Una vez en el exilio, el rey Faruq de Egipto vaticinó desde Roma que en el futuro solo habría cuatro reyes, los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra. No se confundió. Ahora el juego tiene nuevas reglas. Y otras cartas. La subida al trono más poderoso del planeta convierte a Carlos de Inglaterra (73) en el soberano más longevo en conseguir tal hazaña.
En este nuevo peregrinaje para perpetuar la estirpe Windsor estará acompañado de su fiel compañera de vida, Camilla, duquesa de Cornualles (75), que también hace historia al ostentar el título de reina consorte, concedido el pasado mes de febrero por su graciosa majestad Isabel II, quien falleció este jueves, 8 de septiembre de 2022, a los 96 años de edad.
Desde que se convirtiera en príncipe de Gales, los movimientos de Carlos han sido analizados con una precisión quirúrgica. Tiene una personalidad poliédrica. Fuera de palacio muestra lo que se ha dado en denominar la flema británica, pero ¿cómo es realmente una vez se cierran las puertas de sus palacios, castillos y mansiones campestres?
El periodista Tom Bower le describió en su libro Príncipe rebelde: el poder, la pasión y la rebeldía del príncipe Carlos como alguien "petulante, extravagante y entrometido" a la par que adicto al lujo y al buen vivir; Andrew Morton, que hizo temblar los cimientos a raíz de Diana: su verdadera historia (1992), donde la entonces princesa de Gales confesaba sus trastornos alimenticios y su intentos de suicidio, admitió a EL ESPAÑOL que "en Gran Bretaña la gente acepta que Camila será Reina, aunque hay poco entusiasmo. La próxima gran esperanza son Kate (40), Guillermo (40) y sus hijos". Y añade que la sombra de Lady Di se sigue coleando "porque en la actualidad se la ve desde un punto más angelical que cuando vivía. Sigue siendo muy querida".
En España, al margen de los Borbones, hay ciertas personas que han tratado en las distancias cortas al príncipe Carlos. Una de ellas, que prefiere mantener el anonimato, comenta a este medio que "es muy amable, simpático, bromista, afectuoso y cercano. Cuando aparece en un acto social parece recién salido del baño, siempre perfectamente aseado e impresiona el interés que pone, que a lo mejor le importa todo un pito, sobre ciertos asuntos particulares de la gente a la que saluda".
Con el paso de los años han sido innumerables los encuentros que nuestra fuente ha tenido con el monarca británico tanto en Buckingham como en Highgrove, "que es una casa de campo muy sencilla, nada aparatosa" y con respecto a este lugar con encanto en el que Carlos III se mimetiza con la naturaleza matiza que "cuando te fijas en sus manos tiene dedos de jardinero, de agricultor, de haber movido mucho la tierra. Le encanta estar rodeado de flores".
El historiador Ricardo Mateos, que junto a Jonathan Iglesias acaban de publicar Las cuñadas de Isabel II. Las infantas más raras que ha dado España, es de la opinión que "es un hombre inteligente, de una gran cultura y esto la gente no lo sabe, tiene un gran compromiso ecológico y planetario de verdad, ha expresado opiniones a veces contrarias al gobierno inglés precisamente en relación a la protección del medio ambiente, posee una gran formación teológica, le interesa muchísimo la espiritualidad y la unión de todas las confesiones religiosas".
En algunos aspectos ha heredado las meteduras de pata de su progenitor, Felipe, duque de Edimburgo, que nunca ejerció de padre ya que su verdadero mentor fue lord Mountbatten -además era su ahijado y su sobrino nieto-, quien antes de fallecer en 1979 en un atentado del IRA hizo de celestino para casarle con su nieta, lady Amanda Knatchbull (65). Pero todo quedó en agua de borrajas.
[El príncipe Carlos se convierte en rey de Inglaterra y Camilla Parker Bowles será reina consorte]
De joven decían que era todo un conquistador, las mujeres se volvían locas por su peculiar atractivo y su sentido del humor. Por sus sábanas pasaron damas con diferentes tonalidades de azul y niveles de riqueza, como lady Sarah Spencer, hermana de Lady Di; la heredera cervecera Sabrina Guinness; las millonarias Davinia Sheffield y Anna Wallace, última novia antes de salir con Diana; Lucía Santa Cruz, sobrina del embajador de Chile en el Reino Unido; y lady Jane Wellesley, hija del VIII duque de Wellington, que gozaba del beneplácito de la reina. Así queda patente lo que le dijo su adorado tío Dickie (lord Mountbatten): "Acuéstate con todas las mujeres que puedas antes de sentar la cabeza".
Ese don de casanova poco cuadra con aquel niño excesivamente llorón, tímido y retraído que perdió parte de esas cualidades gracias a Zoe Sallis, su consejera espiritual y examante del realizador John Huston. La infancia fue dura. Los niños del internado se burlaban de él, hacían bromas de sus orejas y mofletes colorados y él lloraba en la intimidad de la casa de unos amigos de sus progenitores. Tuvo una dispensa especial. Podía visitarlos los fines de semana.
Todo esto unido a la falta de cariño de la reina Isabel II y de Felipe de Edimburgo le sumió en una tristeza perenne que aliviaba tocando el violoncelo en las aristocráticas mansiones de campo escocesas durante los fines de semana. Poco a poco fue forjando su propia personalidad. Le tachan de esnob, de coger unos berrinches tremendos si alguien se salta el protocolo y transforma el rojo de su enfado a negro en cuando alguien le lleva la contraria.
Ante tanta tensión por su cargo, el príncipe Carlos se relajaba cuidando del jardín y pintando acuarelas. A veces ha sobredimensionado su talento, como el día que quiso intercambiar su obra por otra de Lucian Freud, que se quedó ojiplático.
Su día a día está regado de cierto misticismo que le ayuda a abstraerse de su cruda realidad. Una cualidad que aprendió de sus íntimos amigos, el matrimonio Laurens van der Post, padrino del príncipe Guillermo, y su mujer Ingaret. Ellos le insuflaron el interés por lo vegetariano, la horticultura, la arquitectura y el sufismo.
No resulta extraño que en 1990 fundara la marca Duchy Originals -en la actualidad Waitrose Duchy Organic-, ha comercializado desde galletas de avena, pasteles, jugo de manzana, ginebra, humus a una selecta variedad de tés -la reina Isabel II no perdona jamás el de las cinco de la tarde-. En teoría, los beneficios están destinados a la fundación The Princess Charities.
Su mente era tan caótica y su corazón tenía tantos sentimientos encontrados que incluso contrató los servicios de curanderos para descorchar las emociones enquistadas. Desde que a los 10 años fuera designado como príncipe de Gales, título que actúa como pasaporte directo al trono, su vida ha estado coreografiada. Cuando en 1992 se separó de Diana de Gales, de quien obtuvo el divorcio cuatro años más tarde, Carlos se dijo a sí mismo que prácticamente todo el monte era orégano.
Y logró casarse con Camilla en 2005. El matrimonio pasa la mayor parte del tiempo en Highgrove House, su mansión de estilo georgiano ubicada en el condado de Gloucestershire, al suroeste de Inglaterra. De ser la bruja del cuento Camilla ha pasado a ser querida por el pueblo. Los príncipes Guillermo y Harry (37) ya la han aceptado.