Bajo el título Letizia Real (La Esfera de los Libros), la veterana periodista Mábel Galaz, quien fuera redactora jefe del diario El País durante más de tres décadas, asevera que "al cumplirse 50 años del nacimiento de la Reina ha llegado el momento de hacer un primer balance de su historia, una historia que continuará...".
La consorte de Felipe VI (54) cumplirá tan significativa edad el próximo jueves, 15 de septiembre, y es el momento idóneo para analizar cómo han sido estos casi 19 años dentro de un espacio tan complejo, hermético y rígido como el palacio de La Zarzuela. Sobre todo para alguien que no nació cobijada tras sus muros y que llegó a él, nada más y nada menos, que como novia del heredero a la Corona, a la edad de 31 años.
Para conocer más en profundidad ciertos aspectos de la personalidad de la Reina, EL ESPAÑOL ha contactado con la autora y con ella ha conversado sobre las luces y las sombras de Letizia, a quien Galaz, apasionada de las monarquías y experta en ellas, llega a bautizar como "la compañera de trabajo del Rey".
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¿Por qué Letizia despierta tanto interés? ¿Se trata de un reto profesional como periodista el intentar conseguir información de alguien tan inaccesible?
Letizia despierta interés porque es la reina de España. Y porque tenemos una imagen de ella, que es la imagen que vemos a través de las fotos, pero no sabemos mucho de ella. Sobre todo desde que dejó de ser periodista, es decir, colega nuestra. ¿Por qué suscita interés? Porque todos los personajes públicos tienen una vida pública y una más escondida, ¿no? No es que estemos entrando en su vida privada, pero nos gusta descubrir cómo es su personalidad y cómo una mujer, periodista como nosotros, deja un día su vida para convertirse en princesa y luego en reina.
¿Está hecha de otra pasta? Imagínese perder radicalmente, y por amor, su libertad total a la edad de 31 años.
Hay muchos miembros de familias reales que han tenido grandes amores y esos amores no han sido capaces después de dar el siguiente paso porque no han querido renunciar a la libertad que te da ser alguien anónimo.
Siempre se ha hablado de Letizia como una periodista de raza, incluso en su trayectoria como comunicadora ganó el premio Larra a la Mejor Periodista del Año... ¿Ha extrapolado esa profesionalidad a su trabajo como reina?
Ella trabaja como princesa y como reina igual que era como periodista porque es su personalidad. Letizia es muy perfeccionista, obsesionada con controlarlo todo. Cuando empezó su trabajo en Zarzuela iba con un boli y un cuaderno y lo apuntaba todo. Siempre buscó la perfección y rayaba la obsesión. Si había algún fallo en los informativos se enfadaba bastante. Eso lo ha trasladado a su manera de ejercer el papel ahora en la institución.
En el primer capítulo del libro, usted comenta que todos los lunes, un grupo de periodistas se reunía a cenar en Casa Paulino, un restaurante de Chamberí. El 23 de octubre de 2003 fue la última vez que apareció Letizia, ya que esa semana se hizo el anuncio de su compromiso con Felipe. ¿Mantiene la Reina amigos de aquellas cenas?
Sí, sí... Mantiene contacto.
¿Había en ese grupo alguna de las personas a las que en el mundillo del periodismo llamamos las escuderas de Letizia, ese equipo infalible de amigas suyas?
Sí, uno de ellos es uno de sus mejores amigos.
¿Me puede decir el nombre?
No. Es que tampoco lo digo en el libro... Había compañeros míos de El País, de El Mundo, de periódicos digitales y con muchos de ellos Letizia mantiene la amistad.
¿Cómo se mantuvo el secreto de su relación con Felipe sin filtraciones?
El príncipe sabía que exponer a cualquier mujer al escrutinio público supondría que, en muchos casos, iba a tener una oposición. Le pasó con Eva Sannum, también con Isabel Sartorius en su juventud... Lo de Felipe y Letizia salió bien porque se mantuvo en secreto. Nadie debía enterarse hasta que los dos estuvieran seguros de que querían seguir adelante y casarse. Cuando estuvieron de acuerdo, lo comunicaron. Se comunicó antes de lo previsto porque ya era complicado mantener la noticia. A Letizia le pusieron seguridad y ante sus compañeros de televisión le era muy difícil disimular.
En los últimos tiempos se habla de la Reina como el gran baluarte de la monarquía después de todos los escándalos de Juan Carlos, Urdangarin, la infanta Cristina, pero... ¿Qué ha hecho mal Letizia en estos casi 19 años dentro del palacio de La Zarzuela?
A ver, el gran baluarte de la monarquía no es Letizia. El gran baluarte de la monarquía española es Felipe. El importante es Felipe, eso está claro.
Pero ella ha contribuido...
Espera. El que tiene el mandato constitucional es el jefe del Estado. Letizia es su compañera de trabajo y su compañera de vida. Lo que ella aporta ahora es la imagen de una monarquía renovada. Ella y sus hijas. ¿Qué ha hecho mal Letizia? Fue una princesa a la que le costó y va camino de ser una buena reina. A ella no se lo pusieron fácil cuando llegó a Zarzuela. Le costó mucho adaptarse y vivir en un mundo tan ajeno al suyo. Pasó de vivir en un piso de Valdebernardo, pagar una hipoteca, conducir un utilitario y trabajar un montón de horas como periodista a vivir en un palacio. Letizia no fue una princesa tan buena como pudo haber sido, pero está en el camino de ser una buena reina.
¿Cuáles cree que han sido los momentos más duros de su reinado y también de su etapa como princesa de Asturias?
En lo personal, el suicidio de su hermana Érika. Después, en lo institucional no hay momentos concretos. Es que te encuentras que no puedes hablar, no puedes expresar tus ideas, los actos a los que vas te los organizan. Estás con una agenda oficial dirigida por una persona en la que no tienes apenas voz. "Me gustaría tener una reunión con el colectivo LGTBI", pidió ella, y no pudo hacerlo. Felipe y Letizia eran los secundarios en una familia en la que mandaba Juan Carlos. Cuando llegaron a ser reyes, intentan adecuar su trabajo a lo que quieren hacer, aunque sabemos que dependen del Gobierno.
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Hay una parte del libro en la que comenta: "Casualidad o no, la esposa de Felipe VI, a partir de entonces -el rifirrafe de Palma-, intentó relajar su actitud y mostrarse más flexible. Incluso introdujo cambios en sus estilismos: se bajó de los tacones en varias de sus apariciones públicas y se dejó ver sin maquillaje. Quizá eran mensajes". ¿Hay un antes y un después en la Letizia institucional e incluso personal tras el conflicto de la Catedral de Palma?
Ella no fue consciente de lo que estaba haciendo en el momento en el que lo estaba haciendo. Lo que no quería es que se hiciera aquella foto con su suegra como protagonista. Ella sabía cómo se habían pactado las fotos, cómo debían ser... A partir de ahí, después de todo, inició una campaña, asesorada por Zarzuela, para intentar hacer ver a los demás que la relación con su suegra era buena.
Tan sólo cuatro días después de la difusión de aquellas históricas imágenes, vimos otras igual de míticas: Letizia, en zapato plano, le abría la puerta a su suegra, con zapatos de tacón, mientras la ayudaba a bajarse del coche para ir a visitar a Juan Carlos al hospital. ¿Qué análisis hace de esta insólita escena?
¡Y las niñas dándole la mano a la abuela!
¿Fue una humillación para Letizia?
No, fue una mala gestión de una crisis. Fue tan forzado que sonaba a poco creíble.
¿Cuál es la mentira más grande que se ha publicado sobre ella y la que más podría haberle molestado?
¡Puf! Esa pregunta es muy difícil... Tendrías que preguntárselo a ella.
Ojalá pudiera.
Claro, es que eso yo no lo sé... No lo sé, y he hablado con mucha gente. Lo que más le duele es no poder decir lo que piensa, y tener que callarse. ¿El qué concreto? No lo sé, pero todo lo que tiene que ver con su familia le preocupa mucho. Lo que ella siempre quiere dejar claro es que no tiene nada que ver con ningún asunto turbio de Juan Carlos o Urdangarin.
¿Por qué se mantiene tan alejada de las otras monarquías? Este sábado se celebra el jubileo de la reina Margarita de Dinamarca y están confirmadas representantes de otras casas reales, pero Felipe y Letizia no van. Pasó igual con el 18º años de Ingrid de Noruega.
Porque no le gusta. No le gusta relacionarse con la realeza. Hay un ejemplo muy claro. Letizia se movió como pez en el agua en la cumbre de la OTAN. A ella no le gusta pisar las alfombras de los palacios, pero se mueve muy bien entre los líderes políticos del mundo. Le interesa más la política que las tiaras. Y ella también tiene claro que la monarquía del Siglo XXI tiene que reinventarse y que su papel es un papel de embajadora de la excelencia, cualificada. Ella no se identifica con ese mundo royal, sino más con el de una profesional de la diplomacia y la representación. Ahí es donde ella se ve.
Desde el 10 de agosto hasta hoy, martes día 6 de septiembre, no sabemos nada de Letizia. ¿Deberíamos conocer dónde ha estado este mes de vacaciones privadas?
¡Es que no sabemos nada! A ver, yo creo que tiene derecho a su privacidad y el Gobierno sabe dónde está. Pero la española es la Casa Real europea donde existe un hermetismo sin precedentes. Siempre sabemos que Isabel II está en Balmoral... Pero Felipe y Letizia siempre han luchado por su tiempo de privacidad.
Igual que con Juan Carlos y Sofía había unas normas y ahora con ellos hay otra... ¿Esperamos más transparencia si Leonor heredase?
No deberíamos esperar a Leonor. Tendría que pasar ya. La Casa del Rey tiene que ir dando pasos, no me refiero a la transparencia de las cuentas, sino a abrirse más para que la gente entienda y valore si esta institución tiene ahora sentido o no. Este secretismo no les beneficia.
¿Qué retos le esperan a Letizia ahora que va a cumplir 50 años?
Su gran reto es la princesa Leonor. Primero, ayudar a su marido a mejorar la imagen de la monarquía, que está tan deteriorada por lo sucedido con Juan Carlos y Urdangarin. Su objetivo ahora es Leonor: preservar la institución para que un día su hija puede ser reina.
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