Harry (37 años) y Meghan Markle (41) han vuelto a pisar suelo británico. El esperado regreso de los duques de Sussex a la tierra natal del príncipe se ha producido esta semana, y no ha sido por ningún compromiso relacionado con la familia real que encabeza Isabel II (96).
La pareja voló el pasado sábado, 3 de septiembre, hasta Londres, para poner rumbo a su hogar inglés, su casa de Frogmore Cottage, a solo un centenar de metros de Adelaide Cottage, donde se han establecido los duques de Cambridge. Meghan y Harry se encuentran en Reino Unido porque han acudido al gran evento benéfico One Young World Summit, donde se han dado cita jóvenes líderes de distintas partes del mundo. Ha tenido lugar en Manchester, y hasta allí se desplazó el matrimonio en un elegante BMW negro.
El vehículo los dejó en la mismísima puerta trasera del auditorio. Y es que la visita de los Sussex era tan esperada por sus seguidores como por sus detractores, y un grupo de manifestantes se presentó en el lugar mostrando su rechazo hacia la pareja y hacia su decisión de dejar el país y la familia real. De hecho, el matrimonio acudió con un gran equipo de seguridad, contratado por ellos mismos -ya que tras renunciar a su posición de royals senior se les denegó la protección-, y en este caso se trata de dos expolicías retirados del MET y varios guardaespaldas con experiencia en la seguridad de personalidades reconocidas, según recoge Mail Online.
Pero una vez dentro del evento, la realidad es que todo fueron ovaciones y muestras de cariño hacia Meghan y Harry por parte de los asistentes. Para la importante cita, la actriz lució un color con el que pedía que todos la miraran: el rojo vibrante. Escogió una camisa semitransparente, de tejido fluido, con manga larga y fruncidos en el puño, y lo más destacado de esta pieza era el cuello cerrado, y los dos lazos que caían de él, que Meghan tirando uno hacia su hombro y espalda. Lo combinó con un pantalón del mismo color, de corte recto y tiro alto. En los pies lució unos zapatos de tacón en la misma tonalidad, creando así un auténtico look monocromo. De joyas, apenas llevaba un anillo y pendientes de aro dorados. El peinado que eligió fue sencillo pero sofisticado, pues optó por una coleta baja, con la que dejó su rostro totalmente despejado.
La duquesa escogió el color carmesí para su reaparición porque era consciente del papel protagonista que tenía en la cumbre. Fue la encargada de hacer el discurso de apertura, y todos estaban pendientes de sus palabras. Lo primero que hizo al ponerse en el atril fue mostrar su felicidad por regresar al país de su marido: "Es muy agradable estar de vuelta en el Reino Unido", expresó.
Durante los siete minutos que duró su intervención, la duquesa tuvo palabras para los jóvenes participantes del acto, y los definió como "el futuro, pero también el presente, impulsáis el cambio positivo y necesario que se necesita en todo el mundo".
Sin embargo, el momento más emotivo llegó cuando Meghan se refirió a Harry, que la miraba con atención desde la primera fila: "Estoy encantada de que mi esposo pueda acompañarme aquí esta vez para poder ver y ser testigo de primera mano de mi respeto por esta organización y todo lo que ofrece y logra".
Pero no fue el único gesto de complicidad con su marido, ya que Markle y el nieto de Isabel II se dedicaron gestos de amor y de unión en todo momento. Sonrisas, comentarios al oído que les hacían sonreír y tanto en su entrada como en su salida fueron cogidos de la mano.