El pasado 20 de febrero el Palacio de Buckingham confirmaba el contagio de la reina Isabel II (95 años) por coronavirus. Una noticia que llegaba apenas diez días después de que su hijo mayor, Carlos de Inglaterra (73), contrajera la enfermedad y que ponía en jaque al país.
Por suerte, según se informó en el momento la monarca solo presentó "síntomas leves" y tras un breve descanso pudo regresar a sus quehaceres habituales, aunque de manera virtual. Esta forma de atender a sus obligaciones se ha convertido en la más utilizada por Isabel en las últimas semanas, pues le permite 'asistir' a una gran cantidad de lugares sin tener que abandonar la comodidad del Castillo de Windsor, donde se ha mudado de manera permanente.
Desde su nuevo hogar, la monarca asistió el pasado miércoles 6 de abril a una visita telemática al hospital Royal London en Whitechapel, donde pudo charlar con un paciente que, como ella, también sufrió Covid-19. El hombre, llamado Asef Hussain, le confesó que había perdido a su hermano y su padre a causa del virus y, por su parte, la Reina desveló dos de los síntomas que ella misma padeció. "Deja a uno muy cansado y exhausto, ¿no es así", comentó Isabel II sobre la enfermedad durante la conversación.
Aunque por suerte en su caso solo presentó "síntomas leves similares a un resfriado" que le permitieron continuar con su día a día llevando a cabo "tareas ligeras", no dudó en asegurar que "esta pandemia es horrorosa".
Hussain, por su parte, relató a la soberana que él fue uno de los tres miembros de su familia que fueron hospitalizados tras contraer Covid-19 en diciembre de 2020. Su hermano y su padre murieron, mientras que él estuvo siete semanas conectado a un respirador en cuidados intensivos. "Recuerdo despertar a mi esposa por la noche y decirle que sentía como si no hubiera oxígeno en la habitación. Recuerdo sacar la cabeza por la ventana para intentar respirar", contó a la abuela del príncipe Guillermo (39), que escuchaba con atención.
En la charla participó además una de las trabajadoras del hospital, Mireia López, que describió a Isabel II su experiencia con los pacientes. "Como enfermeras nos aseguramos de que no estén solos. Sostenemos sus manos, limpiamos sus lágrimas y les damos respaldo. En ocasiones sentí que estábamos corriendo una maratón en la que no había línea de meta", explicó.
Esperado regreso
Pese a que la reina Isabel II no tuvo un coronavirus muy agresivo, no fue hasta el pasado 29 de marzo, más de un mes después de su positivo, y tras faltar a citas clave como el Día de la Commonwealth, cuando volvió a acudir de manera presencial a un acto. Fue durante el homenaje al duque de Edimburgo en la Abadía de Westminster, donde tuvo lugar un servicio religioso en memoria de su marido, fallecido en el Castillo de Windsor el 9 de abril del año pasado.
Acompañada de su hijo Andrés de York, la Reina llegaba en coche hasta la misma puerta del centro religioso. El breve espacio entre el vehículo y su asiento lo realizó agarrada del brazo de su polémico vástago, para quien también fue su gran reaparición en público.
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