La salud de la princesa Charlène de Mónaco (44 años) sigue siendo uno de los temas más recurrentes en la actualidad en toda Europa desde que el pasado mes de noviembre decidiese ingresar en una clínica fuera del Principado para recuperarse de sus dolencias, "físicas y mentales", según su marido, el príncipe Alberto (63).

A lo largo de esta semana han tenido lugar dos fechas clave en la vida de la exnadadora que han provocado que el palacio monegasco se haya visto obligado a manifestarse a través de comunicado oficial. Primero, su cumpleaños, que fue el pasado martes, día 25 de enero, y que lo celebró en la intimidad de la clínica donde está intentando encontrar la solución a sus dolencias.

Segundo, este miércoles por la tarde tuvieron lugar en Mónaco las fiestas de Santa Devota, la patrona del Principado. Si bien el año pasado Charlène era una más en las hogueras, junto a su esposo y sus hijos, los mellizos Jàcques (7) y Gabriella (7), en esta ocasión no ha podido presidir el acto por razones obvias. 

En la declaración que Le Palais Princier ha enviado a los medios de comunicación se informa de que la princesa Charlène necesitará varias semanas más de ingreso hospitalario. "La convalecencia de Su Alteza Real la princesa Charlène continúa de manera satisfactoria y muy alentadora", reza el comunicado.

Y prosigue: "Su recuperación, así como el seguimiento de sus cuidados bucodentales aún necesitan de varias semanas. La princesa no podrá, lamentablemente, asistir este año a las festividades de Santa Devota. Ella se encuentra, junto a su esposo, su Alteza Real el príncipe Alberto II, muy unida a todos los monegascos y residentes del principado con motivo de estas celebraciones. Tan pronto como su salud lo permita, la princesa volverá a compartir momentos de felicidad con ellos. Durante este período, la pareja real pide que su vida privada y la de sus hijos sigan siendo respetadas".

Su peor año

La princesa Charlène de Mónaco va camino de cumplir el peor año de su vida. El pasado 8 de noviembre, la esposa del jefe del Estado regresaba al Principado tras pasar una larga estancia en Sudáfrica, el país donde creció, a causa de una grave infección que terminó complicándose y llevándola hasta tres veces a quirófano con anestesia general.

Aquel viaje, planeado como de trabajo y preparado como algo breve, terminó durando seis meses, pues su delicado estado de salud no sólo la obligó a tener que ser operada sino que por motivo de esas intervenciones, sus médicos le prohibieron tomar vuelos.

Tras pisar tierra monegasca, medio año después, y saludar con unas fotos oficiales a su pueblo, el príncipe Alberto y su esposa decidieron que lo mejor para Charlène era retirarse temporalmente de la vida pública e ingresar en una clínica fuera de Mónaco. Ahí podría gozar de desconexión, discreción y privacidad para paliar sus heridas, no sólo físicas, sino también psicológicas.

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