Reino Unido tiene un nuevo Rey. Carlos III (73 años) ha tomado el testigo de su madre, la reina Isabel II, que durante siete décadas representó a la Corona británica siendo la líder de Gran Bretaña, Irlanda del Norte y de los 15 países que conforman la Commonwealth. Tras la muerte de la soberana este pasado jueves 8 de septiembre, su primogénito asumió automáticamente el mandato y con él se hace cargo del extenso y milmillonario patrimonio que va ligado siempre a la figura del monarca regente.
El conjunto de bienes que tiene a su disposición el soberano supera los 15.000 millones de euros, pero la gran parte de este activo pertenece al Estado o a asociaciones benéficas. De hecho, los palacios históricos de los que se hace uso, el hipódromo de Ascot al que está estrechamente vinculado la Corona, así como algunos de los mercados más importantes de Londres están bajo la administración de Crown Estate, una institución creada para gestionar dicho patrimonio. De este modo, todo lo que lleva el sello de la institución pertenece al monarca por ley, sea quien sea, aunque solo para su uso y disfrute; no puede venderlas y no son de su titularidad. Eso sí, recibe un 15 por ciento de los beneficios que genera su explotación.
Además de esos ingresos, la Reina poseía tres fuentes principales para abastecer sus cuentas: la Subvención Soberana, la herencia del Ducado de Lancaster y sus bienes e inversiones personales.
[El verdadero imperio de Isabel II: 15.000 millones de euros en bienes inmuebles]
La primera hace referencia a la suma anual que aporta el gobierno británico para cubrir los costos de viaje, seguridad, personal y mantenimiento de los palacios reales. Y de la segunda, con lo que se ingresa por las propiedades comerciales, agrícolas y residenciales que ostenta el citado ducado, se obtiene la cantidad necesaria para los gastos oficiales y privados del resto de miembros de la familia real que asumen cargos de relevancia en los actos institucionales.
Sin embargo, la verdadera herencia que deja la reina Isabel II en primera persona a su hijo se estima en un patrimonio valorado en cerca de 500 millones de euros. La monarca empleó bienes, lució joyas y vivió en inmuebles que no pertenecían a ella y por tanto no son su auténtico legado. Pero sí era poseedora de importantes tesoros inmobiliarios y de productos de gran valor que ahora pasan de generación con el ascenso de Carlos III. Junto a los bienes, también se ha de tener en cuenta la suma de 93 millones de euros que heredó Isabel de su madre.
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· Palacios
Ni Windsor ni Buckingham son residencias cuya titularidad ostente ningún miembro de la Familia Real, pertenecen a Crown Estate, y los Reyes y demás descendientes solo pueden hacer uso de ella. Pero la Reina sí era propietaria de dos emblemáticos inmuebles. Tanto el castillo de Balmoral, en Escocia, como el majestuoso Sandringham Estate, en el este de Inglaterra, son viviendas que heredó de su padre, el rey Jorge VI.
Balmoral siempre ha sido el lugar favorito de Isabel II, tenía claro que cuando llegara su día, quería fallecer allí. La historia que envuelve el lugar es muy especial para la familia real que empezó con la reina Victoria. Era una apasionada de Escocia y de la naturaleza, y alquiló por primera vez esta casa y entró a vivir el 8 de septiembre de 1848. Se enamoró del sitio, pero por aquel entonces era diminuto para vivir, había que ampliarlo, y durante generaciones se fue reformando, sobre todo desde que en 1852, la reina lo adquiriera por 32.000 libras -esto es, 37.000 euros. Después se añadieron los terrenos adyacentes que son los que verdaderamente dan valor al lugar.
Por su parte, Sandringham House es una imponente casa de campo de 32 kilómetros cuadrados de terreno, situada en Norfolk. Está realizada en ladrillo y es una de las residencias habituales de la familia real para sus escapadas y para pasar la Navidad. También fue adquirida por la reina Victoria a mediados del siglo XIX, gracias a que su pasión por los parajes naturales le permitió ver allí lo valiosa que sería la construcción de un complejo inmobiliario para la Corona.
· Animales
Se estima que Isabel II tuvo al menos 30 perros a lo largo de su reinado. La raza Corgi galés de Pembroke es la que la ha acompañado durante toda su vida y que ha formado parte incluso de sus retratos reales. También era habitual verla con sus ponis y caballos por los terrenos de Windsor. La pasión de la monarca por los animales era mundialmente conocida, pero no lo es tanto el dinero que le reportaban los negocios ligados a estos.
Isabel II era poseedora de varias cuadras con más de 30 caballos sementales, cuya utilidad le otorgaba unos ingresos de 10 millones de euros. Pero también generaba beneficios económicos con sus adoradas mascotas, pues por la cría de perros tenía importantes ganancias, ya que un cachorro de la camada real está valorado en más de 17.000 euros.
· Vehículos de lujo
El garaje de la Reina dispone de un envidiable equipamiento de coches. Uno de los primeros que utilizó la monarca fue un Daimler Majestic V8 LWB, que durante cuatro años fue conducido personalmente por ella. Después, en el año 2010, se subastó por unos 52.250 euros.
En el parque automovilístico de la familia real también destacan algunos Rolls Royce exclusivos, así como varios Bentley. El modelo Mulsanne fue creado específicamente para la soberana en 2012; mientras que del modelo State se produjeron solo dos ejemplares y ambos pertenecen a la Corona británica.
Pero sin duda, el vehículo preferido de Isabel II, en el que más segura se sintió siempre, fue en el Land Rover Defender. De hecho, la Reina fue dueña de más de 30 unidades de esta marca. Sin embargo, su modelo favorito para los desplazamientos largos y para los desfiles era el voluminoso Range Rover.
Con todo este despliegue de vehículos, se estima que el garaje de la monarca tiene un valor de más de 15 millones de euros.
· Joyas
La soberana siempre ha expuesto sus brillantes accesorios en las cenas de gala más importantes. La realidad es que gran parte de las perlas, piezas de oro, diamantes y alhajas que ha lucido Isabel II a lo largo de sus 70 años de reinado pertenecen al joyero real, que pasará de generación en generación con la titularidad del Estado.
Pero la Reina sí contaba, a su vez, con un joyero propio, de los regalos que recibió y de las adquisiciones que fue realizando durante su mandato. Estas piezas están valoradas en un total de 10 millones de euros.
· Obras de arte
La Reina también sentía fascinación por el mundo artístico, y en su haber poseía -y ahora pasa al resto de la Familia Real- una impresionante colección de obras de arte de algunos de los nombres más importantes del sector.
La serie que pertenece a la realeza británica comprende un total de 7.000 valiosísimas pinturas, 40.000 dibujos, grabados antiguos y elementos decorativos cuyo precio de mercado es incalculable. Pintores de la talla de Rubens, Rembrandt o Vermeer están presentes en su exclusiva colección e incluso dibujos inéditos del mismísimo Leonardo da Vinci.