas esperadísimas cenas de gala donde los vestidos largos, las condecoraciones y las tiaras son las grandes protagonistas.
La reina Letizia brilló, literalmente, tras desempolvar del joyero real algunas de las piezas más valiosas de los Borbón: la tiara Rusa (o tiara de Reinas), el conjunto de collar y pulsera de chatones -impresionantes diamantes que Alfonso XIII regaló a Victoria Eugenia-; y el broche del lote de pasar con la falsa perla Peregrina.
Como guiño a Italia, habida cuenta de que la cena ofrecida era en honor a su presidente, Sergio Mattarella (80), y a Laura (52), la hija de éste, que hizo las veces de primera dama, Letizia eligió un vestido firmado por Giorgio Armani.
Como manda el protocolo en estas ocasiones, el diseño era largo, aunque adaptado, cómo no, a los gustos y al cuerpo de Su Majestad: de tirantes anchos -con los que pudo exhibir sus tonificados brazos-, con escote corazón, liso y drapeado en la zona del pecho y la cintura.
Con este despliegue de joyas pocas veces antes visto, el aspecto beauty de la Reina quedó relegado a un segundo o tercer plano. No obstante, también es importante. Letizia lo sabe, y por ello, llevó a cabo una especie de truco del que EL ESPAÑOL conoce todos los detalles.
Tras el besamanos, por el que pasaron los políticos, las autoridades y personalidades italianas invitadas a la cena, todos los invitados accedieron al salón. En ese momento, en pleno paseo hacia sus correspondientes sillas, la Reina comienza a manipular su mascarilla, realizando un llamativo gesto con el que logró ser la primera en quitársela, para sorpresa de Felipe VI.
A tenor de las imágenes, pudiera parecer que la soberana solicitó a su peluquera, Luz Valero, que además que peinarla y colocarle la impresionante tiara de perlas y diamantes, también le adaptase -puede que con horquillas- la mascarilla, de tal manera que protegiese, pero que apenas rozase el maquillaje.
Tanto es así que se nota que las cuerdas de la herramienta protectora quedan más largas de lo habitual. Con la mascarilla a medio quitar, Felipe VI mira a su esposa, que al percatarse le pregunta, de alguna manera, si ya es el momento de quitársela o si debe esperar un poco más. Él aprueba, aún con su mascarilla sobre el rostro, y termina regalándole una extraña mirada -quizá de resignación- que captan las cámaras.
Tras los discursos del Rey y del mandatario italiano, las cámaras se apagaron y la velada transcurrió en la intimidad. Con esta primera cena de gala pospandemia, la reina Letizia se ha ganado la ovación y las loas de público y prensa tras exhibir este martes lo mejor de la moda global, con Armani al frente en un clásico guiño a quien recibe en su país; y al portar algunas de las joyas históricas más valiosas y emblemáticas de las reinas María Cristina de Austria y Victoria Eugenia.
El resto del outfit lo completaban unos pequeños pendientes de brillantes que ya lució en su viaje de cooperación a Paraguay y que incluso ha llevado alguna vez la princesa Leonor (15), sus zapatos de Manolo Blahnik con estampado efecto pitón, su clutch negro trenzado de piel y seda de Bottega Veneta y su anillo chapado en oro de Karen Hallam, al que la Reina guarda tanto cariño que no lo sacrifica ni en las ocasiones más especiales para la Corona.
[Más información: La exhibición de joyas de Letizia en la cena de gala: collar de chatones, pulsera, broche y la tiara de reinas]